Es catedrática en Sociología y tiene un currículum impresionante al que acaba de poner una guinda histórica. Durante estos últimos tres años ha sido directora general del Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), el cargo de mayor nivel ocupado por una persona de nuestro país en una agencia de Naciones Unidas. En este tiempo ha peleado para la creación de ONU Mujeres, para que el trabajo de la ONU en favor de las mujeres sea más efectivo, entidad que esta bajo la dirección de Michelle Bachelet. Es amante del deporte y extremadamente educada que incluso habla de usted a su iPhone, no ya a sus interlocutores, a su iPhone. A Inés se le puede estar escuchando durante horas, que a los conocimientos se une su capacidad pedagógica.
Investigadora y luchadora por los derechos de la mujer en nuestro país desde principios de los setenta, Inés Alberdi se considera fundamentalmente profesora universitaria, y su pedagógica forma de expresarse atestigua esta identidad. Anduvo en primera línea a favor de la ley del divorcio, y considera que la Constitución de 1978 supuso “una revolución, un cambio de 180 grados en las relaciones entre hombres y mujeres” porque consagra la igualdad de ambos en el matrimonio y en la familia. Sus ojos brillan de orgullo cuando rememora aquellas luchas “por la liberación de la mujer”, y proclama contundente: “Soy de una generación que tuvimos la suerte de luchar por cambiar las cosas y ver los resultados de esa lucha”.
Su trabajo en UNIFEM ha sido muy importante. Dirigir un Fondo de Desarrollo, avanzar en su trabajo, “hacerlo crecer con el apoyo de un equipo de gente fantástica, ha sido una gran oportunidad”, me cuenta; “y hemos podido unificar toda la labor de Naciones Unidas en pro de la igualdad de género y conseguir la creación de ONU Mujeres. Nos parecía muy importante la fusión de los cuatro organismos dedicados a la mujer y darle un rango mayor a la entidad conformando ONU Mujer que, bajo la dirección de Michelle Bachelet”, que se ha presentado mundialmente el 24 de febrero.
Con todo, Inés Alberdi es realista y asegura que el avance en la igualdad de la mujer es menor de lo que se necesitaría y mayor de lo que hubiéramos pensado hace cincuenta años. Y me cuenta de la Cumbre de Beijin que allá por 1995 concluía que había que cambiar las estructuras de la sociedad, o eso pensaba yo…
Y me explica Alberdi que han cambiado bastantes cosas, pero no es suficiente. En Beijing se acordó una Plataforma de Acción para cambiar de verdad la situación de las mujeres en relación a la pobreza, la educación, la capacitación y el empleo, el derecho a la salud sexual y reproductiva; acabar con la violencia, asegurar su participación en la economía, en el poder y los procesos de decisión; garantizar sus derechos humanos y su trato en los medios de comunicación y un largo etcétera. “Todo esto tiene todavía hoy vigencia como tal plataforma. El avance es indiscutible en el sentido de que nadie discute la legitimidad de los derechos humanos de las mujeres. Tienen los mismos derechos que los hombres, pero la realidad de esos derechos no está asegurada en muchos países del mundo”.
Por ejemplo, me relata que hay países en que las mujeres no tienen derecho a la propiedad de la tierra. En muchos casos coincide con aquellos estados en que la producción agrícola está mayoritariamente en manos de mujeres. Hay lugares del mundo en que el hombre puede repudiar a la mujer, así, sin avisar, por cualquier cosa, y las mujeres están sometidas a la obediencia al marido sea cual sea el disparate que ellos impongan. Es decir, en muchos lugares no son reales los derechos, pero hemos avanzado muchísimo en que tanto las Naciones Unidas como los distintos gobiernos defiendan esos derechos.
Educación
Era este asunto uno de los pilares del paquete de medidas de Beijing y Alberdi me asegura que hay que invertir más recursos y aumentar los incentivos para que la participación de las niñas sea real y estable. La realidad es dura: “En muchas sociedades, las niñas, al llegar a la pubertad, dejan de acudir a la escuela por múltiples motivos: falta de interés de la familia, inseguridad, miedo a que sean abusadas por profesores o en el camino a la escuela… Hay muchísimas circunstancias que limitan que las niñas tengan una educación…”
Sí aclara que Alberdi que la defensa de los derechos de las mujeres nunca olvida la defensa de los derechos de los hombres. Eso sí, hay un montón de razones que explican que los derechos de las mujeres son mucho más vulnerables y vulnerados que los derechos de los hombres.
Violencia
La violencia contra las mujeres es el resultado de ideas de inferioridad, de desprecio a las mujeres durante cientos de años por parte de casi todas las culturas conocidas que han considerado que las mujeres tenían que estar supeditadas a los hombres y obedecerles. Por ello, explica Inés Alberdi, “el castigo físico y los malos tratos han sido durante cientos de años una cosa normal. El padre y el marido tenían derecho a pegar y castigar a la mujer cuando ésta no se sometía a la obediencia debida. Cuando se cambia el paradigma de las relaciones entre hombres y mujeres, ya no tiene ningún sentido el castigo físico, pero que esto se acepte y se socialice es un proceso muy largo. Quedan esas ideas de sometimiento, de dependencia, de propiedad de las mujeres, en una minoría de hombres que reproducen esa violencia. Y no es un problema exclusivo de los países más pobres. Lo es de todas las sociedades a distintos niveles”.
¿Soluciones? Inés apuesta por un futuro esperanzador a pesar de que es muy duro ver que se toman muchas medidas y que el problema no desaparece. Y explica: “En general, la sociedad ha cambiado. Cuando yo era pequeña que el marido le pegara a su mujer no era delito. Se consideraba algo privado y no era un comportamiento perseguido ni sancionado. En eso hemos avanzado mucho. Sin embargo, hacer desaparecer la violencia es muy difícil. Luego, hay un tema sobre el que hay que reflexionar, y es hablar mucho de los sucedidos mas graves. Hay psicólogos que opinan que en ciertas personas con mentalidad machista, agresiva y violenta, el conocer con detalle estas agresiones puede tener efecto emulación y resultar en mas violencia hacia las mujeres”.
Religión
Me explica Alberdi, que las ideas de dominio y sometimiento del hombre sobre la mujer, son ideas muy tradicionales que han persistido en todas las instituciones tradicionales y que han ido desapareciendo gradualmente. Actualmente todavía se mantienen en las tres grandes religiones monoteístas: Islámica, judía y cristiana que discriminan en su tratamiento a las mujeres. Concretamente la Iglesia católica en estos asuntos sigue con ideas de la Edad media. Piensa que las mujeres son inferiores, no pueden ser sacerdotes, ni obispos, ni papas. La iglesia, aunque no todos los católicos, mantiene ideas muy anticuadas que no han evolucionado, aunque creo que evolucionarán; se darán cuenta, y dentro de cuatrocientos años pedirán perdón como hicieron con Galileo. Que las mujeres católicas no puedan ser sacerdotes ni obispos es una ofensa a los derechos de las mujeres.
Cuotas
Empoderamiento es otro concepto que surge a partir de Beijing. Significa que las mujeres tengan más sentido de su dignidad, de sus derechos. Que puedan tener ambiciones desde el punto de vista educativo, laboral, político, que puedan ser capaces de decir “yo quiero ser artista”, o “quiero ser ministra”, o “directora de una empresa”; es decir, ser libres de tener aspiraciones importantes.
En este asunto, Alberdi se ha mostrado partidaria de las cuotas. Considera que “las medidas de discriminación positiva son buenas transitoriamente para combatir prejuicios que tenemos desde hace muchos años. Si, por ejemplo, siempre los directores generales de banca han sido hombres, tenemos en la cabeza que la autoridad bancaria debe ser masculina”.
Nuestra catedrática de Sociología se refiere a su experiencia: “Mi generación tiene una especie de retina interior en que la excelencia intelectual, literaria, económica, política era masculina. Las cuotas cumplen una función positiva en permitir que las mujeres compitan por estar en los puestos de responsabilidad y poder. Se ha visto en el terreno político ya que son numerosos los Parlamentos y los Gobiernos en los que las mujeres están presentes. No ha sido así en el mundo sindical, ni en el empresarial. Hay pocos ejemplos de cuotas en el terreno de la dirección económica. Sólo algunos países, como Noruega, donde la ley obliga a tener, en 10 años, un mínimo de un 40 por ciento de mujeres en los Consejos de Administración de las empresas. Y recientemente en Francia se ha aprobado algo similar”.
Futuro
Cree Alberdi que los hombres y las mujeres jóvenes tienen muy asimilada la igualdad, pero no les gusta hablar de feminismo, ni identificarse con el feminismo. Mayoritariamente creen que está superado. En general, las mujeres jóvenes tienen las mismas aspiraciones que los hombres jóvenes. “Podríamos considerar que la mayoría de las chicas jóvenes son feministas, pero no les gusta identificarse con el feminismo. Esto me lleva a pensar que el movimiento feminista ha alcanzado grandes logros, pero no ha tenido éxito de imagen”.
Y defiende celebraciones como el 8 de marzo: “es bueno que haya una celebración a nivel mundial porque aún hay muchos avances que hacer. La igualdad salarial todavía es una reivindicación de las mujeres trabajadoras, aun en los países democráticos y desarrollados. Y todavía hay muchos lugares del mundo en que no se respetan los derechos humanos de las mujeres”.
Y dicho esto, quedamos para otro día cambiar de tercio y hablar de las aplicaciones del iPhone. Y gracias a Paz Martín, que me ha presentado a esta magnífica mujer.
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