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lunes, 10 de mayo de 2010

La reforma necesaria (V)/ La última noche / Francisco de Asís

Esta es la última noche en el apartamento. Hace ya dos meses que hice público el inicio de la reforma necesaria de mi casa (pincha aquí), y ahora tengo que volver a casa. Que no es que esté completamente finalizada la reforma, no, pero sí lo suficiente como para volver a casa. Esta semana, mientras arrancan los electrodomésticos y se rematan algunas cosas, estoy viendo que vamos a convivir con nuestro Borromini particular.

Y en el silencio de la noche, ya acostumbrado a la wi-fi que va y viene, al calor del portátil sobre mis cuádriceps. Ya acostumbrado al ojo de la lavadora que me mira obsesivo cuando estoy en el sofá, a la televisión que se confunde con la nevera. Ya acostumbrado a en dos pasos ir al baño y, desde la silla, abrir el microondas con un pie, freir un huevo con el otro y apagar la luz con la punta de la nariz… Ya, acostumbrado a esto, la reforma necesaria llega a su fin.

Echaré de menos al perro ladrador de los vecinos de patio interior. Y a los obesos gatos que merodean por terrazas y tejados, responsables, al tiempo, de que el perrito de los vecinos sea ladrador. Echaré en falta el ruido de la nevera, la lentitud del microondas, la abrasadora temperatura de los grifos de la izquierda, la ausencia de lavavajillas, el tendedero ocupándolo todo…, pero todo.

Han sido dos meses diferentes, mucho más divertidos de lo esperado, con momentos inolvidables. Dos meses en los que inexplicablemente apenas he tenido necesidad de la multitud de bártulos que aún descansan embalados en el guardamuebles. En esta transición de abandono de apartamentito y aterrizaje en la casa reformada, al ver todo vacío, me evocaba una película que vi de pequeño y que trataba de la vida de San Francisco de Asís (Hermano Sol, hermana Luna). No es que sea yo mucho de santos, pero se me grabó la escena en que el santo se despojaba de toda su ropa, se quedaba sin nada para empezar una nueva vida (creo que la práctica del naturismo tiene algo que ver con ese placer de no tener responsabilidad alguna sobre propiedades materiales).

Ciertamente llevo dos meses sin más pertenencias que el móvil y este portátil con conexión a Internet, y, eso sí, un limitadísimo fondo de armario. Y ha sido un placer. Ahora me da mucha pereza desembalar cachivaches varios, útiles que he descubierto son inútiles.

Incluso este blog ha sufrido ciertos abandonos, que os tengo que contar cómo fue la obra de teatro de la compañía Yeses, formada por presas de la cárcel de Alcalá. Y os debería decir cómo me encantó lo último del Cirque de Eloise, Nebbia; o Carta de Ajuste, la novela de Pascual García, el de El sacaleches; o cómo me quedé después de ver Que se mueran los feos; y, muy especialmente, os tengo que hablar de Marta Romo, una coach (como la vieja y admirada amiga Pilar Mamolar) que el otro día anduvo en la Plataforma de Mujeres Artistas, y gracias a la cual mañana me voy a cortar el pelo…

Aquí abajo os pongo la escena que comentaba sobre San Francisco de Asís. Las reflexiones merecen la pena. Eso sí, si estás en face book, vente a la publicación original que si no, no lo ves.

Y, bueno, me voy a hacer una fiesta de despedida del apartamentito...


3 comentarios:

  1. Cuánta información, muchas cosas en el tintero la verdad, yo personalmente he echado en falta alguna foto del apartamentito y qué rápido han acabado tu casa, debe ser pequeña ¿no?. Qué suerte haber acabado...
    ya comentaremos "Que se mueran los feos"
    Bueno, suerte en la mudanza

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  2. Más que mucha información, son pinceladas de la cotidianidad con la que convivo. Bueno, más que casa, lo mío es palacio, lo que ocurre es que ha habido mucha gente trabajando en tres turnos de ocho horas, las 24 horas al día. Y no se ha acabado, que quedan los remates. Ya comentaremos Que se mueran los feos. Gracias por la suerte con la mudanza.

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  3. No sé por qué somos seres que acumulan cosas como las urracas. Tenemos un apego tremendo a los cahivaches o a eso de ' por si acaso lo necesitamos en algún momento '.. y cuando es absolutamente necesario prescindimos de todo y ¡ tan felices ! livianos como hojas al viento...A mi lo de los apartamentos ( como sabrás ) me mola.
    Nunca he sido tan feliz como cuando vivia en uno de ellos y el techo me permitia ver el cielo..:-)
    ¡ Mucha suerte y energia !

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