Quienes hayáis visto mi última entrada entenderéis que han sido estos, días de recoger bártulos, papeles y fotos. Esas instantáneas que recorren una vida. Y me ha venido a la cabeza una novela corta que recientemente leía, titulada, precisamente, Instantáneas, de Pury Estalayo. Que yo creo que habrá conversación con esta polifacética mujer.
Que sea novela corta implica en este caso que cada frase, cada párrafo, cada instantánea de las que se compone la obra sea una frase comprensible pero densa. Densa en el sentido de que detrás de cada frase puede haber una nueva historia. Es como reducir La Regenta a la esencia, complicado trabajo que deja mucho espacio a la imaginación del lector. Si el lector, o la lectora quiere imaginar…
Pury Estalayo nos narra la vida de la protagonista, Rosa, a través de sus ojos, ojos de mujer que tiene cerrados para ignorar la realidad. En la familia de Rosa todas las mujeres llevan nombre de flor, tradición que ella rompería con el nacimiento de su hija. Una ruptura no traumática, pero que está ahí.
Ejemplo de esa esencia que antes destacaba es un momento que a mí me ha llamado especialmente la atención. Es la aparición de un hombre, el marido de Laura, que ha sufrido un duro accidente laboral. Me ha llamado la atención la aparición de un siniestro laboral porque es algo que está desaparecido de cualquier faceta artística siendo una realidad abrumadora.
David, nombre de este personaje vive atormentado y recuerda al empresario: “Ni olvido sus lágrimas el día del accidente. Y sus falsas palabras: Todo empleado de esta empresa es hijo mío” (…) “tendría que haberlo matado”. Es una simple pincelada que podría dar pie a una larga historia…
En Instantáneas los secretos de familia, y las relaciones entre los miembros de esa familia, “maldita familia” en boca de la hermana de Rosa son el leit motiv. Bueno, la familia y un matrimonio amigo que no puede tener hijos. Y en esas instantáneas aparecen embarazos, muertes, divorcios, menopausias, primeros amores, primeros besos, miserias humanas… Y pocas risas, las de una madre que sólo surgían en momentos especiales y unas “risas contenidas”, “las únicas risas de las que recuerdo haberme sentido realmente protagonista”, que explica Rosa en una instantánea infantil.
La obra es corta, que sus 146 páginas se devoran mientras intentamos unir todas las piezas del puzzle, todas las fotografías que van surgiendo. No es desde luego una novela corta para el sol del verano. Es durita, intimista y para el intimismo del invierno. Lo cual está muy bien.
Ah, se puede comprar en la librería de mujeres de Madrid (San Cristobal, 17).
Aquí os dejo con otras instantáneas:
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