Antes de los sofocos que nos está dando Zapatero, incluso antes de haber visto Que se mueran los feos, llegué a tiempo de disfrutar con Nebbia, el último espectáculo del Cirque de Eloise. Creo que el año pasado ya dije algo de su anterior puesta en escena, Rain. Sí, si pinchas aquí está. En realidad es la tercera vez que disfruto con esta compañía de circo para teatro. Me gusta su elegancia y su imaginación.
Y, aunque pueda parecer extraño existen paralelismos entre Que se mueran los feos y Nebbia. Pero, eso sí, nada tiene que ver una cosa con otra. Ámbas se desarrollan en un pueblo y tienen los tópicos típicos personajes, incluido el políticamente incorrecto “tonto del pueblo” de la película española. En Nebbia el protagonista final del espectáculo es un discapacitado, amante del color blanco que con su fuerza y su perserverancia lía a todo el pueblo, que con su fuerza y perseverancia consigue levantarse.
La casualidad, el destino o yo que sé qué, hizo que las dos filas que estaban por delante de nuestros asientos (fila 3, con fila cero, qué buenas entradas) estuvieran ocupadas por chavales y chavalas con síndrome de Down. Y disfrutaron de lo lindo. Un espectáculo dirigido a las emociones (¡caray!, esto me sale después de haber conocido a Marta Romo, la coach de la que tengo que hablaros), porque Nebbia es circo y teatro para reir y para llorar como el más tradicional de los clowns.
Nebbia es la niebla que se mete por todo el pueblo, por el escenario, por el patio de butacas. La espesa niebla nos introduce en un mundo onírico lleno de sensibilidad, elegancia, sensualidad. Los más típicos números circenses cobran nueva vida. La imaginación de los creadores se encuentra con la nuestra en las acrobacias, en los números musicales, en los malabares, en la originalidad de las camas elásticas con pantalla panorámica… El contorsionismo hace que nos duelan hasta las pestañas y que miremos con los ojos entornados como un tipo se retuerce en ejercicios que parecen de yoga extremo.
Once artistas hacen que pasemos un rato maravilloso, acariciando nuestras emociones. Creo que en Madrid ya no están, pero andan de gira por España. No soy yo de recomendar, pero si tenéis la oportunidad, merece la pena. Una manera de que nuestro cerebro descanse de crisis y tal, sin tener que recurrir al inevitable fútbol.
Con este video os podéis hacer una idea:
No está mal eso de relajarse y ver un buen espectáculo para olvidar los disgustos que nos dan estos Sres. que manejan "nuestros asuntos y dineros "...Y el fútbol ya cansa. Yo me voy al cine. Prefiero ver la vida en technicolor.
ResponderEliminarUn beso ;-)