El otro día, unos amiguetes se pedían unas cervezas en el bar: “una sin alcohol y cuatro normales”. Claro, el anormal de sin alcohol saltó con que los anormales eran ellos por tomar alcohol, que él siempre pedía sin alcohol. Vamos, confundían lo habitual con lo normal.
En este mundo individualista que nos han metido hasta la médula, nos roban, cada vez más, inquietudes humanas. Desde que empezamos a descubrir el mundo nos preguntamos y preguntamos para descubrir la vida, para aprender a vivir, para encontrar la seguridad y perder los miedos. Claro, preguntamos buscando respuestas. Dudar implica preguntarnos y preguntar, y también nos están robando el derecho a dudar.
Y si alguien tiene el derecho y el deber de preguntar son los periodistas. Los periodistas son las personas delegadas por la sociedad para encontrar respuestas, para obtener información y distribuirla.
Todo empezó cambiando la forma de hacer periodismo. Las nuevas generaciones fueron adiestradas no para interpretar, sino para repetir las ideas que los poderosos lanzan. Ahora estamos dando un paso más. Mariano Rajoy empezó su flamante presidencia con una rueda de prensa para dar cuenta del nuevo Ejecutivo en la que se prohibieron las preguntas. Un busto parlante y profesionales copiando al dictado. Nadie pudo preguntar qué inspiración tuvo Rajoy para elegir a sus ministros; ni por qué tan pocas mujeres en el gabinete; ni si influyó que el ministro de Defensa trabajará en una empresa de armamentos que fabricaba bombas racimo; o si algo ha tenido que ver que Luis de Guindos trabajara en Lehman Brothers, cuya quiebra desencadenó la crisis financiera internacional; o las corruptelas urbanísticas que acogotaron al ministro de Industria. Hay tantas, tantas preguntas… Aunque solamente fuera, ¿qué planes tiene para sus gobernados?
El desprestigio de la política es evidente y está arrastrando a la profesión de periodista, meros loros de bustos parlantes. Como a los amiguetes de las cervezas estamos empezando a convertir lo habitual en lo normal. Mal asunto.
Genial, Alfonso. Digno de tu inteligencia supranormal e inhabitual. Sigue preguntándote, aunque las preguntas no tengan respuesta. Un abrazo
ResponderEliminarAlejandra
Muchas gracias, Menassa. Nos preguntaremos y dudaremos...
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