En aquellos días un periódico costaba 2
pesetas, o sea 0,01 euro. El periódico era de papel y en blanco negro, eso sí.
Una televisión de 23 pulgadas costaba 13.000 pesetas, o sea, algo más de 78
euros. La tele, eso sí, era en blanco y negro había que pagar unas 500 pesetas
mensuales de impuestos, unos 3 euros. La tele sólo sintonizaba un canal pero ya
aparecían ofertas para poder cambiarla por una con UHF. A las 12 de la mañana,
todas las radios paraban para rezar el Ángelus. En España, en verano para más coña,
se rodaban escenas de Doctor Zivago,
un año en que la gran triunfadora de los óscar fue Sonrisas y lágrimas. Había que compensar a Julie Andrews después de
que Audrey Hepburn fuera la elegida para Pigmalion… Pero esa es otra historia.
En
aquel 1965, los Beatles actuaron en
la plaza de toros de las Ventas con más policía que público; obreros,
estudiantes y profesores se manifestaban día sí y día también siendo
brutalmente reprimidos; las Comisiones
Obreras empezaban a convertirse en algo clandestinamente serio en Madrid y
en España… Aquel mismo año murieron Churchill,
Nat King Kole, Stan Laurel (el flaco), o
Le Corbusier y fue asesinado Malcolm X.
En
Mónaco nacía Estefanía de ídem; en Estados Unidos, Sarah Jesica Parker y en España, Cristina de Borbón y yo. Y, a pesar de
los disgustos, nos conservamos bastante bien, la verdad. El año anterior, 1964,
España batía todos los records de nacimientos de su historia. 1965 peleó por
esa mejor marca: 667.749 personas vinimos al mundo, buena parte gracias a San Ogino.
En
lo que a mí respecta, fue con la llegada del otoño, el 22 de septiembre, cuando
asomé la cabeza en Madrid, ayudado por un eminente ginecólogo comunista: don Ángel Sopeña. El 22 de septiembre,
según el calendario católico, se conmemora San
Mauricio. Es decir, era el santo de mi abuelo materno por lo que era
inevitable que además de Alfonso me llamaran Mauricio conformando un conjunto
de culebrón venezolano: “Alfonso Mauricio”. En Italia y Francia, reconozco que
si puedo, prefiero el segundo, que suena más…, sensual.
Nunca
he sido muy de celebrar cumpleaños, ni de juntar a amistades variopintas, pero
este año he hecho la excepción de mi vida. Cuando la de la guadaña venga, me
voy a perder el jaleo que se monta en torno a mi cadáver, mis cenizas o mi nada;
así que he decidido poner en papel unas palabras escritas y unas fotos dando
forma a un libro y montar un sarao en
torno a 50 besos. Clandestinos. Escritos a mano.
Son
estos 50 besos un relato que, aunque
tiene un final, queda lo suficientemente abierto como para continuar con una
historia. Es casi un episodio piloto para escuchar vuestras opiniones…
Si
estás leyendo estas líneas y andas por Madrid el 22 de septiembre a las 20:00 horas, lo mejor que podrás hacer es
pasarte por la Fundación Abogados de
Atocha de Madrid, junto a Embajadores, en la calle Sebastián Herrera, 14.
Allí, el periodistas Felipe Serrano y el poeta Javier López me acompañarán para
presentar esos 50 besos. Y la música
de Lorenzo Azcona, claro. Y…, bueno,
ya lo verás.
(El
libro tiene un precio de 10 euros para cubrir los gastos y para donar uno de
esos diez a la Asociación Sentimientosde Cristal. En breve habrá versión digital que podréis adquirir por aquí.)
Aquí
os dejo el video libro de la historia… O pinchando aquí.
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