El frontón de la delegación de Hacienda de Bilbao es impresionante por aterrador. La belleza de la plaza Moyúa, popularmente Elíptica, sigue sometida al yugo del simbolismo franquista. En pleno centro de Bilbao el fascismo vive en el águila imperial, en el que fuera “el pájaro” de la bandera de los estancos cuando la vida era en blanco y negro autoritario, sepia de miseria y gris de opresión.
En Madrid se vive entre un callejero ignominioso e iglesias que recuerdan a los muertos por una determinada España, pero el golpe de vista que produce el frontón de la delegación de Hacienda presidiendo la plaza Elíptica de Bilbao es incomparable.
Sobrevuela esa águila el cielo bilbaíno como buitre carroñero.
Dicen los medios de comunicación al uso que la simbología franquista se está retirando al sótano. La provocación vive en todas partes, pero con mayor intensidad, si cabe, en Bilbao. Vivimos tiempos de esperanza para la paz, para la convivencia. Tiempos en los que deberíamos ahogar la violencia de los símbolos. Y el águila que adornaba la bandera golpista de Franco es un símbolo muy violento.
En pleno centro de Bilbao. Que ya es.
El ágila se remonta al imperio de Carlos I de España y V de Alemania, época en la cual nació el Ministerio de Hacienda como lo conocemos hoy.
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