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lunes, 30 de mayo de 2016

María Jesús Veiga, portavoz de ACNUR-España

“Es fundamental invertir en la resolución de conflictos”

María Jesús Veiga, fotografiada por @frlorente
Barcelonesa afincada en Madrid, completó su formación como trabajadora social en EEUU. Lleva más de veinte años inmersa en el drama de los refugiados. Tras pasar por Cruz Roja, en ACNUR ha trabajado en áreas de protección, reasentamiento, reunificación familiar, menores no acompañados y género. De primera mano ha vivido la tragedia en Kenia, Etiopía, Congo, Jordania, Colombia… Ahora clama porque la gente de Siria necesita “paz ahora, y la están pidiendo a gritos”

Con Siria como fondo insiste en que “es fundamental invertir en la resolución de conflictos”. Ahora considera que es “urgente que se mantenga y refuerce el alto fuego que nos ha permitido llegar con camiones de ayuda humanitaria a zonas sitiadas desde hace tres meses”. Y explica, “si la crisis de Siria se hubiera abordado adecuadamente, no hubiéramos cedido todo ese espacio para el DAESH y para que ese vacío de poder lo hayan aprovechado grupos extremistas”. Rechaza los discursos islamófobos, racistas y xenófobos porque alimentan la causa de los extremismos y captan más adeptos.

Y recuerda:“Grecia ha hecho un esfuerzo enorme, pero es evidente que no puede cargar sola con esta situación. Pedimos una responsabilidad compartida por aquellos estados que han contribuido mínimamente, como España, que ha quedado al rebufo dando asilo a sólo un 1 por ciento respecto a todo el conjunto de la UE”.

P. Sesenta millones de personas buscan refugio en el mundo. El dato es escalofriante. Es como si toda la población de Italia se convirtiera en refugiada…
R. Son sesenta millones de personas que han tenido que huir, que dejar sus casas, dejarlo todo para buscar protección. Unos, en otras partes del país, que son los desplazados internos y otros cruzando fronteras, que son los refugiados. Los sesenta millones lo conforman refugiados, desplazados y quienes solicitan asilo. Además hay en torno a diez millones de personas apátridas, personas sin nacionalidad que muchas veces transmiten esta condición a sus hijos como si fuera una enfermedad. ACNUR tiene el mandato por parte de las Naciones Unidas de dar protección y velar por los derechos de refugiados, desplazados internos y apátridas.


“En Líbano, una de cada tres personas son refugiadas. Es como si a España llegaran trece millones de personas”


P. El problema es el crecimiento exponencial de personas que huyen: más de treinta millones en diez años, ¿por qué?
R. Cada día surgen 42.000 personas que se tienen que desplazar por conflicto. En los últimos cinco o seis años se ha reactivado alrededor de quince conflictos en el mundo, con un nivel de resolución bajísimo, por lo que quienes huyen no vuelven a su tierra.

P. Habla de “mandato de las Naciones Unidas”. ¿Son eficaces las Naciones Unidas?
R. Sin duda las naciones deberían estar más unidas. El fracaso por no invertir adecuadamente en prevención y solución de conflictos es general de todos los países. Nosotros, como brazo humanitario de las Naciones Unidas no podemos resolver crisis humanitarias, trabajamos con las consecuencias de esas crisis, pero la solución pasa por decisiones políticas, no humanitarias.

“Cada día surgen 42.000 personas que se tienen que desplazar por conflicto”
P. Los datos de Siria son escandalosos: la mitad de la población huye.
R. Hay 4,8 millones de refugiados que buscan protección fuera del país; el 96 por ciento en países limítrofes: Líbano, Jordania, Turquía, Irak y Egipto; y dentro del país, aunque hay doce millones que necesitan ayuda humanitaria, seis son desplazados.

P. ¿No cree que en occidente tenemos un problema de discalculia y no entendemos las cifras?
R. Son tremendas. En Líbano, por ejemplo, una de cada tres personas son refugiadas. Es como si a España llegaran trece millones de personas…, y nos echamos las manos a la cabeza con una patera o con un salto a la valla de Melilla. Los países limítrofes de Siria llevan cuatro años desbordados sin que la comunidad internacional colabore en nada, ni infraestructuras, ni en sanidad, ni en  servicios sociales, ni en educación…

P. Pero la sociedad sí se moviliza…
R. La movilización es impresionante: el ciudadano de a pie, la sociedad civil, agentes sociales, comunidades, ayuntamientos… Esa presión ha hecho que, al menos, se cumpla con los compromisos adquiridos.

P. Muchas personas ofrecen sus casas para acoger refugiados. ¿Qué le parece?
R. Hay que agradecer enormemente esa solidaridad, pero el tipo de ofrecimientos deben encajar con las necesidades reales. Hay que canalizar esa solidaridad espontanea a través de ayuntamientos y comunidades bajo las directrices de organizaciones que llevan muchos años de experiencia trabajando en acogida, adaptación e integración de refugiados. Meter a un refugiado en casa, según llega, probablemente no sea lo más acertado. Estas personas vienen habiendo vivido experiencias traumáticas muy duras; necesitan un periodo de adaptación con profesionales que conozcan su situación. Donde sí hace falta como respirar el apoyo es en la segunda fase, cuando el refugiado sale de centros especializados gestionados por ONG o el Ministerio con una base del idioma y la idiosincrasia del país de acogida. En ese momento sí hay un problema de alojamiento, de formación y de empleo. El apoyo pasa por tejer redes para que al salir de los centros tengan a donde acudir.

P. En el lado contrario están quienes temen que los refugiados les quiten su puesto de trabajo. ¿Qué decirles?
R. Que imaginen que salen con su familia huyendo de las bombas, que han sido torturados, perdido hijos, cónyuges…, que tienen que huir para salvar la vida y que si te devuelven a tu país es una condena a muerte. Hay pocas opciones. Recordaría que los españoles tuvimos que huir de una guerra civil de la que todavía quedan heridas y si muchos países no nos hubieran abierto sus puertas, probablemente no estaríamos aquí.

Acuerdo de la vergüenza

P. Especialmente llamativo es el tratado firmado por la Unión Europea y Turquía. Un tratado calificado de ilegal e inmoral por multitud de organizaciones...

R. Este acuerdo surge tras un fracaso estrepitoso de la UE para dar respuesta a la crisis de refugiados más grave desde la Segunda Guerra Mundial. Era una crisis perfectamente manejable si se hubiera gestionado de una manera equilibrada entre todos los países de la Unión Europea. Criterios para esa responsabilidad compartida existen, pero cada país ha ido pasando el problema al de al lado, y así es imposible solucionar nada. Los problemas se solucionan afrontándolos a tiempo y ahora este acuerdo no tiene las garantías legales de aplicarse ni en Grecia, ni en Turquía para poder ejecutarse adecuadamente. No se puede asegurar que quienes huyen van a tener acceso a un sistema de asilo justo, ni unas condiciones de acogida decentes. Los centros en las islas griegas están saturados, con gente a la intemperie, familias separadas, menores solos y sin atención…, y esto es Europa.

Pillados por @frlorente en la sede de ACNUR-España.
ACNUR 

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR, en inglés UNHCR, UnitedNations High CommissionerforRefugees) es el organismo de las Naciones Unidas encargado de proteger a los refugiados y desplazados por persecuciones o conflictos, y promover soluciones duraderas a su situación, mediante el reasentamiento voluntario en su país de origen o en el de acogida. Tiene su sede en Ginebra, Suiza, y tiene más de 250 oficinas repartidas por todo el mundo en 125 países. El derecho al asilo y refugio es contemplado en la Declaración Universal de Derechos Humanos

Como corresponsalía en España, la presencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) data de los años 60, y es en 1979 cuando se establece la Representación de ACNUR en Madrid, al frente de la cual se encuentra un Representante del Alto Comisionado. Desde el año 2014 Francesca Friz-Prguda es la Representante de ACNUR en España.

España se adhirió a la Convención de Ginebra de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados el 22 de julio del año 1978, quedando consagrado el derecho de asilo en el artículo 13.4 de la Constitución española del mismo año. 


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