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miércoles, 3 de marzo de 2010

200 años de Chopin, canción inolvidable



Hoy lo he hecho al revés. He empezado con un video. Gracias a este año y pico de blog he descubierto la importancia del cine o, mejor, la importancia de las películas vistas desde la infancia. El otro día, el lunes, 1 escuchaba en Radio Nacional que se conmemoraba el 200 aniversario del nacimiento de Federico Chopin, el más grande compositor polaco y, seguramente, el más importante pianista. Pensé escribir algo sobre el asunto, pero lo paré porque veía que me salía una cosa demasiado empalagosa y romántica. Luego vi que, en face book, el bueno de Antonio Garcia Cordero recordaba el cumpleaños de Chopin. “Mal de muchos, consuelo de tontos” y os cuento unas líneas sobre lo que me evoca Chopin. Nada erudito, por cierto.

Mi primer recuerdo de Chopin es un libro de hojas amarillentas de mi padre que ahora se encuentra en una caja de mudanza, el libro, no mi padre. Pero esa es otra historia. El libro pertenecía a una colección de biografías de músicos y yo lo veía por los estantes. Me resultaba sonoro lo de “Chopin”. Me sonaba a “chirla” y a “Charlot con bombín” a “cacho y ping-pong”.

Una tarde de sábado. Perdón, una de esas infantiles y magníficas tardes de sábado con película en la tele después de Heidi, me encontré con la vida de Chopin, que resulta que no sonaba ni a “chirla”, ni a “Charlot con bombín”, ni a “cacho”, ni a “ping-pong”. Sonaba más a mosca, como a “Sshopén”.

Me impactaron muchas escenas. Igual que hoy me ha impactado, gracias a youtube, ver que la peli era en color. Lo que era en blanco y negro era el televisor que emitió aquel sábado Canción inolvidable (A song to remember). Recuerdo escenas en habitaciones recargadas de tapices y alfombras. Recuerdo una música que me cautivó y un escupitinajo sanguinolento (más negro que rojo, por aquello de la tele) sobre las teclas del piano por culpa de la tuberculosis de Chopin.

Poco después vino el veraneo familiar a Mallorca: la primera vez que subía en un avión y visita al lugar donde se hospedaron un invierno Chopin y su amada, la novelista y feminista George Sand. En Valldemossa.

Y es que Chopin se enamoraba con frecuencia. A los 16 años estaba perdidito por Constanza una estudiante de canto. Luego, en una visita a Alemania se enamoró perdidamente de la hermana de un amigo. Ahora la de los 16 era la chica y su madre se negó a la boda. Chopín se quedó destrozado. Luego, hasta las cachas por la mencionada George Sand, que tenía un hijo que no soportaba a nuestro pianista. En realidad fue su relación más profunda. En 1847, la novelista le da calabazas por medio de una carta y cae en una depresión de la que no levantó cabeza. A pesar de ello y su débil salud tuvo tiempo de tener una relación con una discípula: Jane Stirling, que le llevó de gira por Inglaterra, aunque la muerte andaba cercana y pudo con él un 17 de octubre de 1849, con 39 años.

Chopin era un romántico en el amor a las mujeres y en el amor a su patria, a Polonia, que invadida en 1830 por los rusos, cambió e inspiró la vida del compositor. Y emocionó a quienes escuchamos sus polonesas. La Gran polonesa, por ejemplo.

Chopin quiso que en el funeral de su muerte sonara el Réquiem de Mozart. A veces pienso si quedaría bonito que cuando yo palme suene la Marcha fúnebre de Chopin o el My way de Sinatra, aunque sin funeral. Lo iremos viendo. Pero dejo dos ideas porsi.

Sí tengo claro que aquella peli que decía al principio me metió en el alma música como esta Polonesa heróica, una Canción inolvidable:

1 comentario:

  1. ¡ Estamos romanticones...! XP
    No me extraña nada, llueve, el tono gris del cielo y un cierto aire melancólico concuerdan con
    esa música tan de novela de amor desesperado..
    Y lo digo sin ironia.. es un estado de ánimo.

    My way ..pero la Polonesa tiene un punto muy de
    himno triunfal..tú veras.XD

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