La enfermedad no entiende de
edades ni de fiestas. Parece que en fechas como las navidades que acaban de
terminar, la solidaridad y los sentimientos están más a flor de piel y nos
acordamos de quienes están en situaciones complicadas. Pero hay personas que
están al pie del cañón durante todo el año repartiendo alegrías y sonrisas
entre esos niños y esas niñas que se han topado con la enfermedad y se
encuentran hospitalizados. Cosas de las casualidades y el destino me llevaron
al madrileño Hospital Infantil del Niño Jesús, allí pude echar un rato con
Mariano Bes, payaso y celador, que se encarga de que 365 días al año (en 2016,
366 días) el dolor, la soledad, la tristeza de los más pequeños y sus
familiares se tomen un respiro. Cada día, a las seis de la tarde, en el
hospital, el espectáculo continúa…
El 2 de mayo de 1978 Mariano Bes tenía 18 años y se incorporaba a la
plantilla del famoso Hospital Infantil como jardinero. Poco a poco, al salir del trabajo en el turno
de mañana, por las tardes, acudía como voluntario para alegrar esas
interminables tardes hospitalarias de los peques enfermos. Finalmente Mariano
se hizo celador y, cuando las hermanas
de la Caridad se jubilaron, se hizo cargo del voluntariado. La coordinación
del voluntariado pasó de una hermana de la caridad a un celador de CCOO.
Recuerda Mariano que el Hospital del Niño Jesús tiene una gran
tradición de voluntariado porque desde su fundación en 1877 también era asilo.
“Muchos niños podían estar ingresados hasta 18 años consecutivos por enfermedades
como la polio. Eran ingresos larguísimos de niños que, en muchos casos, estaban
solos; bien porque no tenían familia,
bien porque no podían acompañarlos permanentemente. Algún caso de estos,
todavía conocí”, rememora.
A Mariano Bes le conoce todo el mundo en el hospital. Allí derrocha
actividad, simpatía, sonrisas allá por donde va. Es como Patch Adams, el doctor sonrisas que pudimos ver en el cine
protagonizado por Robin Williams,
pero en celador. El gran secreto a voces es que Mariano es payaso profesional, una
profunda vocación que comenzó a aprender muy joven a través del Club de
Payasos.
Cada día hay alguna actividad, cuando no visitas. De hecho, tras esta
charla previa a la particular y hospitalaria Cabalgata de Reyes Magos, llegará el equipo de rugbi con sus
regalos y sus historias deportivas. A la hora de realizar la programación,
Mariano se quita importancia, “no tengo problema por la propia tradición del
hospital y porque cuento con mucho apoyo. Además –asegura- la ley del
Voluntariado de 1992 ayudó mucho, porque
concertamos directamente con organizaciones de voluntarios que son
quienes aportan a esas personas tan importantes”.
Las actividades que se desarrollan son multitud: manualidades, carrito
de lectura, ciberaula, ajedrez, cine, teatro… “también hay voluntarios que
acompañan a niños que están solos por determinadas circunstancias (orfandad,
padres encarcelados…), pero esta circunstancia actualmente no es muy habitual”,
explica nuestro clown. Claro, también están las actuaciones en las habitaciones
cuando el pequeño enfermo no puede moverse.
A mí me parece muy complicado actuar ante un público tan especial, en
ese espacio tan pequeño y tan…, particular. Claro, la cosa no es tan sencilla: “Existe
un protocolo”, aclara Mariano. “Los voluntarios de las ONG tienen que superar
un curso de formación de la Escuela de
Voluntariado con el visto bueno de la Comunidad de Madrid; después tiene
que tener el visto bueno del hospital y además se les realiza una entrevista
personalizada”. Y es que es un trabajo que puede ser muy duro. De hecho existe
un servicio psicológico de apoyo a los voluntarios.
Con Mariano, entregando guisantes curiosos para leer. |
Lo que está claro es que si el niño no quiere actividad, no se hace
actividad. A veces, el niño sólo quiere despedirse tranquilamente de sus
familiares en esos momentos de injusticia natural en que los hijos se van antes
que los padres.
Con todo, Mariano Bes tiene
muy claro que “la risa no cura pero ayuda y humaniza un entorno como el
hospital. Y es muy emocionante ver a niños reírse junto a sus familiares en el
interior del teatro o en la habitación. Y es muy emocionante ver llorar a esos
padres y esas madres después de la actuación”, explica. Y recuerda cómo los
médicos de antaño, cuando había menos medios técnicos, reconocían que “nos
querían más por el cariño que dábamos que por los medios técnicos”.
A Mariano le buscan por aquí y por allá y nos despedimos, no sin antes
entregarle 19 ejemplares del libro, El guisante curioso editado por Agalir Ediciones Solidarias, en colaboración
con la Asociación Sentimientos de Cristal. Esos libros se
han donado gracias a las aportaciones realizadas con la venta de mis 50 besos.Clandestinos. Escritos a mano.
Aquí dejo una escena de Patch Adams que bien podría protagonizar Mariano...
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