Esta magnífica instantánea de Fran Lorente evoca la complicidad entre mujeres.
Es un reventar de emociones en femenino de mujeres trabajadoras, seguramente en casa y en la empresa. Cada paso que dan las mujeres en defensa de su igualdad es una nueva conquista alcanzada desde esa revolución silenciosa, casi invisible, pero constante. La historia las hizo diosas para ser loadas y después, los miedos patriarcales las convirtieron en brujas para ser quemadas. El mundo industrial las relegó al cuidado de esposos, príncipes azules desteñidos; al cuidado de hijos; al cuidado de ancianos. Lo tenían que dar todo a cambio de nada, o, si acaso, a cambio de unas migajas de amor. Sólo la fuerza de ser mujer ha hecho que sean ellas las más eruditas, las mejor formadas. Pero aún siguen siendo invisibles, no ocupan poder, las desigualdades son evidentes en salarios y en precariedad laboral. Cuando la revolución permanente de las mujeres triunfe, todos seremos más dichosos.
¡Mujeres del mundo, uníos!
Es un reventar de emociones en femenino de mujeres trabajadoras, seguramente en casa y en la empresa. Cada paso que dan las mujeres en defensa de su igualdad es una nueva conquista alcanzada desde esa revolución silenciosa, casi invisible, pero constante. La historia las hizo diosas para ser loadas y después, los miedos patriarcales las convirtieron en brujas para ser quemadas. El mundo industrial las relegó al cuidado de esposos, príncipes azules desteñidos; al cuidado de hijos; al cuidado de ancianos. Lo tenían que dar todo a cambio de nada, o, si acaso, a cambio de unas migajas de amor. Sólo la fuerza de ser mujer ha hecho que sean ellas las más eruditas, las mejor formadas. Pero aún siguen siendo invisibles, no ocupan poder, las desigualdades son evidentes en salarios y en precariedad laboral. Cuando la revolución permanente de las mujeres triunfe, todos seremos más dichosos.
¡Mujeres del mundo, uníos!
¡ AMÉN !...............................
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