“Somos
especialistas, vamos al detalle”
Marisa a las puertas del Palace por @frlorente |
Marisa
está en pie antes de las seis de la mañana, “a las seis menos diez”, especifica
ella. En el hotel tiene derecho a un desayuno, con tostada, y comienza a
trabajar a las ocho en punto hasta las cuatro, con media hora de parada para
comer y otra pausa de cinco minutos. La gobernanta reparte los turnos, “en el
Palace se reparte el número de habitaciones. Dos personas hacemos 24 ó 25
habitaciones, que son muy grandes y con muchos detalles”, explica.
No
oculta Marisa, que es delegada de CCOO, que el trabajo “es muy duro” y provoca
dolores de espalda, aunque también reconoce que la empresa cumple a rajatabla
los protocolos de salud laboral,
“incluso conseguimos que haya un fisioterpeuta dos veces a la semana”. Llegados
a este punto insiste en la importancia de estar organizadas en el sindicato.
Mujeres invisibles
Gracias
a una aplicación informática, las camareras del Palace saben cuando las
habitaciones están vacías para poder entrar a arreglarlas, “pero siempre
estamos pendientes con el rabillo del ojo no sea que el cliente esté en la habitación,
aunque la aplicación diga lo contrario,” explica Marisa.
Claro, es inevitable preguntarle por anécdotas y… “hay muchas”, dice Marisa, “pero eso
es secreto profesional”. Al final explica que evidentemente a veces se supone
que la habitación está vacía y no es así. “Me contó una compañera que una vez,
con la habitación a oscuras, empezó a hacer la cama y resulta que el cliente
estaba dentro. Claro, Salió en silencio y corriendo”. E insiste hay muchas
anécdotas, muchas…
Las
camareras siempre están ahí, arreglando, limpiando, sin molestar, con toda la
profesionalidad del mundo; pero invisibles. No es extraño que al cruzarse por
el pasillo con clientes no exista ni un saludo, ni un gesto de agradecimiento.
Eso sí, saben que su trabajo es fundamental y tienen la autoestima en muy buen
estado.
Vida laboral supeditada
a vida personal
Comenzó
a trabajar en 1976 en el sector de comercio, en una perfumería. Como a tantas
otras mujeres su vida laboral se ha visto afectada directamente por su vida
personal. Hace 29 años nació su primer hijo con una enfermedad de huesos, con
lo que tuvo que dedicarse cuatro años a cuidarlo. Al cabo de ese tiempo pudo
reincorporarse al comercio. Después vino el segundo embarazo y “las circunstancias”
la llevaron a un cambio.
Ella
realmente quiso estudiar para auxiliar de clínica, pero entre embarazos y
trabajo fue algo inviable. Lo que sí pudo estudiar fue Regiduría de pisos en la
Escuela de Hostelería. Aunque no encontró plaza de ello, sí entró en el mundo
del hospedaje. Ahora es camarera de piso, un trabajo que le gusta y del que se
siente orgullosa.
Los
objetivos empresariales del Hotel Palace y la existencia de un comité de
empresa fuerte y serio hacen que las condiciones de las camareras de piso no
sean lo que últimamente “se extiende por Madrid como una epidemia: las
externalizaciones”.
Marisa
explica que en el Palace hay diálogo con la empresa y que se escuchan las
opiniones de las trabajadoras y además se ponen en práctica, que por algo son
ellas las que están a pie de tajo. Pero es consciente de la que está cayendo en
el sector. En su opinión, “las externalizaciones son como buitres que sólo
quieren ganar dinero a costa del trabajo de los demás”.
Asegura
Marisa que hay hoteles por los que llegan a pasar ciento cincuenta camareras
diferentes, trabajando a destajo: “gente para limpiar hay mucha, pero la
precariedad y el maltrato no hace profesionales. El trabajo se puede sacar
adelante malamente, pero se pierde mucha calidad, algo que repercute en la clientela
y las instalaciones; algo que a medio plazo es perjudicial para las empresas y
más en una ciudad que se supone tiene una importante fuente de ingresos en el turismo”.
CCOO
mantiene una persistente pelea contra la externalización y la precarización de
un trabajo fundamental en la plantillas de muchos hoteles con empresarios sin
perspectiva. La crisis, también en este caso, ha servido de coartada para que
se desmande la subcontratación, la carga de trabajo, las presiones…
Marisa, que tiene unas
condiciones dignas y peleadas lo tiene muy claro: “no deberían consentirse las
externalizaciones, nos degrada como profesionales y como personales. Creo que
hasta están en fraude porque incumplen el convenio de Hospedaje”.
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