Yo que soy ateo puedo llamar Charlie a Dios sin ningún problema y dentro del respeto. Y a estas abuelillas sin nietos (el valor se les supone) puedo considerarlas sus ángeles. Pincha aquí para verlas.
Raudas, veloces, pisando con seguridad el asfalto, atravesando el madrileño Paseo del Prado.
Y felices de respirar ese asfalto como estudiantes haciendo novillos.
Son cuatro, como los jinetes del apocalipsis, pero yo prefiero considerarlas ángeles de Charlie, que aunque eran tres, están aquí cumpliendo la misión que les encarga su Charlie particular.
Lo malo es que esa misión está supervisada por los chicos: curas, obispos y tal.
¡Suerte chicas!
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