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miércoles, 2 de diciembre de 2009

Sartorius, el Arzobispo Morcillo y los personajillos

El PCE de la clandestinidad, desde el que germinaron buena parte de las Comisiones Obreras, estaba formado por jóvenes que supieron utilizar el momento histórico. Eran jóvenes preparados intelectualmente que no habían vivido la guerra. Era una nueva generación que se enfrentaba a tiempos de cambio. Eran apasionados, pero pragmáticos.

Ayer tuve la fortuna de escuchar a uno de esos jóvenes, Nicolás Sartorius (podemos ver su retrato pinchando aquí), en la presentación del libro Crónica gráfica de CCOO de Catalunya 1964-2008. Una presencia decisiva. Sartorius fue uno de los fundadores de las Comisiones Obreras y como dirigente del sindicato padeció el proceso 1001, por el que fue condenado a 19 años de prisión, uno menos que Marcelino Camacho. Un proceso que se inició el 20 de diciembre de 1973, coincidiendo con el ánimo volador de Carrero Blanco. Actualmente, Sartorius es vicepresidente de la Fundación Alternativas.

Como curiosidad resaltar que, cuando la dirección de CCOO cayó, tomó las riendas del sindicato en España la dirección de Comisiones en Cataluña, que los catalanes anduvieron más listos.

Contaba el histórico sindicalista que la gente, en general, no tiene ni idea de lo que ocurrió en lo que se llamó la Transición, "un hecho histórico que es incomprensible sin Comisiones Obreras". A juicio de Sartorius "no se ha sido justo con el papel interpretado por Comisiones Obreras", ya que el sindicato "fue el eje sobre el que giró todo el movimiento en general. Un movimiento al que luego se sumaron muchas personas".

Sartorius destacó el elemento más valioso protagonizado en aquel tiempo por Comisiones Obreras: "acabar con el Gobierno de Arias Navarro" en los primeros meses de 1976 a base de constantes luchas sociales. "Esto fue decisivo y no se ha explicado bien", contaba Sartorius, quien aseguraba haberse quedado estupefacto con aquella serie sobre la Transición realizada por Victoria Prego, "donde aparecían personajillos que hicieron recados, pero no hicieron nada por acabar con la dictadura".

A juicio de Sartorius, otros elementos fundamentales liderados por Comisiones Obreras fueron, por ejemplo, "la creación de un nuevo sindicalismo con una nueva cultura", por lo que la contribución del sindicato en la consecución de la Democracia fue "enorme".

Y evocaba aquellos días, en lo años sesenta y setenta en que las iglesias eran los lugares más seguros para realizar reuniones y asambleas clandestinas, "nunca en mi vida he pisado tantas iglesias", aseguraba socarron. Y recordaba una jornada (que debió ser de fines de los sesenta) en que estaban reunidos en un convento unos cuantos miembros de la dirección clandestina del sindicato. La cuestión es que se echó la hora encima y llegó el momento de la Misa, o de los Oficios, o como se llame lo que fuera.

Lógicamente, aquella dirección sindical debió poner cara de ejercicios espirituales y siguió la corriente para disimular. En un momento dado comienza esa retahíla en la que el cura ruega por un montón de gente: "Por los pobres de espíritu. Roguemos al Señor". Y las Comisiones Obreras, "te rogamos óyenos". "Por el Papa. Roguemos al Señor". Y las Comisiones Obreras, "te rogamos óyenos"…, así debieron rogar hasta por el padre de Domingo Ortega. Pero hete aquí, que en aquellos días el arzobispo de Madrid, era más de derechas que Millán Astray (le sucedió Tarancón en 1971, eso sí); un tal Morcillo, que actualmente tiene calle en Madrid por el Barrio del Pilar. Y en el recitado de los ruegos iba también este tipo: "Por el arzobispo Morcillo. Roguemos al Señor". Y con un par. Tal como le salió del alma, el Tranqui, líder de la Construcción (la Constru): "¡Ah, no. Por ese si que no!" La cosa no fue a mayores, pero a punto estuvo de estropearse el asunto.

Luego hubo una doble cambiada en el acto y la actualidad también cobró relevancia, por lo que se trató el asunto de la reforma laboral. A juicio de Nicolás Sartorius "el planteamiento es falso porque lo que hay que reformar es la empresa, lo que falla es la empresa". Destacó que desde los más diversos sectores se habla de la reforma laboral sin que nadie diga nada concreto sobre en qué debe consistir, a excepción de Toxo, que ha recomendado que miremos el modelo alemán (algo he visto que también ha dicho hoy Zapatero).

Para Sartorius, lo que hay que reformar es la empresa y "no podemos seguir con un modelo económico basado en la construcción, la hostelería y el servicio doméstico". Además denunció que no existe sistema productivo y que habría que haberlo cambiado cuando había liquidez, "aunque nunca es tarde".

Y sobre el futuro, habló de la relación del sindicalismo con la globalización: "si la clase obrera es internacionalista, las multinacionales lo son más", aseguró. "El gran partido se juega a nivel global y a nivel global, los sindicatos no tiene fuerza", concluyó. Y no exento de sorna se refirió a la Internacional, "que de nada sirve acabar los congresos con su canto", cuando estamos más preocupados de lo local. Claro. No podemos negar las contradicciones internas de la clase obrera.

Y si alguien ha llegado hasta aquí, puede ver este video que se me ha venido a la cabeza escuchando a Nicolás Sartorius.

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