Aquellos días, las calles de los barrios obreros de Madrid, las calles de la periferia madrileña, de aquellas ciudades dormitorio del sur, fronteras de polígonos industriales, echaban chispas en medio del tenebrismo del blanco y negro proclamado vilmente desde 1939. En aquellas jornadas, la tensión se podía cortar. El gris policía invadía como una fantasmagórica mancha de aceite las calles, los barrios, las obras.
En medio de aquel barco fantasma que era España, las gentes de las Comisiones Obreras y del Partido Comunista no se resignaban a fuer de que la tragedia personal invadiera su vida hasta matarla.
Aquel 13 de septiembre de 1971, entre Leganés y Getafe, un piquete animaba a la huelga en el sector de la construcción. Carteles y pasquines que decían: “Compañeros se acerca la hora de la lucha. Del 13 al 20 de septiembre huelga general de la construcción, ¡todos a una, compañeros, para sacarle nuevamente de la cárcel y conseguir nuestros derechos!” A quien había que sacar de la cárcel era al cura Paco, Francisco García Salve.
En el piquete, Pedro Patiño, afiliado a CCOO y al PCE hacía su trabajo militante. De repente una furgoneta de la Guardía Civil, el frío sonido de montar el arma, y un repugnante disparo que acaba con la vida de Pedro, el obrero, el albañil luchador.
La tragedia y una muerte que no fue en balde. La huelga se vino arriba y la solidaridad se extendió por toda España.
Una comisión de obreros, encabezada por Macario Barjas pudo abordar al ministro de Trabajo, Licinio de la Fuente exigiendo la negociación de las reivindicaciones y la investigación de Pedro Patiño.
Pero la injusticia histórica una vez más. La familia de Patiño tuvo que esperar hasta junio de 2009, bajo el paragüas de la ley de Memoria Histórica para que el Gobierno expidiera un reconocimiento, sólo personal, de que Pedro Patiño fue perseguido y encarcelado injustamente “sin las debidas garantías por el ilegítimo Juzgado Especial de Espionaje y Comunismo” y que murió “en defensa de su actividad política”.
Hoy, cuarenta años después de aquel vil asesinato cobran vida los versos que Andrés García Madrid dedicó a Pedro Patiño: “¡Nadie se llame a engaño, cuando lloro / cuando canto! (quedó marchito y ciego / cuando al fuego escupió tan verde coro). / ¡Hay que seguir trillando…, bajo el fuego!”
Y hoy, 4 de octubre. Esta tarde, a las 19:00 horas, en Getafe, en el Federico García Lorca se homenajeará a Pedro Patiño. 40 años después.
Eran aquellos días en los que todavía tenía que llover a cántaros. El tema de Pablo Guerrero fue escrito en 1972, aunque este concierto es de 1977, cuando empezaba a chispear un poco:
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