Por las mañanas la calle Alcalá de Madrid es un puro trajín. Esta instantánea está tomada desde el autobús dirección Puerta del Sol, cerquita ya de la Puerta de Alcalá.
Entre idas y venidas de coches, bocinazos, descargas de camiones, invasiones de carril-bus..., no terminamos de ser conscientes del lío en el que estamos inmersos.
A veces, alzar la vista nos puede ayudar a tomar conciencia del hormiguero que es la ciudad. Ajena, pero observadora, casi como un dios, o mejor, una diosa en guatiné, surge esta señora de bata roja asomada al balcón.
Con toda tranquilidad parece mirar como única observadora de toda la ciudad y se convierte en un punto rojo ajeno al lío. Y resulta reconfortante imaginarla inmersa en sus pensamientos, entre idas y venidas de coches, bocinazos, descargas de camiones, invasiones de carril-bus...
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