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Su director, Christophe Barratier, y su protagonista, Gérdard Jugnot, vuelven a trabajar juntos tras el éxito de Los chicos del coro. En esta ocasión, un grupo de hombres en paro deciden unirse y ofrecer un espectáculo en el teatro del barrio. ¡No! No tiene nada que ver con Full Monty, que estamos hablando del París de 1936, tras la victoria del Frente Popular, y con los fascistas franceses envalentonados.
Al igual que en Los chicos del coro, el fondo del asunto gira entorno a las desgracias de un niño y su padre y, al igual que Los chicos del coro, la música juega un papel fundamental en la película. A esa música parisina con acordeón, callejera, de cabaret, sensual, animosa. Esa música que nos evoca Edith Piaf o la italiana adoptada por los franceses, Rina Ketty.
La película nos sitúa en ese París de calles convulsas, en las que los sindicatos van logrando con mucho esfuerzo la Europa social que aún conservamos. Paralelamente surge la historia de los cómicos, que se ven abocados al paro y en el centro la historia representada por Gérdard Jugnot, un hombre al borde del abismo que va perdiéndolo todo. Incluso, lo que más quiere, su hijo, le es arrebatado. Cierto que, cuando la película empieza a resultar un tanto lentita, resurge con la fuerza de la canción interpretada por Nora Arnezeder, una mujer enamorable, como queda claro en la cinta.
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domingo, 26 de abril de 2009
París, París (Foubourg 36)
Yo creo que estamos en tiempo de ver películas que al salir de la sala nos dejen buen sabor de boca. En París, París eso ocurre. Al menos a mí. No discutiré con quien la califique de moñoña, más como sinónimo de bonita que de pastelona. Es, lo que ahora viene en denominarse una comedia dramática, pero que para mí sigue siendo un drama, pues narra la vida misma, con sus alegrías y sus penas.
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