Desde luego su promoción no había sido nada espectacular, quizá por ello, y por tratarse de una peli española fijé la mirada sobre su título, con no demasiada fe, todo hay que decirlo, a pesar del elenco: Pilar Bardem, Rosa María Sardá, Mariana Cordero, el argentino Eduardo Blanco…
Y me sorprendió muy gratamente. Salvo que se sea un amargado de la vida, un crítico agrio, o un tipo muy serio, muy serio, muy serio, se sale de la sala con satisfacción. Con la satisfacción de haber reído, de haber sonreído. Con la satisfacción de haber visto el presente en las caras de los más mayores. Con la satisfacción de ver una película dirigida por una mujer (Laura Mañá) y que, con ojos de mujer, trata tópicos típicos y tabúes.
Porque, aunque el tema fundamental parece ser cómo las personas mayores siguen vivas después de la jubilación, creo yo que lo que su directora y guionista nos cuenta son historias de liberaciones femeninas. Una Pilar Bardem que se divorcia una vez viuda, amargada por una vida infeliz con su marido, hasta que experimenta sensaciones consigo misma…; mujeres aplastadas por el rol de cuidadoras: una madre cuidadora de nietos, una hija cuidadora de madre, aunque realmente nadie necesite ser cuidado; hijos que no entienden que sus padres disfruten del sexo; nietos que si lo entienden. En definitiva, historias de esta España nuestra repleta de miedos, secretos y represión tratados con sensibilidad femenina, con cariño, desde las emociones.
El reparto es un plus importante en la cinta, así como el humor que flirtea con el final de la vida, un tabú más de nuestra sociedad. Algunas escenas para reír sin reparo, otras que nos muestran algo que no es corriente: mayores besándose, cuerpos de mayores amándose, queriéndose a sí mismos. Sí, se sale de la sala más liberado. O mejor, más liberada.
Ahí va el trailer:
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