Ha sido inevitable. La Eva de Arturo Pérez-Reverte se ha colado de entre las novelas previstas. Las aventuras de Falcó en la Guerra Civil (incivil, que siempre escribe Anson), tienen su continuación en esta historia que transcurre en Tanger, a través de cuyas páginas llega el aroma de Casablanca. Consigue Reverte que un tipo que trabaja para “el bando nacional” no me caiga mal. Cierto que Falcó trabaja muy a su manera…, pero con algo fundamental: un código ético. Otra cuestión es que ese código pueda parecer inmoral, pero ese es otro debate.
Esos asuntos tan revertianos, en el siglo de Oro o en el mundo contemporáneo, como las reglas de lealtad, que no fidelidad, vuelven en esta historia de espías, pero también de atracción fatal:
“Yo te sacrificaré, claro. Te los dije otras veces. Sintiéndolo mucho, te echaré a los leones sin dudarlo… En este juego soy un alfil, y mi trabajo me ha costado. Tú eres un simple peón. Tales son las reglas, y lo sabes”. (Pag. 77).
Y es que en este mundo cruel, los códigos, la reglas son necesarias incluso entre enemigos. Siempre hay en Reverte una añoranza de aquellas guerras, crueles y sanguinarias, pero con honor, “… en otras guerras se mata, desde luego; pero en esta se asesina…” (pag.272).
Eva Neretva, la agente rusa que conocimos en Falcó, gana protagonismo en esta historia. Eva no nos enamora, de alguna manera nos hechiza, quizá como a Falcó. Pero hay otras mujeres que desfilan por las páginas del libro, mujeres con “viejos códigos forjados en siglos de amarguras domésticas y tristes silencios. Mujeres asociadas con mujeres, rehenes tradicionales de guerreros, sacerdotes y tiranos…” (pag.80).
Como no puede ser de otra manera, Reverte documenta un momento histórico y lo novela con personajes reales como los cameos del gran doble espía Philby o el corresponsal del Daily Mail Harold Cardozo; y personajes que pudieron ser, pero no sé si fueron como El Chiquet del Rabal, anarquista y guardaespaldas de Ángel Pestaña…
Más allá de los protagonistas de la historia, hay grandes secundarios que, como no, son hombres de mar: Navia, comandante de la fragata franquista, y Quirós, capitán de un mercante con bandera de la España republicana. Interesante resulta su relación y la de sus tripulaciones, que a veces me trasladan a ese cine español de odio y confraternización como La Vaquilla.
Los sonidos de Eva
Como veo que me crezco y no quiero desvelar nada, sino simplemente seducir un poco y, seguramente, intentar que la historia y los personajes vivan un poco más conmigo, paso a emularme tal como hice con El tango del Guardia Vieja y le pongo sonido a las páginas con esta breve guía musical, y un poco cinematográfica, de Eva:
Hay bastante sonido de aquella historia de amor y algo más, por ejemplo, con el anuncio de esta peli, Tango Bar, protagonizada por Gardel en la página 55. Aquí el trailer, y aquí la peli completa. En el mismo momento, vemos el anuncio de Rumbo al Cairo, de Manuel Ligero.
Hay música silbada, como La Cumparsita, en la página 71, y Amparito Roca, en la página 83. Como con esto de internet, te lías, en un alarde de conocimiento inútil diré que este famoso pasodoble fue compuesto por el catalán Jaime Texidor Dalmau, que en los años cincuenta sería el autor del anuncio del turrón El Lobo.
Cuando la trama lo requiere, Reverte nos encandila con contemporáneos franceses. Así, Mélancolie, de Jean Sablon; en la página 195.
Del mismo autor, Vuos qui passez, en la página198.
En otro contexto, aparece la gran Edith Piaf y su Mon légionnaire. En la página 293.
Confieso que he sido incapaz de saber qué tango de Gardel es el que dice la frase “a veces se pierde, a veces se deja de ganar”, lo mismo es una licencia literaria…
NOTA: Claro. A los enlaces se accede pinchando sobre los títulos y, eso sí, la paginación corresponde a la primera edición de Alfaguara.
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