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viernes, 11 de diciembre de 2009

Para más Inri

Aquel tipo estaba medio en pelotas y hecho un auténtico desastre. Sentado en la primera fila, la sensación que me abordaba podría asemejarse a la de ver El Exorcista en la fila 3 del cine. Desde la palma de sus manos chorreaban dos regueros de sangre por unos descoyuntados brazos. El empeine de sus pies era otra herida indescriptible. Y otra en el costado. Pero quizá lo más gore de todo era la frente de la que brotaban otros hilillos de sangre a causa de una corona. La cara de sufrimiento se asemejaba a la de la gente que huía despavorida en aquellas imágenes que el Telediario dedicaba cada día durante años a la guerra del Vietnam. Y por encima de todo ello unas iniciales que siempre estaban ahí y nunca supe qué significaban, salvo por que mi madre tenía el latiguillo de decir, por ejemplo: "para más inri no te has lavado las manos", cuando se iban amontonando faltas infantiles.

El tipo daba pánico, y, para más inri, cuando salías a dar la lección sin tener ni idea empatizabas con aquel Cristo, que estaba hecho un auténtico cristo. Aquellos crucifijos exaltaban no ya la muerte, sino el dolor y el sufrimiento. Y aquella imagen se hacía fuerte en nuestro cerebro, casi sin darnos cuenta, como la publicidad subliminal de la tele.

Con el tiempo, alguien ha tenido la genial idea de quitar los crucifijos de las escuelas y, tanto los obispos como algunos portavoces del PP, han puesto el grito en el cielo, bueno, en el cielo, no, en radios (especialmente la divina COPE), prensa y televisiones. Dicen que el crucifijo es símbolo de Europa, cuando Europa surgió unos cuantos siglos antes de que Jesús fuera crucificado; dicen que el Gobierno terminará prohibiendo los belenes y privará a los más peques de la Navidad, en uno de los más geniales alardes demagógicos.
Yo, que soy ateo, creo, me lo paso pipa poniendo el Belén y comprando figuritas y respeto, hasta donde se dejan, a todas las religiones.

Recuerdo que, ya crecido, un día, sin que nadie me viera arranqué aquel crucifijo de la pared del aula y sentí una enorme liberación. ¡Caray la de miedos que me cargué con esa simple acción!
De acuerdo en que el cristianismo primigenio destila humanismo, pero los símbolos son símbolos y, los símbolos que no son de toda la humanidad ejercen violencia. Cambiemos los cristos por nada, o por unos espléndidos soles que irradien vida y alegría.

2 comentarios:

  1. ¿Dónde hay que firmar para que se cambie el crucifijo por una sonrisa, por un sol o por una flor? En la escuela pública donde estudian mis hijas no hay crucifijos pero sigue existiendo la presión que tal símbolo y varios años de obligación religiosa ha hecho en nuestras mentes. Lo percibimos en que son cuatro alumnos los que estudian alternativa, en que las obras de teatro que representan los alumnos son puramente religiosas (no debe haber obras navideñas que exalten la paz o la amistad, sin vírgenes ni ángeles)en que mis hijas son de los pocos "bichos" que no van a hacer la comunión. Desde luego hay que reconocer el efecto de la iconografía religiosa en nuestras mentes.

    Nos queda mucho por cambiar, por aprender y, sobre todo, por respetar. La religión en las iglesias. En la escuela, la educación y los valores. Un saludo.

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  2. A pesar de tu razonable e interesante explicación
    no te van a entender, no, la España de charanga y pandereta no renuncia a sus simbolos. Es inutil
    apelar al humanismo a la racionalidad al estado
    no confesional, laico..es asi.
    Parece que prefieren ver la sangre en el rostro de
    una imagen representando al "hijo de Dios " su dios muerto en
    sacrificio en vez de la luz de la tolerancia.
    Aqui todo cuesta muchisimo, los cambios son lentos porque siempre " ofenden" a alguién o a los mismos.
    ( perdón por la extensión del comentario )
    Un abrazo.

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