Este corto me recuerda el hambre que decía mi madre que se pasó en Madrid durante la guerra civil y la larga postguerra. Me recuerda por qué en mi casa no se tiraba la comida.
Y demuestra el escándalo que es esta sociedad de la opulencia.
Aunque, eso sí, la solución no creo que sea rezar o dar gracias a ningún dios.
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