A veces, la noche te atrapa el alma. La oscuridad se convierte en un infierno que impide desactivar el cerebro mientras puedes respirar la angustia.
Las pesadillas infantiles dieron paso a los millones de problemas de adolescencia. Aquel amor imposible, asido a tu corazón, oprimía tu vida en interminables noches de congoja. Luego, ese príncipe azul, que ni era príncipe, ni era azul, te revuelve la existencia y las entrañas porque cada día te va robando la vida en mil egoismos. Te violenta, a cada paso te violenta. Despacio, sibilino, controlándote al segundo. Y mientras buscas formulas para huir de todas las cárceles en las que ha convertido tu vida, la noche es una celda, un zulo sin espacio en el que es imposible moverse, descansar.
La vida se te escapa entre las manos, entre la incomprensión de unos hijos que, envueltos en millones de problemas, te ignoran. No descansas. La noche es un espanto y el día una tortura porque no descansas. Bajo tus ojos, y en los párpados, comienza a tomar posiciones la negritud. El cuerpo te duele casi entero porque una losa te cae sobre la espalda.
Hay crisis. En la empresa los rumores suben de volumen. Peligra esa “ayuda” que cada mes llevas a casa y otro insomnio te atenaza.
Crisis. Hace un año Zapatero también tuvo una noche de insomnio, pero el suyo salió en los periódicos. No fue como el tuyo. El suyo fue un problemilla de conciencia. Traicionó a sus votantes, traicionó unos principios mientras tu patrón se frotaba las manos despidiendo a diestro y siniestro. Ya se sabe: hay crisis.
El miedo atenaza tus noches. Miedo al hombre que ya no amas, a tu familia que te ignora y esclaviza, al tiempo que vuela, a la crisis, a las traiciones. Miedo a la incertidumbre de un futuro oscuro, al callejón en que te has metido sin saber cómo.
Y te das cuenta que es tu vida la historia de un insomnio. Entonces reaccionas porque eso no puede ser. Decides escapar de tus cárceles y decides algo tan simple como vivir devorando tus miedos. Indignada ves que no estás sola. Son ellos los que están solos y los puedes combatir. Yergues la espalda, miras al futuro y decides vivir. Vivir sin miedo. Y por fin duermes.
Imprescindible este tema:
muy cierto, vamos cambiando de tipos de insomnio según crecemos y ahora mismo podemos elegir el motivo de entre varios para no dormir. Espero que eso que dices de los rumores se queden solo en eso. Un besazo
ResponderEliminarBego( blogger está con insomnio también)
Tu relato, real o imaginado me ha "revuelto" las tripas y conmovido el alma. ¡ Ojalá fuera tan facil expresar toda la rabia, la frustración..! La angustia del insomnio y la falta de recursos.
ResponderEliminarPlantarle cara al miedo.
¡ Gracias !Un beso.:-)
Qué razón tienes, Alfonso, me siento plenamente identificado en tu artículo!!
ResponderEliminarMira que sois bloggers insomnes.. Gracias por vuestros comentarios y, como dice Abril en París, "a plantarle cara al miedo"
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