Ocurrió el año pasado. En realidad hará cosa de tres meses. O menos. Una amiga me decía que si podía prestarle el libro La elegancia del erizo, que comenté tras haberlo leído en verano. Con prestancia realicé el prestamo sin ponerle fecha de caducidad. A pesar, incluso, de llevar algún subrayado que puede poner en evidencia alguna característica de mi oscura personalidad. Me advirtió mi amiga que era lenta lectora, que primero lee un libro y luego otro y luego otro. Era cierto. Han estrenado la peli El erizo, basada en el best seller, y no tengo noticia del libro. ¡Caray!, ni de mi amiga. Que es peor. Claro, que el libro anda por ahí con subrayados…
El problema es que leí el libro. Y, a pesar de ser un best-seller, me gustó. Lo devoré, pero también lo saboreé. Releí varias reflexiones y monólogos que, lógicamente, en la peli no cabían.
Cuando leemos un libro lo hacemos nuestro. Interiorizamos la historia, las descripciones y los personajes. A estos les damos nuestra voz interior y saboreamos la historia basándonos en nuestra experiencia. En nuestras experiencias y nuestra imaginación. Me sorprendió de la película que los personajes se parecían muchísimo a lo que yo había imaginado en el libro. Por no destripar nada diré que interioricé de manera diferente la relación final entre René y Ozu.
A mí me gusta esa relación estética, intelectual. Esa relación que permite que dos seres hablen, con palabras o sin ellas, sobre las emociones o no emociones que reciben al ver un cuadro, leer un libro, escuchar una música, ver una película o degustar sushi. Incluso a desarrollar una postura de pilates o yoga; o una jugada de fútbol. Quizá esto lo he descubierto hace relativamente poco. En unos días en que decidí virar lentamente a estribor, aprovechando las mareas y el rular del viento. Un virar que, como plantea el libro hace que intenté cada día pensar el futuro para que cada día sea imperecedero.
En la peli, efectivamente se da una mayor relevancia a la máxima de Tolstoi. "las familias felices son todas iguales; las familias infelices lo son cada una a su manera". Y a través de Tolstói "la autora vincula la vida interior de los libros con el mundo exterior y a Reneé con el nuevo protagonista de la historia: un japonés mundano en el mejor sentido, arquetipo del movimiento, para descubrir lo oculto y la belleza detrás de las apariencias", que dice Mamolar.
La peli, con evidente aroma francés que a tantos denigra pero que a mí me agrada, es muy digna y utiliza interesantes recursos para no traicionar la obra en la que se inspira. Eso sí, al negro sobre blanco se le saca mayor sustancia. Y evocando a Manolo Escobar, ¿dónde estará mi libro?
Ahí os pongo el trailer en español:
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Cuando prestas un libro corres ese riesgo..quedarte sin el libro y sin el amigo, que es francamente peor.. De todas formas no deseperes.
ResponderEliminarTengo pendiente la pelicula y el libro y ¡ no sé x donde empezar ! Al leerte intuyo que es mejor el
libro, pero tambien es verdad que una cosa es el lenguaje visual y otra el literario.
Gracias por acercarnos a los personajes.
Un abrazo