Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

miércoles, 31 de julio de 2013

Mato

Ana Mato tiene un serio problema de identidad que debería tratarse.
Los grandes árboles de la corrupción y de esta crisis, que es estafa, nos impiden ver el bosque. El ruido mediático hace que no oigamos el susurro, que como lluvia fina, está empapando todo despacio pero sin pausa. Todo está enfangado de ideología ultraliberal e inmoralidad nacionalcatólica. Con la patente de corso de la crisis, el PP está hiriendo de muerte la democracia, la igualdad, la participación. La Constitución que, con sus imperfecciones, fue una conquista ciudadana en los duros tiempos de la Transición, es ya papel mojado. El progreso, los derechos alcanzados lucha a lucha, están siendo torpedeados por una derecha retrógrada y clerical, que confunde moral católica con ética ciudadana.

Ana Mato es uno de los máximos exponentes de esta política de lluvia fina ultra. La ministra de Sanidad ha decidido excluir del acceso a la reproducción asistida a través de la sanidad pública a las mujeres sin pareja (a mí me da igual que sean lesbianas o no). Y al tiempo, excluye a las mujeres víctimas de violencia de género que no hayan sido hospitalizadas durante veinticuatro horas para que no formen parte de las estadísticas. Estadísticas que ya son maquilladas, pero que según el CGPJ (Consejo General del Poder Judicial) son brutales: sólo en el primer trimestre del año se tramitaron 3.544 denuncias procedentes de partes de lesiones. O sea, 1.150 al mes.


Ana Mato, separada, pero no divorciada por “el qué dirán” en su parroquia tiene un serio problema de identidad que debería tratarse. No es que no tenga perspectiva de género, es que es machista; inconstitucionalmente, violentamente machista. Discrimina por género, por orientación sexual y por clase social. Ana Mato flirtea con la corrupción, le aparecen coches de lujo en el garaje sin saber cómo… Pero, ¿qué educación están dando esta mujer y su medio marido, líder de la Gürtel, a sus hijos? Quizá debería intervenir el Tribunal de Menores.

martes, 30 de julio de 2013

Génova y El mercader de Venecia

“Vuestra hija ha gastado en Génova, según he oído decir,
ochenta ducados en una noche”. Foto FRAN LORENTE.
Era un clamor que Mariano Rajoy tenía que comparecer en sede parlamentaria para explicar la corrupción que inunda su partido. Bárcenas ahora “es un delincuente que está en la cárcel”, según los argumentarios del PP, los mismos para los que hace pocas semanas era un hombre honorable. Tesorero, durante veinte años, del partido que nos gobierna (o mejor desgobierna) ha cimentado éste con sobres y sobresueldos.

Si son ciertas sus acusaciones, el PP es el campeón de convertir el noble arte de la política en un lodazal mafioso, mezclando instituciones, partido e intereses económicos. La famosa marca España tiene la corrupción como emblema internacional. La prensa que no es cómplice de la maraña está amordazada. Los corresponsales extranjeros son quienes mantienen viva la tenue luz de la libertad de expresión.


Shakespeare, El mercader de Venecia, viven en la sede del Partido Popular: “Vuestra hija ha gastado en Génova, según he oído decir, ochenta ducados en una noche”.

lunes, 29 de julio de 2013

Felipe Serrano y el Tamayazo

Felipe Serrano, su libro y una bici en una foto de FRAN LORENTE.
Un día de hace tres años entrevistaba a Felipe Serrano, periodista en la cadena Ser, a cuento de un interesante libro sobre los 200 años del Hotel Ritz, donde trabajó como camarero en su juventud. Ese mismo día de la entrevista, recuerda Serrano, Eduardo Tamayo fue a la Puerta del Sol para reunirse con Esperanza Aguirre porque tenían “supuestamente” una cita. Ahora acaba de publicar El tamayazo. Crónica de una traición, coincidiendo con el décimo aniversario de aquel golpe a la democracia. Si PSOE e IU hubieran accedido al poder en Madrid tal como clamó la voluntad popular no estaríamos donde estamos con Caja Madrid, con los horarios comerciales, con las privatizaciones sanitarias y el golpe a la enseñanza pública… Quizá detrás del tamayazo, que contó con la colaboración de militantes del PP, había muchos más intereses de lo que pensamos. O quizá no. Felipe Serrano ahonda en nuevas claves a través de su libro.

P. ¿Cómo surge la idea de escribir un libro sobre el tamayazo?
R. Principalmente por una necesidad periodística. Igual que ocurrió con el Ritz, aprovecho un aniversario, es este caso el décimo para abordar un asunto que desde el punto de vista periodístico tiene morbo e interés; y desde el punto de vista judicial nunca se había investigado.


P. ¿Cuánto tiempo has trabajado en él?
R. Empecé hace dos años. La primera parte, la más engorrosa, consistió en hacer acopio de la abundante documentación, especialmente del Diario de Sesiones de la Asamblea de Madrid, con motivo de la comisión de investigación. La parte intermedia la dediqué a entrevistas personales y al final intenté encajar el puzle con los numerosísimos datos que había.

P. Con cuántas personas te has entrevistado?
R. Alrededor de medio centenar de personas. No con todos los que hubiera querido, pero hubo algunos que no quisieron atender la petición de entrevista…

P. ¿Quiénes?
R. Por ejemplo, Eduardo Tamayo, Dionisio Ramos y Ricardo Romero de Tejada. Posiblemente son las tres personas que más saben del asunto.

P. Has tirado mucho de hemeroteca. Llaman mucho la atención los interesantes “pies de página”. Contextualizan mucho a los protagonistas además de dar algunos toques culturales de Madrid.
P. No hay tanta hemeroteca, pero sí me hago cargo de que después de tanto tiempo muchas personas no tienen por qué estar al cabo de la calle de lo que ocurrió y me parecía que podía resultar de interés acotar al máximo el terreno para que todo el mundo tuviera una especie de guía, ya que se manejan muchos nombres y corría peligro de que el lector se pudiera perder.

P. Dicen que es una crónica sin ficción y que se dedica a indagar. Yo creo que es un gran reportaje interpretativo, aunque no haya opinión.
R. Intento aplicar periodismo interpretativo sin adornar con muchos adjetivos. La única parte opinativa está en el prólogo y el epílogo.

P. El libro, lógicamente, no está cerrado… No sé si piensas continuar con ello o se trata de una obra imprescindible para que alguien, en un tiempo, siga con la investigación.
R. Solemnemente garantizo que no habrá segunda parte ocurra lo que ocurra… Es obvio que el tamayazo continúa siendo un caso abierto, fundamentalmente porque los que más saben del asunto no han dicho la última palabra. El hecho de que algunos personajes, como María Teresa Sáez, esté empezando a manifestar su malestar por cómo fue tratada por sus compañeros de andanzas, puede abrir una nueva línea de investigación. Creo que ha transcurrido demasiado tiempo sin que se puedan aportar novedades con el agravante de que es una herida abierta de la democracia.

P. En el libro hay una entrevista con el que fuera jefe de los “renovadores por la base” del PSOE, Balbás, con Esperanza Aguirre, con Rafael Simancas, descubre las andanzas de Tamayo… ¿Qué es lo más novedoso que aportas con tu investigación?
R. La salida profesional de Tamayo buscándose la vida en Guinea tiene un componente exótico. A mí me resulta muy llamativo que él en un momento hablara de pactos económicos con la dirección del PP de Madrid y el PP no niega aunque lo desmiente. También me resulta llamativo que, como reconoce Rafael Simancas en el libro, Zapatero se desentendiera de la investigación del tamayazo cuando llega al Gobierno de la nación en 2004 con el argumento de que no era demasiado interesante hacer de ello un asunto central porque podría desestabilizar a la Comunidad de Madrid y al propio PSOE, por su responsabilidad al incluir a estos dos tipos en la las listas.

P. Con la lectura del libro se observa cómo son los entresijos a la hora de conformar las listas electorales, al menos en el PSOE en ese momento. Se negocian en reservados de restaurantes, en hoteles, con personajes que son auténticos sinvergüenzas…
R. Hay un pasaje, en el que quizá no se ha reparado demasiado, en el que explico que el entorno de Simancas traslada a la dirección federal que no va a incluir ni a Tamayo ni a Sáez en las listas y reciben una indicación expresa por parte de Ferraz (sede federal del PSOE) en el sentido de que “sí o sí” tenían que estar incluidos. Si no los incluía la dirección de Madrid, lo haría la federal a través de la Comisión de Listas. Al final, la traición fue, primero a los electores; en segundo lugar a Rafael Simancas; pero muy singularmente también a la dirección federal del PSOE, muy interesada en que los traidores estuvieran en la lista ya que pertenecían a la corriente “renovadores por la base” dirigida por Balbás, que jugó un papel determinante en la elección de Zapatero como secretario general del PSOE en el 35 Congreso.

P. Queda la impresión de que las heridas siguen abiertas, de que las relaciones Esperanza Aguirre y Gallardón por estos hechos siguen enconadas; que Simancas sigue tocado…
R. Creo que la parte del PSOE lo tiene más resuelto porque por esa vía pocas novedades va a haber. No descarto que por parte del PP, en algún momento, pueda haber alguna novedad.

P. ¿Fue una conspiración del PP?, ¿del PP con el PSOE?, ¿fue algo tan simple como que dos personas se llevaran un dineral?
R. No tengo datos que muestren que Tamayo y Sáez hayan tenido un incremento patrimonial notable como consecuencia de la traición. Sí es evidente que ambos formaban parte de una actuación antidemocrática para impedir que Rafael Simancas fuera presidente de la Comunidad. Y ellos no estuvieron solos en su felonía, tal como atestiguan las numerosas coincidencias y datos que avalan que militantes del PP les prestaron un apoyo inequívoco.

P. ¿Fue un golpe de Estado?
R. Fue un golpe civil a la voluntad democrática manifestada en las urnas por un millón y medio de personas que querían que hubiese un Gobierno de izquierdas.

P. ¿Hay muchos indeseables en la política? Personajes que aparecen en su libro siguen deambulando…
R. Algunos siguen deambulando, pero básicamente todos están amortizados políticamente. Unos han ascendido, otros han cambiado de actividad, pero básicamente diez años después  no queda títere con cabeza.

P. Balbás, el jefe de los “renovadores por la base” es un personaje curioso…
R. Prácticamente es el único que sigue haciendo lo que hacía, es decir, dedicarase al asesoramiento. Es auditor, es contable y parece ser que los negocios le van muy bien, incluso con proyección internacional en algún país exótico incluso, con lo cual la crisis no le ha hecho mella.

P. Se define como cristiano que utiliza métodos leninistas…
R. Presume de ser un gran estratega. Bueno…, es conocido por algunas intervenciones en alguna conocida TDT.

Presiones fácticas

P. ¿Se paralizó algo que hubiera en el programa de izquierdas (PSOE-IU) especialmente peligroso o importante para alguien?
R. Rafael Simancas iba a ser un presidente incómodo porque ponía en entredicho muchos intereses económicos que había en juego. En su momento se hizo mucho hincapié en el modelo urbanístico; pero también había otro tipo de intereses, singularmente todo lo que tiene que ver con Caja Madrid, habida cuenta de que Rafael Simancas ya había dicho en una entrevista periodística que Blesa no iba a continuar al frente de la entidad. Además había otro tipo de intereses en juego de primerísimo nivel, hasta el punto de que Rafael Simancas recibe presiones directas por parte de determinados poderes fácticos que le envían emisarios advirtiéndole de que tuviera mucho cuidado en lo que hacía, sobre todo en asuntos relacionados con la enseñanza concertada, los horarios comerciales y los intereses sanitarios privados. Creo que todos esos elementos pesaron mucho como para que hubiera movimientos subterráneos, no necesariamente relacionados con el tamayazo, o quién sabe si también con el tamayazo para evitar que Simancas fuera presidente de la Comunidad de Madrid.

Con el autor, el libro y la bici en otra foto, espontanea, de FRAN LORENTE

“El tamayazo es una herida abierta de la democracia”

“No descarto que por parte del PP, en algún momento, pueda haber alguna novedad”


“La traición fue a los electores; a Rafael Simancas; pero muy singularmente también a la dirección federal del PSOE”

domingo, 28 de julio de 2013

El tamayazo, crónica de una traición, de Felipe Serrano



El día 1 de agosto, Mariano Rajoy comparece para explicar…, no se sabe muy bien que explicará. Lo suyo es que nos contara el fango, la corrupción, la mafia que según el que ha sido tesorero del Partido Popular durante veinte años, inunda todo el partido que nos gobierna. Leyendo El Tamayazo, de Felipe Serrano, no puedo evitar pensar que se ha sembrado mucha mierda, que los dirigentes del PP son gentes impunes. No sé.

“Hace bastante tiempo que estas personas tendrían que estar fuera no sólo del PSOE, sino también de la política porque estamos hablando de la basura humana que hay en la política”. Estas declaraciones las realizó Joaquín Leguina, otrora presidente socialista de la Comunidad de Madrid en los pasillos de la Asamblea madrileña tras la espantada de Tamayo y Sáez, hace ya diez años, que robó la presidencia a Rafael Simancas. La cita la ha recogido el periodista de la cadena SER, Felipe Serrano, en su último libro, El tamayazo.

El libro analiza pormenorizadamente los hechos. Un golpe institucional que ha tenido unas consecuencias que quizá aún no terminamos de calibrar. Si tras aquellas elecciones el PSOE e Izquierda Unida hubieran gobernado en Madrid el rumbo que hoy lleva la región, laboratorio ultra para el resto del Estado, sería muy diferente. Simancas en la campaña electoral previa que dio la victoria a la izquierda tuvo la desfachatez y sinceridad de plantear un programa de izquierdas, que incluía cambiar al presidente de Caja Madrid (obsérvese la deriva que tomó la Caja); evidenció su apuesta por la enseñanza y la sanidad pública de calidad (obsérvese cómo en unos años se está desintegrando el sistema en beneficio de la empresa privada…)

Rafael Simancas, un Gobierno de PSOE e IU eran un verdadero problema para la hoja de ruta ultra, para la especulación, para privatizaciones indiscriminadas en beneficio de unos pocos en vez de para la ciudadanía. Con crisis o sin crisis, eran un peligro para el asentamiento ideológico de este capitalismo enloquecido y deshumanizado, en el que todo vale.

El libro de Felipe Serrano es imprescindible para quien quiera recordar aquello y para quien quiera investigar este zarpazo que sufrió la democracia y que hace que aún sangre. La historia no ha acabado. Algún día, quizá acabe.

En El Tamayazo, tan repleto de documentación como elocuencia narrativa queda clara la persecución padecida por la prensa no vendida al poder; queda clara la mordaza a la que puede ser sometida la Justicia; en definitiva, los atascos de la fontanería del sistema.

Serrano nos hace pensar sobre la forma en que se confeccionan, o al menos se confeccionaban las listas en el PSOE, en reservados de restaurantes, en negociaciones repletas de intereses espurios. Nos narra la guerra civil que padece el PP, con Gallardón y Esperanza Aguirre como máximos exponentes, y cómo mienten. El uno, la otra, o los dos.

En el libro aparecen entrevistas actuales imprescindibles con Balbás, con Esperanza Aguirre, con Rafael Simancas, quien asegura refiriéndose a Zapatero: “Él me planteó que políticamente tampoco era extraordinariamente interesante, ni para el PSOE ni para la Comunidad de Madrid, ni para el país, hacer del tamayazo nuevamente un asunto central”.

No enteramos de la actual vida, surrealista, de Tamayo; y de Sáez, que da la impresión la dejaron algo tirada…

Un libro repleto de actualidad porque la democracia de este país está cada vez más herida por no resolver la falta de ética. Si se consumó un tamayazo impunemente, ¿qué no se podrá consumar? Un libro del que hay que leer todo, con unos pies de página que identifican, contextualizan y ponen una guinda redonda a esta investigación sobre la trama más espantosa de la democracia. Un libro para el verano.

Ahí va el trailer del libro:

viernes, 26 de julio de 2013

Nefasta legislatura madrileña

Atenea y Cristina en la Oficina del Inem que visitó Rajoy cuando iba a acabar
con el paro, en noviembre de 2010. Foto de FRAN LORENTE.
Estamos en mitad de la legislatura del enésimo Gobierno del PP en la Comunidad de Madrid en la que se siguen poniendo en práctica las políticas más neoliberales de ajustes, recortes sociales y privatizaciones que han profundizado, más si cabe, la crisis en la región y no han podido ser más nefastas para la economía y el empleo. Políticas que, junto a la reforma laboral de 2013, están provocando miles de despidos y cientos de EREs.

Por otra parte, la última EPA (Encuesta de Población Activa) no es nada alentadora: 19.000 personas ocupadas menos, con lo que la población ocupada se sitúa en 2.649.800 personas, con un descenso de 117.000 personas respecto a hace un año.


Las peores consecuencias han sido para las mujeres, colectivo que ha perdido 26.200 empleos. En la imagen de Fran Lorente, Atenea y Cristina en la oficina de empleo que en noviembre de 2010 visitó Rajoy cuando iba a acabar con el paro. Pinchando AQUÍ puedes ver un vídeo ilustrativo de aquellos días.

jueves, 18 de julio de 2013

Nicolas Sartorius, Cristina Almeida, el Proceso 1001, Abogados de Atocha

Sartorius: “En los enfrentamientos violentos siempre pierden los mismos”

El primer día del curso Pasado, presente y futuro democrático en España, organizado por la Fundación Abogados de Atocha y la Fundación Sindical Ateneo 1º de Mayo contó con otras dos personas que son historia viva de España, del movimiento obrero, de las Comisiones Obreras: Nicolás Sartorius y Cristina Almeida. Junto a Eduardo Saborido y Alejandro Ruiz Huerta formaron parte de una mesa redonda, que por su interés fue ampliada posteriormente como “Conferencia Extraordinaria” por la dirección de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de El Escorial.

La primera conferencia fue presentada por Manuela Temporelli, directora técnica de la Fundación Sindical Ateneo 1º de Mayo, quien insistió en que “los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”. La conferencia extraordinaria fue presentada por Francisco Naranjo, vicepresidente de la Fundación Abogados de Atocha, quien destacó el nexo común entre los encausados por el Proceso 1001 y las víctimas del atentado fascista contra el despacho laboralista de Atocha: “la lucha por la libertad”.

“Nos cogieron”. Con estas dos palabras comenzaba Nicolás Sartorius su relato sobre el Proceso 1001. Sartorius se considera un protagonista, a su pesar, de aquel momento histórico. Fue condenado a 23 años de cárcel, “una ruina” que se decía en el argot carcelario. En su opinión, el Proceso 1001 fue el símbolo más importante de la lucha del franquismo contra el movimiento obrero y “querían darnos un escarmiento”. De cualquier forma considera Sartorius que “la detención fue un golpe, pero tampoco desbarató nada”.

Contexto

Y en tan pocas como atinadas pinceladas explicó el contexto en el que los dirigentes de las clandestinas Comisiones Obreras se reunieron aquel 24 de junio de 1972. Eran conscientes de que se acercaba el fin de la Dictadura tanto por el deterioro físico de Franco; como por el agotamiento del sistema, tanto a nivel internacional como en el interior. Recordó Sartorius que en esas fechas estaban ocurriendo muchas cosas: en 1969 el príncipe es nombrado sucesor de Franco; en 1970 es el Proceso de Burgos, por el que el propio Sartorius es detenido por defender a gentes de ETA “aunque años después asesinaron a compañeros míos”, recordaba el abogado y periodista.

Era tiempo de mucho movimiento: se crea Jueces para la Democracia, se organizan las huelgas de Ferrol, de la construcción en Madrid, la dirección de UGT cambia con la llegada de Nicolás Redondo, el PSOE realiza su Congreso de Suresnes, el PCE realiza su VIII Congreso… Asimismo les hizo reflexionar el mayo francés, el otoño italiano y la movilización contra la guerra de Vietnam. Y también la Iglesia en España cambia con el nombramiento de Tarancón como responsable de la Conferencia Episcopal. Con humor, recordaba Sartorius que aun sin ser religioso “nunca he pisado tantas iglesias como en aquella época y al final..., nos detuvieron en un convento”.

Además, había que sumar las grietas que empezaba a padecer el franquismo entre los conocidos como “el bunquer” y los “aperturistas”. Y todo ello, como explicaba Nicolás Sartorius, enmarcado por una situación económica, lo más importante, con un 7 por ciento de crecimiento entre 1960 y 1972, año en que comienza la crisis del petróleo.

Rememoraba el ponente a Quevedo en una obra poco conocida, Marco Bruto, donde se afirma que “las dictaduras son tan malas, que cuando se endurecen, se despeñan y cuando se reblandecen, las despeñan”. En su opinión “nosotros despeñamos la dictadura”.

En este contexto es en el que la cabeza de CCOO se reunió clandestinamente para dos asuntos: repartir cien mil pesetas que se habían recaudado en Italia gracias a una exposición de arte organizada por la CGIL y discutir el documento Unidad del movimiento de masas, que constaba de once folios y veintitrés tesis. Un documento “muy curioso”, aseguraba Sartorius, del que destacó tres puntos: la liquidación de la dictadura franquista; el papel de los trabajadores; y la compleja transición a la democracia, con la importancia que tenía la unidad y la importancia de quien iba a jugar ese papel hegemónico. “Se avecinaba el futuro y había que tomar posiciones”, explicaba Sartorius.

Al igual que explicara Eduardo Saborido, según Nicolás Sartorius, había entre los líderes de CCOO cierta “obsesión por la necesidad de unidad”. Y explicaba que “aunque no vivimos la guerra ni la República, algo habíamos leído, habíamos visto muchas divisiones en ambos periodos y estaba claro que división era igual a derrota”.

El famoso documento también sentaba las bases de los que serían las Comisiones Obreras, con su elemento “sociopolítico, que espero que no se haya perdido”, en palabras de Sartorius; así como “algo que ahora está tan en boga como la democracia directa y la participación de las bases”. El otro gran pilar del sindicato y que aparecía en ese documento era el carácter autónomo e independiente de Comisiones Obreras. “Una unidad e independencia que ponía nerviosos a los partidos, incluido el PCE, que pensaba que queríamos sustituirle aunque mayoritariamente también éramos dirigente del partido”.

En este sentido recordaba Sartorius que querían acabar con la leninista “correa de transmisión”, una “batalla muy seria con consecuencias positivas muy serias, como que la crisis del PCE, años después,  no se llevó por delante al sindicato”. El documento fue muy criticado, y… “se hubiera discutido si la policía no hubiera llegado”.

Transición

En opinión de Nicolás Sartorius, de la democracia a la dictadura se pasa porque hubo una movilización enorme, sobre todo de Comisiones Obreras. La reflexión que se hacía sobre ese tránsito es que podía ser de cuatro formas diferentes: Continuidad; una dictablanda; la idea del presidente del Gobierno, Arias Navarro. Es decir, una salida turca , que diría el coronel San Martín, en la que se legalizara a partidos y sindicatos excepto el PCE y CCOO. En tercera opción, una democracia homologable a las europeas; y en última opción, una democracia europea, pero más avanzada en el terreno político y social, “que es la que queríamos, pero la relación de fuerzas, de lo que éramos unos artistas, lo impidió”.

Luego vinieron los Pactos de la Moncloa y la Constitución, “que es una conquista, no una Carta Otorgada”, afirmaba Sartorius, que además recordó que “Fraga y otros querían reformar los Principios Fundamentales del Movimiento”. Esto es, “el procedimiento fue una reforma pero el resultado fue una ruptura. No hubo venganzas”.

Ante las críticas que se realizan últimamente al periodo de la Transición, Sartorius considera que fue “valiosa, inteligente, valiosa. Se llegó a donde se quería llegar. Se evitó el enfrentamiento violento, porque en los enfrentamientos violentos siempre pierden los mismos. Las armas las tienen ellos”.

Y concluyó: “Trajimos la democracia, que es una planta delicada que hay que cuidar porque si no un día te la vacían, que es lo que puede estar pasando ahora. Hay que mejorar esta democracia. Si no hay ética, las instituciones y la Democracia, sufren; y la corrupción es un cáncer para la democracia”.

Almeida:
“Luchar por la democracia hizo crear la democracia”


Cristina Almeida, abogada que fue en el Proceso 1001 y acusadora de los asesinos de los abogados de Atocha realizó una intervención trufada de anécdotas, sentimiento, vivencias y, como ya dijo Eduardo Saborido, “humor trágico”.

Siguiendo el hilo del título del curso: Pasado, presente y futuro democrático en España, Almeida aseguró sentirse una luchadora por la democracia en el pasado, en el presente y en el futuro. Y en esta lucha alabó la “alianza entre el mundo del trabajo y el de la cultura”. Aseguraba Cristina Almeida que en aquellos años finales del franquismo, “luchar por la democracia hizo crear la democracia”.

Rememoró aquel domingo en que estaba en su casa y a través del teléfono se enteró de la detención de la cabeza de CCOO: “lo primero que hice fue ponerme a llorar porque sabía que Saborido tenía pendientes seis años de cárcel”. Para ella, aquella detención también fue un golpe a la dictadura porque la solidaridad con los diez de Carabanchel se extendió por todo el mundo”.

Una solidaridad internacional que también hizo que se unieran en torno a los detenidos las fuerzas de la oposición franquista, por lo que hubo abogados de, prácticamente todas las tendencias políticas opositoras al Régimen.

En sus intervenciones relacionadas con el Proceso 1001, Cristina Almeida destacó la enorme tensión vivida en el juicio durante los tres días que se prolongó como consecuencia del asesinato cometido por ETA contra el presidente del Gobierno Carrero Blanco. Había una multitud esperando poder entrar en el juicio, pero a las nueve y media saltó la noticia del atentado y todo el mundo se disolvió, al tiempo que los fascistas llenaron la calle y las puertas del Tribunal.

Respecto al atentado contra los abogados de Atocha, donde Almeida actuó como acusadora, la abogada tenía claro que los fascistas querían que interviniera el ejército y jugaban constantemente a la provocación. Por eso, destacó la actitud del PCE, que aseguró, con cinco mil militantes, la seguridad en la calle el día del entierro. Esta actitud facilitó la legalización del Partido Comunista tres meses después.

No obvió tampoco el dato sobrecogedor de que entre 1976 y 1979 hubo doscientas personas muertas en las calles, por lo que la Transición tampoco fue tan tranquila, se luchó y se murió.

En este sentido, Almeida lamentó de que en la actualidad se esté olvidando la historia y de que “no se conoce la represión”.


miércoles, 17 de julio de 2013

Abogados de Atocha y Proceso 1001


"No hay futuro sin tomar en cuenta el presente que tenemos"

Esta mañana ha tenido lugar en El Escorial la sesión inaugural del Curso de Verano de la Universidad Complutense Pasado, presente y futuro democrático en España, organizado por la Fundación Sindical Ateneo 1º de Mayo y la Fundación Abogados de Atocha.


La presentación del curso, que concluye el próximo viernes, ha corrido a cargo del vicepresidente de la Fundación Abogados de Atocha, Francisco Naranjo.
Jaime Cedrún, secretario general de CCOO de Madrid, ha saludado a ponentes y auditorio, destacando que hay esperanza en el futuro. Cedrún protagonizará la jornada de clausura con la conferencia Alternativas frente a la crisis.

Por su parte, Javier López, presidente de la Fundación Sindical Ateneo 1º de Mayo y director del curso, ha comenzado con una breve exposición para presentar la jornada de la mañana, que ha contado con dos ponentes de excepción: Alejandro Ruiz Huerta, sobreviviente de los asesinatos de Atocha y presidente de la Fundación Abogados de Atocha; y Eduardo Saborido, detenido y encausado en el Proceso 1001 y director de la Fundación de Estudios Sindicales de CCOO de Andalucía.
López ha explicado que se podía haber organizado un curso sobre lo que nos preocupa: crisis, desempleo, reformas…, pero esta tarea la viene abordando el sindicato día a día. En este sentido, ha argumentado que en la crisis que padecemos hay algo que subyace, y es la crisis de valores, de ética, de identidad de país. Y ha explicado cómo desde la memoria se puede entender lo que está ocurriendo en estos momentos.

Refiriéndose a personas como los ponentes, ha asegurado que hubo gentes que, desde la renuncia a la violencia, abrieron las puertas a las libertades. En su opinión, personas como los protagonistas del Proceso 1001, en 1972 detenidos por ser “delincuentes por convicción”, hoy serían calificados de “terroristas”, tal como son calificados los presos políticos.

Ha concluido López proclamando que personas como Ruiz Huerta o Saborido “son las voces del presente y no hay futuro sin tomar en cuenta el presente que tenemos.


“Si el eco de su voz se debilita, pereceremos”

Antes de acometer su ponencia Abogados de Atocha, Alejandro Ruiz Huerta, sobreviviente de los asesinatos perpetrados por la ultraderecha en enero de 1977 y presidente de la Fundación Abogados de Atocha, ha opinado que muchos de los problemas de hoy vienen de la Transición, y que “el presente actual nos lleva al caos”. Huerta también ha criticado en su introducción que mecanismos actuales, como internet, son artefactos para que olvidemos.

Ruiz Huerta ha hecho rápido un relato histórico de lo acontecido entre 1969 y el brutal atentado de Atocha, que lo fue contra todos los trabajadores.

En su relato, ha contextualizado ese momento histórico en el que “España fue devuelta a los españoles”, citando a Julián Marías. Según el presidente de la Fundación Abogados de Atocha, en este momento de “pretransición”, confluyen dos ideas fuerza. En primer lugar, la política de reconciliación llevada a cabo por el PCE y la Iglesia, con el objetivo de cerrar las heridas de la Guerra Civil; y por otro, la aprobación de la Ley de Convenios en 1959, que abre tímidamente la puerta de las empresas.

A raíz de esta ley de Convenios comienzan a abrirse los primeros despachos de abogados laboralistas por parte de unas Comisiones Obreras clandestinas y el apoyo de estudiantes de Derecho.
El segundo momento histórico importante destacado por Huerta, “el corazón de la Transición”, transcurrió entre 1976 y 1979, momento en el que se asientan los elementos claves de la transición a una democracia creíble. Y en este contexto histórico cobran especial protagonismo los “sujetos colectivos”, esto es, los trabajadores, las trabajadoras; profesionales como abogados, personal sanitario, periodistas… Todos ellos fueron la clave de la lucha antifranquista, porque, ha detacado Huerta, “aquí se luchó contra el franquismo”.

También ha explicado lo que para él fueron elementos negativos de la Transición, “los límites y zonas oscuras” que todavía se mantienen vivas, como la monarquía o en otras instituciones. Estas zonas oscuras vienen siendo “un lastre para la democracia”.

En este relato, el ponente ha prestado una especial atención a los abogados laboralistas, a los que ha calificado como “abogados con compromiso personal y colectivo en cualquier rama del Derecho”, eso sí, con dos especialidades fundamentales: laboral y TOP (Tribunal de Orden Público).

Evidentemente ha dado unas pinceladas a lo que fue el despacho de Atocha, creado en 1973 ó 1974 y que en realidad fueron dos locales: Atocha 55 y Atocha 49. Allí se trataban dos temas clave: “La Costru” y el comité de empresa de Metro, ya que era un trabajo muy técnico.

Ruiz Huerta ha destacado la labor realizada por el PCE como elemento aglutinador del movimiento obrero, de los profesionales y del movimiento ciudadano.   Y así era también la tarea del despacho de Atocha: profesional, político y sindical. Allí se atendía a los trabajadores para cualquier problema y se atendía al centenar de asociaciones de vecinos de Madrid, la mitad de ellas clandestinas. Ha recordado, además, que el trabajo era un trabajo colectivo, “en equipo, en el que todo el despacho cobraba lo mismo, incluida Rosa Roca, la señora de la limpieza”.

Por último, Ruiz Huerta ha relatado, en un momento no exento de emoción, “la semana de enero” y el brutal atentado que él mismo padeció, junto a sus ocho compañeros. Y citando el nombre de todos ellos y una cita de Paul Edouard ha concluido: “Si el eco de su voz se debilita, pereceremos”.

Proceso 1001: Ingenuos y osados

Eduardo Saborido, detenido junto al resto de la Coordinadora General de las clandestinas Comisiones Obreras en 1972 y víctima del proceso 1001, ha realizado la segunda ponencia de la jornada sobre aquel momento histórico.

Ha rememorado Saborido los dos primeros artículos del primer bando de Queipo de Llano en Sevilla de aquel terrible 18 de julio de 1936:

“ESPAÑOLES: Las circunstancias extraordinarias y críticas por que atraviesa España entera; la anarquía que se ha apoderado de las ciudades y los campos, con riesgos evidentes de la Patria, amenazada por el enemigo exterior, hacen imprescindible el que no se pierda un solo momento y que el Ejército, si ha de ser salvaguardia de la Nación, tome a su cargo la dirección del país, para entregarlo más tarde, cuando la tranquilidad y el orden estén restablecidos, a los elementos civiles preparados para ello. En su virtud y hecho cargo del mando de esta División,
ORDENO Y MANDO
Primero.- Queda declarado el estado de guerra en todo el territorio de esta División.
Segundo.- Queda prohibido terminantemente el derecho a la huelga . Serán juzgados en juicio sumarísimo y pasados por las armas, los directivos de los Sindicatos, cuyas organizaciones vayan a la huelga o no se reintegrasen al trabajo los que se encuentren en tal situación a la hora de entrar el día de mañana”.

Sigue impactando que el segundo artículo fuera dirigido directamente contra los trabajadores y sus organizaciones, por lo que Saborido ha recalcado que “no se camuflaban. Lo primero que atacaban fue el derecho fundamental del trabajador. Eran generales felones. Aquello fue una felonía”. Y ha recordado como el general Mola alardeaba de que había que dar “un escarmiento” que se extendiera en tres generaciones.

De los antecedentes de la Guerra “incivil”, Eduardo Saborido ha recordado “los años de plomo” en el que fueron asesinadas miles de personas en actos que fueron y son silenciados por la historia.
Así, ha asegurado que para hacer frente al franquismo “hubo que esperar a generaciones nuevas, a quienes no vivimos la guerra; la desconocíamos y por ello éramos ingenuos y al tiempo osados”.
En opinión de Saborido la aparición del embrión de las Comisiones Obreras vino de una sugerencia de Stalin (“quien terminó siendo un dictador que acabó hasta con los suyos, aunque de táctica y estrategia entendía”) a Dolores Ibarruri y Carrillo. El líder soviético recomendó utilizar la táctica de la revolución basada en aprovechar los cauces legales que permitía el sistema.

Ya en 1971, recordaba el ponente, el Ministerio de Trabajo y Gobernación, con los servicios secretos del franquismo elaboró los Documentos del miedo, a través de los cuales se designa a Comisiones Obreras, a un sindicato opuesto al Vertical, como “principal fuerza oponente al Régimen”, que podía llevar al “caos”.

Los servicios secretos del franquismo concluyeron que debía de haber una dirección porque se daban hechos similares en todo el Estado y, realmente sí había una pequeña organización: la Coordinadora General de Comisiones Obreras, compuesta por diez ó doce personas, que se reunían de forma “muy clandestina”, aunque asambleas, manifestaciones y huelgas se hacían muy a las claras.
La Coordinadora se reunió muchas veces hasta que fue detenida aquel mes de junio de 1972 en el monasterio de los monjes oblatos, en Pozuelo de Alarcón. Recuerda Saborido que en esa reunión se iba a discutir un documento que versaba sobre el futuro unitario del movimiento obrero, porque “nuestra obsesión era la unidad”.

En el relato de Saborido, realizado con “humor trágico”, ha explicado que los catalanes no fueron detenidos, lo cual tuvo dos consecuencias: la positiva, que desde allí se pudo recomponer la cabeza de la organización; la negativa, que faltaba una pata en toda la repercusión internacional que el proceso alcanzó, algo “que aún se nota hoy día”.

Con ese humor trágico ha explicado el surrealismo de la detención en la que, sin ninguna consigna, cada detenido daba una versión a la policía de lo que hacía en aquel monasterio. Uno dijo que iba a misa; otro que a buscar trabajo; otro a ver al padre Venancio Marcos, figura de la época; otro que era aficionado al alpinismo y pasaba por ahí… Nadie reconoció que eran la dirección de Comisiones Obreras, lo cual “quizá fue un error y generó cierta confusión”, en palabras de Saborido.

Lo que sí tuvo claro la policía en el momento de la detención fue poner inmediatamente una multa que ascendía a 250.000 pesetas (61 veces el salario mínimo de la época). Y de ahí, a Carabanchel, una cárcel dirigida por un nombre que aún hoy suena: Mariscal de Gante.

La petición de condenas sumaron 162 años y, a partir de ahí, la solidaridad y aglutinar fuerzas de la oposición al Régimen a través de los diferentes abogados defensores: monárquicos, demócrata cristianos, comunistas, socialistas de la corriente de Tierno Galván…, faltaba el PSOE porque estaba enfrascado en su Congreso de Suresnes, ha recordado Saborido, aunque luego se intento que también estuviera presente. Fue Felipe González quien se ofreció a llevar la defensa de Saborido, pero éste, “más llevado por el corazón y el consejo de su mujer que por la cabeza” lo rechazó y continuó el proceso con Adolfo Cuellar.

El juicio se llevó en las peores condiciones. ETA había asesinado a Carrero Blanco, presidente del Gobierno el mismo día que se iniciaba el juicio. La organización atentó ese mismo día, a propósito, y “le ganó la batalla al sindicalismo de clase por primera vez”. El proceso 1001 pasó, lógicamente a un segundo término informativo.

“Pasamos mucho miedo”, explicaba Saborido, y recordaba las palabras del presidente del Tribunal al reanudar el juicio: “Me dan ganas de salir a la calle y matar rojos”. La sentencia llegó entre Nochebuena y fin de año. No perdieron las energías y recurrieron al humor para pasar aquellos días recordando el surrealismo de la detención.

Saborido, emocionado, ha homenajeado a sus esposas, a las esposas de los presos “que lucharon lo indecible” enfrentándose a quien hiciera falta. Y, desbordando las risas, ha citado a su mujer, quien asegura: “yo fui persona cuando tú estabas en la cárcel”.

Tiempo después, el Supremo revisó las penas y las rebajó. “Eso fue porque admitió que no éramos los dirigentes. Es decir, se bajó los pantalones, y ahí empezó la Transición, el futuro”.
Una Transición que, según el veterano sindicalista, “no tuvo la culpa de lo que ocurre hoy. Fue una transición de lucha, de pacto sobre pacto”.