Siempre había estado sometida. A veces ni lo sabía, ni era consciente de ello. Cuando en algún momento parecía despertar…, rápidamente era domesticada, anulado su cerebro, violentada su alma y reprimido su corazón, con mano dura.
Hubo un día en que sí, sintió el aire de la libertad, se quitó el peso del monstruo, se liberó, se despeinó, gritó, bailó sin pudor, se puso guapa por dentro y por fuera, avanzó, progresó, supo lo que era la alegría y cuando empezó a presentir la felicidad, cuando empezó a caminar sin dependencias, el monstruo de las siete cabezas volvió para insultar, vilipendiar, humillar, amenazar, manipular, golpear. Y la encerró y la violó. Hizo que sangrara y se estremeciera de dolor hasta casi perder el sentido.
Todo ello con la complicidad de los de siempre, de ese rancio catolicismo, de esas tradiciones patriarcales.
República se escribe en femenino, y la nefasta fecha del 18 de julio hemos conmemorado el 75 aniversario del Golpe de Estado de Franco, ese golpe que humilló, que hizo que España sangrara y se estremeciera de dolor hasta casi perder el sentido. Como siempre en estos casos, “la mató porque era suya”.
Aquella República que llegó con olor a libertad, tintineante de alegría, de progreso social, quitándose el peso de siglos de opresión sucumbió a pesar del esfuerzo por mantenerla. El monstruo tenía; o mejor, tiene demasiado poder; demasiados cómplices poderosos.
España fue ocupada por sotanas y uniformes, la intolerancia se instaló como forma de vida, el morado se diluyó de la misma manera que el color de la vida se disolvió en un blanco y negro repleto de dramatismo, o mejor, tragedia.
La hipocresía, el cinismo y los señoritos fariseos, bendecidos por el monstruo bajo palio mancillaron la libertad, que se escribe en femenino.
Cautiva y desarmada le hurtaron la memoria y no podrá despertar mientras viva la muerte en sus cunetas. No podrá despertar mientras los hijos del monstruo sigan manejando los hilos del poder, disfrazados, camuflados, violentando quizá sin puños, pero sí con palabras.
Es largo, pero seguro que es tiempo de que disfrutéis con este video:
Hubo un día en que sí, sintió el aire de la libertad, se quitó el peso del monstruo, se liberó, se despeinó, gritó, bailó sin pudor, se puso guapa por dentro y por fuera, avanzó, progresó, supo lo que era la alegría y cuando empezó a presentir la felicidad, cuando empezó a caminar sin dependencias, el monstruo de las siete cabezas volvió para insultar, vilipendiar, humillar, amenazar, manipular, golpear. Y la encerró y la violó. Hizo que sangrara y se estremeciera de dolor hasta casi perder el sentido.
Todo ello con la complicidad de los de siempre, de ese rancio catolicismo, de esas tradiciones patriarcales.
República se escribe en femenino, y la nefasta fecha del 18 de julio hemos conmemorado el 75 aniversario del Golpe de Estado de Franco, ese golpe que humilló, que hizo que España sangrara y se estremeciera de dolor hasta casi perder el sentido. Como siempre en estos casos, “la mató porque era suya”.
Aquella República que llegó con olor a libertad, tintineante de alegría, de progreso social, quitándose el peso de siglos de opresión sucumbió a pesar del esfuerzo por mantenerla. El monstruo tenía; o mejor, tiene demasiado poder; demasiados cómplices poderosos.
España fue ocupada por sotanas y uniformes, la intolerancia se instaló como forma de vida, el morado se diluyó de la misma manera que el color de la vida se disolvió en un blanco y negro repleto de dramatismo, o mejor, tragedia.
La hipocresía, el cinismo y los señoritos fariseos, bendecidos por el monstruo bajo palio mancillaron la libertad, que se escribe en femenino.
Cautiva y desarmada le hurtaron la memoria y no podrá despertar mientras viva la muerte en sus cunetas. No podrá despertar mientras los hijos del monstruo sigan manejando los hilos del poder, disfrazados, camuflados, violentando quizá sin puños, pero sí con palabras.
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