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lunes, 3 de enero de 2011

En la muerte de Alfonso Roldán, o sea, mi padre


El 21 de diciembre del año 2000 empezó a morirse mi madre. Iba en Metro y un derrame cerebral se la llevó por delante el día de Nochebuena. Diez años después, o sea, el otro día, el 21 de diciembre de 2010 empezó a morirse mi padre.
Según me contaba el 17 de diciembre, le habría hecho ilusión irse también el día 24, pero la de la guadaña se adelantó en unas pocas horas y en el anochecer del 23 le cerré los ojos, que estaba ya cansado de andar entre los vivos. Había hecho testamento vital para evitarse tubos, sondas nasogástricas y prórrogas absurdas. Además, dejó claro que su cuerpo fuera utilizado para que los estudiantes de medicina investigaran. Es decir, murió y su cuerpo fue trasladado sin festejos mortuorios, tal como era su voluntad. En el cajón de su mesilla, en un sobre accesible, con mayúsculas esribió que no quería recordatorios y que cuando se mueriera avisáramos a la familia “por el que dirán”. Para no dejarnos sin fiesta escribió que con los ahorros, nos diéramos una comida (su descendencia y aledaños, a ver si ahora se va a apuntar todo el mundo) y si no llegaba, que pagáramos “a escote”. Sólo nos falta por cumplir esa parte, que tenemos que ajustar agendas, que siempre falta alguien.
Este lío ha sido el motivo principal de que no haya podido responder a felicitaciones de fiestas y de año nuevo como me hubiera gustado. Espero que esta entrada sirva de explicación. Y como no es un obituario “estrictu sensu”, aprovecho para disculparme por mi desaparición de estos días y para desearos un 2011 muy especial. En positivo.

(En la foto primera, arriba, mi padre en 1950. En la siguiente, me tiene en brazos en el verano de 1966. En la tercera, en el Parque Sur más o menos en el 69. Abajo, en color, hace cosa de un año, cuando ya se metía unas 15 pastillas diarias por prescripción médica, que no para ir a una macrofiesta.)

Un 2011 que está inmerso en plena crisis económica. Y es que, volviendo a mi padre, el destino (empujado por él mismo) ha querido que naciera en octubre de 1929 y se muriera en el fin de 2010, como en el juego de la oca: “de crisis a crisis y tiro porque me toca”.

Cuando los estudiantes de medicina se enfrenten al cadaver de mi padre se encontrarán con un cuerpo que fue de niño en la guerra y de adolescente en la posguerra. De niño de bando perdedor.

Los magníficos cuadros médicos de nuestra posguerra decidieron que le iban a inutilizar un pulmón (tiene nombre técnico pero no me acuerdo), con lo que, sin motivo según explicaron después, le jodieron buena parte de su vida. Con este antecedente, años más tarde, le diagnosticaron gases donde había una apendicitis que fue creciendo hasta reventar en peritonitis. Una peritonitis que le llevó a una muerte clínica, de la que volvió, y de lo que se regodeaba contando la historia de la luz al final del túnel. En aquellos tiempos la sangre no se donaba, sino que se vendía y no en buenas condiciones, lo que hizo que el hombre, que le habían metido litros de plasma ajeno, pillara una escarlatina a los cuarenta y tantos. A pesar de todo ello siempre se levantaba. Tanto es así que no ha permitido morirse en silla de ruedas, ni siquiera con bastón.


Era mi padre gran paseador de Madrid. Y siendo yo pequeño me llevaba de allá para acá. De esos días tengo algunas máximas: “Si te acuestas con una chica ten cuidado de no dejarla embarazada” (dicho esto sin más pistas me dejó un tanto descolocado); “cuando andes por las calles de Madrid mira para arriba verás que fachadas más bonitas” (yo lo tomé como algo profundo, con el sentido de mirar desde distintas perspectivas, pero creo que el me lo dijo en sentido literal); “el ajo es bueno para la salud” (pues eso): “el limón es bueno para la salud” (lo mismo); “afiliate a Comisiones Obreras si quieres, pero no te líes con los partidos políticos” (no comment). Un día vino del banco (era bancario) y me dio unos papeles para ingresar como botones. La máxima fue concreta: “o estudias o lo rellenas”. Estudié, más o menos, que lo de bancario no va mucho conmigo. Ni con él, pero no le quedó otra.

Era mi padre hijo de abogado y bibliotecaria. El abogado murió en 1934 y tiene larga historia aparte. La bibliotecaria, de Izquierda Republicana y UGT se quedó en la posguerra madrileña con cuatro hijos, sin casa, sin nada de nada. Es decir, como tantas familias de la época tenían un problema: sobrevivir. En estas circunstancias, para mi padre el paraíso estaba en la Unión Soviética. En el fondo le habría gustado ser uno de los niños de la guerra que embarcaron para Rusia. Pensaba que de haber sido así podría haber estudiado una carrera, que él se veía como un astrónomo que en sus ratos libres podría haber tocado el violín o el piano. Lo último que escuchó en su reproductor de CD lo puedes oír pinchando aquí.

Así que se hizo con una biblioteca relativamente amplia y heterodoxa. Desde 1947 recibía la revista El Correo de la UNESCO, previo paso por la censura. Luego se hizo asiduo de la Librería Rubiños (hoy la Casa del Libro de Goya), donde se vendían revistas y libros de la Unión Soviética. Cada mes llegaba a casa el Sputnik, trasunto sovietico del Readest Digest; Novedades de Moscú; Cine en la URSS y etcétera. Luego se desintegró la Unión Soviética y lo llevó mal. Eso sí, el pasado 17 de diciembre, mientras me contaba en un box de urgencias lo de morirse el 24, recordaba que la culpa de esta crisis era del “gran capital”, que los gobiernos no pintaban nada, y que algo había que hacer. Estaba convencido de que si hubiera habido Unión Soviética, en occidente no se habrían atrevido a tocar el estado de bienestar. En fin, teorías de un octogenario…

La última década la pasó en una residencia, con lo que su marcha ha sido bastante machadiana. En sus estantes convivían El milagro de la melatonina; De qué hablan los animales; Las abejas, farmaceúticas aladas; El ajo; una biografía de Ghandi, otra de Luter King, otra de Ramón y Cajal; cosas de templarios como el relato de Francisco Javier López, que yo creo que no relacionó con el secretario general de CCOO de Madrid y no tengo ni idea de cómo llegó a sus manos. En su interior una fotocopia, “guía del monasterio de Sant Joan de les abadesses”.


Podría contar las últimas horas de mi padre. Cómo en un momento buscaba mi mano de forma similar a como hacía yo con la suya cuando me iba a buscar al cole. O cuando íbamos por el parque y le impedía leer el periódico (El Pueblo, Informaciones, Ya, El País, dependiendo de la época. El ABC no entró nunca, no sé por qué). Podía contar cómo me decía que estaba cansado de la agonía, que quería acabar. Pero no voy a aburrir con más palabras. Bueno, voy a transcribir una cuartilla, o una parte, que he encontrado escrita por mi madre titulada
Reportaje de nosotros a mi querido esposo”:

Éramos niños de guerra,
arrastrábamos mochilas
llenas muy llenas
de misterios y fantasmas.
Pesada carga la nuestra
hambres, fríos, muertes de nuestros seres queridos.

Miedos
colas
bombardeos
granadas
muertes
incendios.
Éramos niños de guerra
similares en desgracias


Ha terminado la guerra,
la posguerra nos remacha.

(…)

La asignatura pendiente,
la ignorancia concentrada.
Pero estos niños de guerra,
sabemos sufrir de veras
pudiendo salir airosos
de todos los contenciosos.

(…)


--
En fin, uno de mis temas favoritos es A mi manera, que bien se le podría aplicar. en parte, a mi padre. Ahí va:


< />


P.D. Otra máxima de mi padre era "el mejor jabón, el de Lagarto". Vale. Era un tipo peculiar.


22 comentarios:

  1. No te conozco lo suficiente, no conocia a tu padre pero ahora sí un poco y me alegro de ello aunque sea para acompañarte un poco en tu sentimiento y admiración. Un beso.

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  2. Hola Alfonso: Te mando desde aquí un abrazo. Me parece que tu padre también te enseño a aceptar la muerte como para inseparable de la vida. Un aplauso por ello.

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  3. Hola Alfonso. Buen año. Un abrazo y hasta mañana

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  4. Mi siempre increible Alfonso, si habitualmente me gusta leer todo lo escribes, este o no de acuerdo contigo ya que me haces pensar o no, según este recuerdo a tú padre me hace tener una envidia sana de como eres capaz de expresar tantas cosas.Muchos besos
    Ya te arrechucharé cuanto te vea.
    Ana

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  5. Muchas gracias Alfonso y muchas gracias a tu padre. Un beso y un abrazo.

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  6. Bonito, sencillo, claro y tierno. Un besazo Alfonso

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  7. Hola Alfonso, siento la perdida de tu padre, me caía bien, le he visto pocas veces, pero cuando le he visto, su mirada era intensa, miraba dentro de ti y transmitía tranquilidad, era buena gente.
    Un besote muy muy grande Virginia Huecas.

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  8. Lo siento mucho, Alfonso. De verdad, me ha emocionado esta bella historia de tu padre. Parece un tío genial, inteligente y espabilado como solo su experiencia vital propicia. Le has brindado un homenaje precioso, y estais muy guapos los dos en las fotos. Un beso muy fuerte a todos en casa de mi parte.
    (en mi casa también santificamos al ajo, al limón y al jabón de lagarto. Seremos de la misma escuela que tu padre)

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  9. Querido Alfonso,
    Poco conocí a tu padre....pero le recuerdo siempre amable y dicharachero. Buena gente. Alguna vez me contaba sus micro-luchas "anti sistema". Seguro que también lidiaba grandes batallas, pero creo que a él le gustaba casi más el campo de las distancias cortas. Luchaba contra las cosas que a él no le pareceían bien y que había que remediar, enmedar, corregir. Me imagino que cogía su cartera, llena de documentos, su abrigo y su energía lucahdora y se echaba a buscar la oficina, el funcionario, el encargado de turno con el que librar la batalla. Y me consta que muchas ha ganado. Un niño de la guerra luchador a quien su hijo se parece bastante ("A quien a los suyos se parece, honra merece") .... al menos en algunos de estos detalles.
    Un abrazo virtual para ti y tus hermanas (que ya te daré el 'fisico' en cuanto nos veamos.
    Ramón

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  10. Hola Alfonso!
    Solo me quedan buenos recuerdos cuando pienso en tu papà y tu mamà y vuestra familia tierna y bondadosa.
    Feliz de haber pasado poco tiempo, pero muy intenso a su alrededor a una epoca.

    Que paseis este ano lleno de amor y salud .
    Besos
    Caty

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  11. Muy bonito y certero, querido hermano.
    Llego aquí, al ágora, solo con tres palabras: deber, generosidad y discreción, que tan bien describen a nuestro padre y tú has sabido relatar a la perfección.
    Digo bien en presente „describen“: !recordatorios, no; memoria, sí!
    Desde lo más profundo, que está siempre ahí enraizándonos (no importa cuan cerca o lejos en el espacio geográfico), un abrazo tridimensional para ti y nuestra hermana,
    Concha

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  12. Querido Alfonso:
    me ha emocionado leerte. Me acuerdo de tu padre cuando leo lo que escribes. Como escribes con esa claridad y concisión... tu texto me hace recordar a tu padre porque también él era un hombre claro y conciso cuando se expresaba.
    Te envío un abrazo fuerte y lleno de emoción.
    María

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  13. Fue todo un privilegio poder disfrutar del trato de una persona tan especial y que siempre logra sorprenderle a uno con su singular manera de abordarlo todo.
    Roberto

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  14. Eres un tío grande, amigo y ahora sé de quiénes has aprendido. Hasta en el adiós te enseñaron algo muy importante. Un abrazo.

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  15. Hola primo,
    Me he enterado hoy de la muerte de mi padrino y lo he sentido mucho como sentí en su momento (que parece cercano a pesar de los 10 años que han pasado) la muerte de tu madre.
    Siempre que pienso en Alfonso me viene a la cabeza una imagen suya con abrigo y sombrero, con esa buena facha que siempre tenía....fue, en el buen sentido de la palabra, bueno.
    Ana Isabel Roldán Polo

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  16. Hola.
    Me enteré hace poco de la muerte de vuestro padre, que al igual que a vosotros, os conozco un poco, pero lo suficiente como para poder ver que, efectivamente, sois buena gente. De tu padre recuerdo su forma sosegada de darme consejos, cuántas veces me habrá dicho la forma correcta de cruzar la calle Atocha, jejeje.
    Un abrazo para todos.
    D.

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  17. Lo siento mucho, qué entrañable me ha parecido esta entrada...Un abrazo.

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  18. Hola Alfonso, seguro que no me recuerdas, pues tan solo nos hemos visto una vez cuando eramos niños, hoy por casualidad he visto tu blog y me he enterado de la muerte de tus padres, lo siento mucho, los conocí hace tiempo, fueron testigos de mi boda. Mi madre que seguro a ella si la recuerdas se llama Consuelo y fue empleada de hogar de tus padres, se ha apenado mucho al enterarse del fallecimiento de tus padres y te manda besos para ti y tus hermanas Encarni

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    1. Hola Encarna, o mejor, Encarni pronunciado "La Encaanni", con ese acento de Antequera de tu madre. Bueno..., recordar, recordar seguro que tampoco te acuerdas tú de mí físicamente, que debe haber pasado más de una semana desde el encuentro que mencionas. Yo, de ti, naturalmente, de oír hablar a Consuelo. Y de tu hermano que enloquecía con la leche condensada, y que tenía problemas en un oido; y de tu padre y sus viajes a Libia para ir a trabajar. Pero vamos a ver. Debía yo andar por los cuatro años cuando conocí a tu madre, cuando decía que yo era "muy fino" porque si tenía mocos buscaba pañuelos de tela en vez sonarme con papel higiénico (mira tú..., luego, si hemos usado kleenex, que es lo mismo que el papel higiénico pero más organizado). Y recuerdo que a veces, tú madre traía acelgas y a mí no me gustaban...; y otras veces traía jabón (o "habónn") fabricado con aceite reutilizado. Y mil cosas más. Claro que me acuerdo de tu madre, ejemplo de mujer trabajadora, muy trabajadora, muy luchadora, muy sacrificada. Y mis hermanas también, Cómo no nos vamos a acordar de cuando buscaba la ropa de la "imnasia" (o sea, gimnasia). Verás cuando les diga a mis hermanas que has aparecido por aquí. Pero..., si quieres, enviame un correo electrónico a alfon.roldan@gmail.com , el correo que tengo en el perfil. Seguro que nos gustaría saludaros en persona. Entre tanto un beso tan sorprendido como emocionado para ti. Y otro enorme para tu madre, Consuelo. Ella me tenía por muy serio, creo yo, pero..., claro, me comparaba con Clara...

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  19. Hola Alfonso; hoy día de Navidad, contando a mi hermana que conseguí saber de tus padres por internet sobre tu blog, me he dado cuenta de que me has contestado, y nos hemos emocionado al leer tu mensaje. Mi madre que está aquí, me manda muchos besos para ti y tus hermanas. Os deseamos unas felices Navidades. Con cariño, Encarni.

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