Adelaida y José Antonio por @frlorente frente a "su" Ministerio. |
La sanidad está que arde. Los poderes alientan la privatización de un derecho, la salud. Las privatizaciones pueden conllevar un empeoramiento del servicio sanitario, cuando lo que es evidente es que las plantillas de los hospitales privados tienen unas condiciones laborales de semiesclavitud. La ideología neoliberal entiende la salud como un negocio, algo que también está salpicando a la sanidad pública española, una de las mejores del mundo. En la pública siempre están los sindicatos de clase defendiendo derechos laborales y ciudadanos. En la privada, hasta ahora, está instalado el miedo, pero empieza a perderse, también gracias a la solidaridad generada a través de las mareas blancas. En esta entrada, que hace renacer el blog, os presento a dos personas que representan a aquellas en cuyas manos están nuestras vidas...
Se llama José Antonio Guechoum. La explicación de su sonoro primer apellido se explica
porque su padre es francés. De hecho, nació en París hace cincuenta años. Ha
tenido experiencia como enfermero en la sanidad pública pero ahora trabaja en
la privada, en el Hospital Madrid Sanchinarro. Eso sí, en su barrio. Como delegado de
CCOO es un pionero del sindicalismo de clase en la sanidad privada, “donde hay
condiciones laborales dignas del siglo XVIII”.
Ella es Adelaida Gallego, madrileña del Barrio de Los Ángeles, Adelaida es enfermera
en la sanidad pública, en el Hospital de la Princesa. Allí es delegada de CCOO,
lo que le ha llevado a “conocer toda la realidad de un hospital, que es como
una pequeña ciudad”. Tiene 42 años y un hijo, por lo que conoce muy bien la
dificultad para conciliar la vida familiar en una profesión a la que llegó
“casi por casualidad”, pero con la que ahora está “encantada”.
Adelaida y José Antonio coinciden en que las condiciones
laborales y salarios de enfermeras y enfermeros de la sanidad privada son mucho
peores que los de la sanidad pública. Claro, “en la sanidad privada las
condiciones laborales son dignas del siglo XVIII”, explica él como conocedor
del sector, y con elocuencia se explaya: “no hay forma de que podamos
planificar vacaciones, ni un solo día de nuestra vida dejamos de ver el
hospital porque no libramos un solo día”.
Y es que José Antonio tiene turno de noche, por lo que trabaja noches alternas, “y claro, en algún momento hay que dormir”. Luego está el
salario, en su caso “la diferencia salarial con la enfermería pública puede
llegar a los 900 euros”. Por no hablar
de lo reducido de las plantillas, con ratios escandalosas en las que, por
ejemplo, una planta de oncología puede estar atendida por las noches por una
enfermera para 17 pacientes.
Adelaida escucha, algo espantada, el discurso de su
compañero de la privada y concluye
por qué ocurre esto en los hospitales privados: “por miedo de los trabajadores
y trabajadoras, porque en la sanidad privada el sindicalismo de clase está
empezando ahora”. Y es que donde hay
sindicato consolidado, existen mecanismos para que se respeten los turnos y las
plantillas descansen, también en beneficio de los pacientes.
Por eso, asegura, “estamos viviendo un momento muy
importante que ha unido a toda la sanidad en torno a la marea blanca”. Ambos
coinciden en que no consiste en que se roben derechos a las plantillas de los
hospitales públicos, si no en que poco a poco los trabajadores y las
trabajadoras de la sanidad privada vayan conquistando esos derechos. La
solidaridad entre ambos colectivos ya es un hecho y en las movilizaciones de la
sanidad privada ya participan los compañeros y compañeras de la pública.
En esa línea de ir conquistando derechos se esfuerza José
Antonio con algunos logros, “por ejemplo, estamos empezando a introducir
mecanismos de control horario, algo históricamente inexistente en la sanidad
privada y que solo se logra con la existencia de un comité de empresa”.
Reforma laboral y
conciliación
Denuncia nuestro enfermero de la sanidad privada que, en la
Comunidad de Madrid, el Grupo Quirón está imponiendo las condiciones laborales
en el sector, “amparado por la reforma laboral de 2012”. Como en este caso la
sanidad es considerada “un negocio” aplican la reforma laboral mezclando
plantillas según “necesidades organizativas”, algo que en la pública si se
realiza, se hace con mayor criterio, según explica Adelaida.
Un asunto relevante para estos profesionales es la
conciliación, especialmente si se es mujer y se tienen hijos, como es el caso
de Adelaida. En su opinión “es muy complicada, especialmente para las mujeres
jóvenes. Más aún si no hay abuelos que puedan echar una mano”. Esta situación
lleva a que las mujeres terminan aplicándose reducción de jornada, “y la
reducción de jornada implica que se contrate mujeres suplentes con un tercio de
jornada”, convirtiéndose en el cuento de nunca acabar.
“Ante la imposibilidad de conciliar, la solución termina siendo la reducción de jornada o la excedencia”
Eso en lo que respecta a cuidados de niños o niñas porque “luego
está la imposibilidad de cuidar a familiares mayores que no se pueden valer por
sí mismas”. La frase para negar esos derechos es que es inviable “por
necesidades del servicio”.
Claro, esa “situación complicada para conciliar” de la que
habla Adelaida se convierte, en el caso de José Antonio en que “directamente no
existe conciliación”. Y explica, “si tienes que acompañar a un menor de la familia
al médico, aunque sea legal, no se concede. Y todo por miedo a la suspensión”.
La enfermería en la sanidad privada padece unas condiciones cercanas a la
esclavitud y en estas situaciones creadas por el miedo, a veces desesperantes,
“los derechos hay que pelearlos”.
En definitiva, en ambos casos, ante la imposibilidad de
conciliar, la solución termina siendo la reducción de jornada o la excedencia.
La mejor sanidad
También hay coincidencia entre enfermero privado y enfermera
pública en que la sanidad pública española es de las mejores del mundo, donde
están los mejores profesionales. Aunque desde su punto de vista, ésta se
mantiene “gracias a los residentes, los Médicos Internos Residentes (MIR), que
terminan siendo uña y carne con enfermeras y enfermeros, que terminan siendo
quienes les enseñan”.
Aunque suene a estereotipo, la realidad es que lo que ofrece
la sanidad privada es cierta suntuosidad, como habitaciones individuales, pero
si la enfermedad se complica…, se acaba derivando a la pública.
Pillados por @frlorente durante la charla. |
Otros estereotipos ya han desaparecido. La labor de la
enfermera es muy respetada y valorada por la ciudadanía. Por su parte, el ser
hombre en una actividad tradicionalmente femenina, tampoco es un problema, “de
hecho existe cierta discriminación positiva hacia el enfermero por parte de los
pacientes, quizá tengan más problemas, en este sentido, los auxiliares”.
Otra coincidencia del discurso de José Antonio y Adelaida es
que en el hospital el trabajo es inevitablemente en equipo: médicos,
auxiliares, celadores… aunque “los enfermeros y enfermeras somos quienes tenemos la
responsabilidad final”.
En ese contexto de trabajo en equipo, destaca José Antonio
“aunque desconocido, el gran papel de los sindicatos de clase. CCOO trata con
todos los profesionales y defiende a todos los trabajadores y trabajadoras con
una visión conjunta y no de gremio medieval”. Y concluye, “¿el futuro…?, es
esperanzador, partimos de la esclavitud pagada con la posibilidad de que se
vayan aplicando los convenios”. Un futuro que Adelaida espera que “deje de
estar tan politizado en la sanidad pública para volver a profesionalizarse”.
Y aquí un video sobre conflictividad en la sanidad privada.
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