INICIO

lunes, 17 de mayo de 2010

Las cajas, la bicha y Marta Romo, coach “aprendigadora”

Toda mi casa estaba guardada en cajas. Y todas las cajas inundaban la casa. El fin de semana ha consistido en bailar con cajas, abrir cajas y reorganizar el contenido de las cajas. Menos mal que somos animales racionales y las cajas estaban perfectamente identificadas: contenido, situación de origen, incluso temas y orden alfabético de libros. Ha sido emocionante reencontarme con algunos bártulos después de dos meses embalados, más allá de que he podido no ya sobrevivir, sino vivir sin niguno de ellos. El ejercicio físico de cargar con cajas y cajas; el mental de colocar los cachivaches con racionalidad y el emotivo por algunos reencuentros, han calmado la bicha que llevo dentro y que se me estaba disparando con las medidas de ajuste anunciadas por Zapatero. La utilización diversa y variada de mi cerebro me ha evocado a Marta Romo, una mujer que he venido mencionando estos días. Pincha aquí y verás su blog.

A la Romo la he conocido en uno de estos encuentros, talleres, charlas, coloquios o llámalo equis que realiza la Plataforma de Mujeres Artistas. Ese magnífico asunto que creó Cristina del Valle contra la violencia de género. Lola, la persona que coordina esto de la Plataforma me había telefoneado para que no me perdiera la conferencia, encuentro, taller, coloqio o llámalo equis que iba a estar protagonizado por Marta Romo, una coach. Me llevé a mi amiga V.Casilda, todo un reto, que la formalidad V. Casilda y yo conformamos un trio incompatible. Pero finalmente nos comportamos como las personas maduras que no somos.


Desde que una amiga coach me dijo, hace ya unos años, que yo no necesitaba una coach para nada (no sé si un coach sí), había perdido un poco el interés por estos asuntos del entrenamiento y el entrenador para avanzar, para progresar, para acometer cambios. Cada vez que lo pienso, yo creo que Zapatero, en vez de seiscientos asesores en Moncloa, había tenido suficiente con un coach. Bueno, quizá lo tenga. En tal caso debe ser más de derechas que el grifo de agua fría. Que este no es mi ZP, que me lo han cambiao. Pero bueno, que me despisto: mi interés por el mundo coach ha renacido.

Marta Romo es una mujer joven con sonrisa afable y mirada brillante. Una mezcla de alegría y melancolía, que a los quince minutos tiene el respetable en el bolsillo, lo cual evidencia que es una auténtica torera: para, templa y manda.

A los veinte minutos, gracias a un extraterrestre, al extraterrestre que llevamos dentro, ya nos había hecho caer en la cuenta de lo que son los paradigmas. La ilustración es el extraterrestre que yo dibujé. Eso sí, sin haber visto nunca un extraterrestre.

A la media hora, yo me di cuenta de que tenía que cortarme el pelo después de mirarme en un espejo y fijarme, además, de que tenía las orejas coloradas. Me preocupé un poco porque me pareció uno de los síntomas que caracterizan mi inmadurez y superficial personalidad, pero no, la Romo dijo que no era grave. Y es que, a través de “juegos chorras”, que decía nuestra protagonista, descubríamos cómo funcionamos sin ser conscientes de ello. Y yo, que me gusta jugar más que nada, pues me lo pasé pipa.

“Las prisas matan los valores”, nos proclamaba Marta Romo, que viene a ser la traducción actual de aquella máxima de nuestras madres: “cuenta hasta diez antes de hablar”. Y nos recordó los tres cerebros que poseemos, que por ahí es por donde empezaba esta entrada: el reptiliano, como el de los reptiles, indispensable para la supervivencia (la bicha que a veces nos sale y cuesta controlar); el límbico o emocional, que regula nuestras emociones; y el neocortex, el que nos permite realizar estrategias de futuro, el racional, el intelectual.

Parece ser que, aunque todo el mundo tenga los tres, en cada persona prevalence uno. Hay un “juego chorra” que nos permite descubrir cuál, pero no dio tiempo. Y la Romo nos dejó a medias, bajo promesa de que otro día lo hacíamos. Como a los niños chicos. Igual.

Marta Romo también se inventa palabras, por ejemplo: “pensentir”, que es la suma de pensar y sentir. Y nos habló de la importancia del silencio, y de procesar la información del exterior. Y de las emociones; y de la expresión de los sentimientos.

Me gustó el momento Romo. Me gustó. Y a pesar de mi vieja amiga, la otra coach, creo que me vendría bien una coach (o, bueno, un coach), para un par de asuntos. Y como agradecimiento, le voy a regalar a Marta Romo un palabro: “aprendigar” (aprender y jugar al tiempo).

3 comentarios:

  1. ¿Y convivir con un coach? Qué te parece? Cuando quieras te lo detallo y te comento las palabras que me he ido inventando a lo largo de estos años..

    ResponderEliminar
  2. ¡Ay Iconos!, que no sabía yo lo tuyo con el mundo coach. Ya me contarás, que a mí me daría un poco de miedo vivir con uno. Que parece que saben lo que has pensado, lo que estás pensando y lo que vas a pensar. Y además te recomiendan un camino antes de cagarla. Lo de las palabras me parece divertido. Yo, sin coach en casa tengo un diccionario. A ver si lo encuentro.

    ResponderEliminar
  3. Tu mundo en unas cajas uhm..dá que pensar. Pero en realidad se reduce a eso, tenemos mucho de todo
    pero cabe en unas cajas. He pasado por unas cuántas mudanzas y me he sentido asi como tú.
    Lo del coach no, es un término que no uso y posiblemente tampoco le haria caso. Inventar palabras siempre es estimulante :-)) Bs.

    ( ZP es un invento, probablemente ni existe )

    ResponderEliminar