Genovés fotografiado por @frlorente. |
Nos citamos antes
del verano, en el estudio de su casa. Un lugar de trabajo perfectamente
ordenado, con cuadros por terminar, que se expondrán en otoño en la prestigiosa galería neoyorkina Marlborugh, su galería desde 1966.
P. Tu vida, tu obra están marcadas por la Guerra Civil y el miedo…
R. Cuando empezó la
guerra tenía seis años, cuando acabó tenía nueve. Recuerdo que a mis padres les
preguntaba: “¿cuándo no hay guerra la gente va al cine?” Yo no me imaginaba la
vida sin guerra, porque tres años en la memoria de un chaval es todo un mundo. Yo
nací con ese miedo. Dicen que los niños no se enteran de nada… ¡No poco! El
miedo que había entonces era de aúpa y me acuerdo muy bien de aquel miedo. Como
cuando bombardearon todo alrededor de mi casa porque vivía junto a la Estación
del Norte en Valencia.
P.
En alguna ocasión has comentado que hay asuntos que no se pueden expresar con
palabras
R. Si pudiera
expresarlo todo con palabras no sería pintor. Mi pintura es un leguaje mudo,
que dice cosas que no se pueden decir con la literatura. Para mí, la pintura es
el arte más libre para quien la contempla. En el cine, la literatura o la
música, el espectador es el dueño. En la pintura puedes ver lo que hay y lo que
no hay. La pintura es el único arte en que manda el espectador.
P.
Con esto que dices, ¿qué opinas de los críticos?
R. Los críticos cambian
la pintura por la literatura y eso es algo bastante absurdo. Si todavía fueran
poetas…, podrían comentar la pintura con poesía, que puede tener sentido, pero
escribir sobre lo que le parece una pintura, siempre me ha parecido una
tontería. La labor de un crítico debería enseñar a ver la pintura, pero les
molesta entrar en el modelo didáctico. En el fondo un crítico siempre quiere
estar por encima del pintor. Es absurdo.
P.
Hablas de poetas… Neruda se consideraba un panadero, un trabajador, un obrero de
la poesía… ¿te considera un obrero de la pintura?
R. Claro que sí. Con 86
años trabajo 8 horas al día. Esa es mi suerte. Trabajo en lo que me gusta y
todos los días descubro cosas nuevas porque en la pintura se está aprendiendo
siempre.
P. Eres un pintor contemporáneo muy relevante. Tu galería es Marlbourgh y ya
en los años sesenta podrías haber optado por quedarte a vivir en Nueva York, sin
embargo decides volver a Madrid…
R. Cuando hice mi
primera exposición en Nueva York me propusieron quedarme. Pero aquí estábamos
en plena resistencia y no podía abandonar a mis compañeros y de exponer en la
mejor galería de Nueva York pasé a pintar en las chabolas, haciendo murales y
huyendo de los grises.
P.
¿Cómo los grafiteros?
R. No. Yo veo el grafiti
como una cosa de señoritos. A mí lo que me gustaría es que se pusiera de moda
el pensar. Estamos en una época en la que parece que se está poniendo de moda
el no pensar. Yo si pinto es para que la gente que se ponga delante de un
cuadro tenga la ocasión de pensar, y quizá le vengan a la cabeza cosas que no
hubiese imaginado. Estoy esperando que se ponga de moda el pensar, quizá
estaríamos todos mejor si nos dedicáramos a pensar.
P.
¿Pero no eres optimista?
R. Soy optimista y un
poco ingenuo porque en este país todo el mundo es muy listo, ¿no? Muchas
personas dicen “qué listo es ese tío!” refiriéndose a timadores o tiparracos.
Luego están los listos que hablan de lo que no saben. Ya lo dijo Machado: “Si
todos los españoles, de pronto, hablaran de lo que verdaderamente saben, habría
un silencio absoluto en España. Aquí todo el mundo habla y todo el mundo es muy
listo y yo soy muy ingenuo. Y estoy orgulloso de ello.
P.
Antes hablabas del miedo infantil de la guerra, pero luego volvió el miedo
adulto al franquismo.
R. En mis cuadros he
intentado crear el espacio del miedo. Mis multitudes… Yo nunca he pintado un
mogollón de gente junta. Pinto a cada persona porque creo cada persona hacemos
una multitud. Nunca hay dos figuras iguales.
P. Tus multitudes y espacios parecen crear un mundo de inquietante silencio, un
silencio atronador.
R. A veces estoy
pintando y hasta que no oigo la voz de la multitud no estoy contento. Hay un
momento en que estoy metido y necesito oír, imaginarme un sonido y en ese
momento pienso: “esto va bien”.
Durante la charla pillado por Francisco Naranjo. |
P.
¿Lo del compromiso político te viene de familia?
R. Mi padre, por miedo,
siempre mantuvo silencio y me decía que no me significara. Hasta los cuarenta
años no supe que mi abuelo fue sindicalista, fundador de UGT en Valencia.
Incluso Pablo Iglesias, el de verdad, dormía en su casa, en lo que era el
barrio obrero. Cuando me metí en política mi padre me llamaba loco por
comunista. Yo le decía que soy demasiado anarquista para ser comunista y
demasiado anarquista para ser comunista. Es una frase que siempre me ha
gustado.
P.
Cuando te detienen, Franco había muerto. Pero el franquismo pervivía…
R. Si me apura, la
situación era más peligrosa porque no sabíamos qué iba a suceder.
P.
Algunos sectores ponen en entredicho aquel tiempo de transición. ¿Cuál es tu
opinión?
R. Hay gente pá tó. A mí me ha dicho un pintor muy
joven que con Ana Botella era peor “que cuando vosotros…” Tuve que decirle,
“para tío”. Hasta ahí podíamos llegar. Recuerdo un día que no estaba yo en casa
y la policía fue a buscarme y terminaron encañonando a mi hijo que tenía 14
años porque no les abría la puerta.
El Abrazo
P.
¿Cómo se gestó ese símbolo de la Transición que es El Abrazo?
R. En este mismo
estudio de mi casa se reunió la Junta Democrática. Hacíamos muchas reuniones
clandestinas porque hay dos puertas… La Junta decidió hacer urgentemente un
cartel para pedir la amnistía de los presos políticos, y ya que estaban en mi
estudio… Claro. Lo querían para el día siguiente y eso era imposible, así que
elegimos uno que estaba hecho. Fue José Sandoval quien primero lo vio y, efectivamente
“lo tuvimos para mañana” gracias a una organización impresionante.
P.
Fue el causante del tu detención…
R. La policía intentó
humillarme. Cuando me llevaron a la DGS, me bajaron en la calle Preciados para
que recorriera esposado toda la Puerta del Sol flanqueado por dos guardias. Lo
divertido de la historia es que un policía me confundió con el pintor del siglo
XVI Veronés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario