Después de unos cuantos años dejándole mensajes en un teléfono que no existía, gracias a la cosa esta de las redes sociales, y los blogs, y tal, me topé con el camarada y colega Germán, un tipo que durante más tiempo del que él se creía me estuvo echando una mano by de face con sus palabras escritas. Al final nos encontramos frente a frente y, todo hay que decirlo, me invitó a un té. Un convoluto en toda regla, no como los de los Correa y cía.
Se autodefine "novelista por vocación y periodista por culpa de mi casero, que no me perdona el alquiler". Madrileño nacido en León, apasionado del fútbol y el flamenco, este periodista de izquierdas ha pasado por varios medios de comunicación: Grupo Zeta, OTR, La Gaceta de los negocios, Panorama, Interviú, La Vanguardia, Cuadernos de jazz… Actualmente, más allá de asesorar a políticos, colabora en distintos medios digitales. Después de Las miserias del héroe y Un día cualquiera, acaba de publicar nueva novela, Fundido en negro, un trabajo que le ha dejado exhausto.
Aunque no son días de gloria para el Madrí, Germán no se esconde y se siente orgulloso de su pasión futbolera, nacida en la infancia. Cada vez son más los rojos que salen del armario y confiesan ser del Madrí. Pero mucho. Nuestro hombre de apellido madrugador va más lejos y sentencia: "soy más ortodoxo del Real Madrid que de la izquierda".
En rigurosa exclusiva me cuenta que va a medio traicionar a Madrid porque va a alternar su vida con una ciudad del sur, algo, en mi opinión sólo perdonable si hay una razón en femenino. Y él: "Madrid es una ciudad maravillosa, fundamentalmente por la gente que la habita. Es gente cálida y hospitalaria, pero a día de hoy, la ciudad se me hace insoportable. Se ha convertido en escenario de cartón piedra a mayor gloria del alcalde. Yo, que provengo de barrios bajos, me molesta mucho el constante gasto en inauguraciones de este Ayuntamiento".
La pasión de Germán se desborda con el Madrí, con el flamenco, con sus columnas periodísticas, repletas de irónia, cuando no de humor envenenado. Dice nuestro hombre que el humor es parte de su vida y que la realidad de España es para reirse mucho. Y si no, "esa banda de gentuza engominada que va a bodas en El Escorial". Y reflexiona, "bien es verdad que no podrían vivir en otro lado".
Mientras juguetea con los hielos de su café (es un hipocondriaco que toma café porque no va al médico, supongo) me dice que sí, que le gusta mucho escribir, pero que lo que más le gusta es leer. Y con forceps va cantando sus gustos: sin duda Lobo Antunes, aunque disfruto con otras dos personas sensacionales: Luis Mateo Díez y Manuel Longares. Que me da a mí la impresión que con ellos comparte vinos y boquerones (actividades que desarrolla con sus amigos) "Lo que me da pudor es compartir oficio con autores como Dostoyevsky o Stendal. La diferencia entre los grandes y los demás es que los demás escribimos porque tenemos tiempo libre".
Cuando hablamos de gente que escribe y vende libros le veo crítico con las modas literarias al estilo Stieg Larson y su trilogía Milenium. Pero no tanto. Asegura que se lo puede pasar muy bien con estas novelas, pero con lo que no puedo es con el apabullamiento de la literatura comercial. Que en el mismo paquete nos meten la novela, un DVD, una guía turística con los lugares en los que se desarrolla o una guía gastronómica sueca… Y más allá de Larson, que el pobre se murió sin disfrutar de esta locura, ahora resulta que lo que se lleva son escritores suecos de novela policiaca. Cosas de las editoriales y el comercio de libros.
Por ello salta como un resorte para hablar bien de sus editores. "hay poca gente apasionada como InÉditor. Nos conocimos a través de Internet. Yo remití unas líneas de mi primera novela a una página web que es una guía de editores y tiempo después recibí noticias de InÉditor interesados en el resto de la trama. Me publicaron la novela y desde entonces. Creo que es necesario hacer un reconocimiento a los amantes de los libros, a editoriales como InÉditor. Yo no tengo hijos, pero creo que lo más parecido es tener por primera vez la novela entre las manos".
Mi taza se acaba, pero en la tetera aún reposa algo de la infusión. Y antes de que me espete una umbralada del tipo, "oiga aquí he venido yo a hablar de mi libro" comentamos sobre esos primeros párrafos en los que describe como unos mendigos follan bajo el viaducto. En el principio de una novela repleta de personajes deleznables…
Pero esto me está quedando muy largo. Del libro hablamos mañana. Tras esta pausa musical, casi seguro del gusto de Germán, el de Fundido en negro.
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Se autodefine "novelista por vocación y periodista por culpa de mi casero, que no me perdona el alquiler". Madrileño nacido en León, apasionado del fútbol y el flamenco, este periodista de izquierdas ha pasado por varios medios de comunicación: Grupo Zeta, OTR, La Gaceta de los negocios, Panorama, Interviú, La Vanguardia, Cuadernos de jazz… Actualmente, más allá de asesorar a políticos, colabora en distintos medios digitales. Después de Las miserias del héroe y Un día cualquiera, acaba de publicar nueva novela, Fundido en negro, un trabajo que le ha dejado exhausto.
Aunque no son días de gloria para el Madrí, Germán no se esconde y se siente orgulloso de su pasión futbolera, nacida en la infancia. Cada vez son más los rojos que salen del armario y confiesan ser del Madrí. Pero mucho. Nuestro hombre de apellido madrugador va más lejos y sentencia: "soy más ortodoxo del Real Madrid que de la izquierda".
En rigurosa exclusiva me cuenta que va a medio traicionar a Madrid porque va a alternar su vida con una ciudad del sur, algo, en mi opinión sólo perdonable si hay una razón en femenino. Y él: "Madrid es una ciudad maravillosa, fundamentalmente por la gente que la habita. Es gente cálida y hospitalaria, pero a día de hoy, la ciudad se me hace insoportable. Se ha convertido en escenario de cartón piedra a mayor gloria del alcalde. Yo, que provengo de barrios bajos, me molesta mucho el constante gasto en inauguraciones de este Ayuntamiento".
La pasión de Germán se desborda con el Madrí, con el flamenco, con sus columnas periodísticas, repletas de irónia, cuando no de humor envenenado. Dice nuestro hombre que el humor es parte de su vida y que la realidad de España es para reirse mucho. Y si no, "esa banda de gentuza engominada que va a bodas en El Escorial". Y reflexiona, "bien es verdad que no podrían vivir en otro lado".
Mientras juguetea con los hielos de su café (es un hipocondriaco que toma café porque no va al médico, supongo) me dice que sí, que le gusta mucho escribir, pero que lo que más le gusta es leer. Y con forceps va cantando sus gustos: sin duda Lobo Antunes, aunque disfruto con otras dos personas sensacionales: Luis Mateo Díez y Manuel Longares. Que me da a mí la impresión que con ellos comparte vinos y boquerones (actividades que desarrolla con sus amigos) "Lo que me da pudor es compartir oficio con autores como Dostoyevsky o Stendal. La diferencia entre los grandes y los demás es que los demás escribimos porque tenemos tiempo libre".
Cuando hablamos de gente que escribe y vende libros le veo crítico con las modas literarias al estilo Stieg Larson y su trilogía Milenium. Pero no tanto. Asegura que se lo puede pasar muy bien con estas novelas, pero con lo que no puedo es con el apabullamiento de la literatura comercial. Que en el mismo paquete nos meten la novela, un DVD, una guía turística con los lugares en los que se desarrolla o una guía gastronómica sueca… Y más allá de Larson, que el pobre se murió sin disfrutar de esta locura, ahora resulta que lo que se lleva son escritores suecos de novela policiaca. Cosas de las editoriales y el comercio de libros.
Por ello salta como un resorte para hablar bien de sus editores. "hay poca gente apasionada como InÉditor. Nos conocimos a través de Internet. Yo remití unas líneas de mi primera novela a una página web que es una guía de editores y tiempo después recibí noticias de InÉditor interesados en el resto de la trama. Me publicaron la novela y desde entonces. Creo que es necesario hacer un reconocimiento a los amantes de los libros, a editoriales como InÉditor. Yo no tengo hijos, pero creo que lo más parecido es tener por primera vez la novela entre las manos".
Mi taza se acaba, pero en la tetera aún reposa algo de la infusión. Y antes de que me espete una umbralada del tipo, "oiga aquí he venido yo a hablar de mi libro" comentamos sobre esos primeros párrafos en los que describe como unos mendigos follan bajo el viaducto. En el principio de una novela repleta de personajes deleznables…
Pero esto me está quedando muy largo. Del libro hablamos mañana. Tras esta pausa musical, casi seguro del gusto de Germán, el de Fundido en negro.
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Me hubiera gustado estar, oculta, en ese encuentro. Una lengua afilada, que corresponde a una fina pluma y a una rapidez mental casi inigualable. Si a esto le sumas un corazón tan grande como una casa, te da como resultado Germán Temprano. Espero ansiosa tu crónica, seguro que sagaz, sobre "Fundido en negro", aunque a lo mejor tardo unos días en pasarme a leerla... porque todavía no he acabado el libro. ¿Y tú? ¿Cuándo te animas a saltar al vacío?. Un abrazo.
ResponderEliminarEl Temprano y yo mismo pensábamos que te habías disfrado y que eras la camarera de nuestro amor. La que sirvió el café con hielo y el té sobre la mesa de marmol con inusitada suavidad. La que cimbreante iba y venía de la mesa a la barra y de la barra a la mesa para escuchar disimuladamente. Es más. El Temprano y yo pensamos que, ya más tarde, te viniste a cenar. ¿Con quién coño cenamos entonces? ¿Con quién nos fuimos a Casa Patas? ¿Con quién me desperté temprano, Temprano? No puedo tomar té rojo, que me confunde.
ResponderEliminarYo salto al vacío cada mañana (salvo alguna excepción como la narrada) preparando desayunos; marchando velozmente al cole; opinando sobre Hanna Montana, Los Magos de Weberly Place; recordando el inglés perdido o las divisiones de tres cifras; o las capitales, o las regiones (que resulta que ya no existe Castilla la Vieja y no tiene mar, que Cantabria no es lo que era)... Pero no te preocupes Manzanilla que si hago un triple mortal estarás en el podio de las enteradas, y los enterados.
Un abrazo, pero con dos besos.
Mis conversaciones de camino al cole giran en torno a Bob esponja y a los Pokemon, mundos que me son cercanos lo quiera o no, pero es que no queda otra y hay que hacerse a todo.
ResponderEliminarY ya puedes ir diciéndole a Germán que sí, que cuesta más parir un libro que a un hijo. Yo tuve la suerte de que a los míos los parió mi socia y yo sólo estaba allí resoplando mientras le tomaba de la mano, pero que no se engañe Germán... la tinta recién impresa huele muy bien, pero nada comparable al olor de un hijo recién nacido.
Abrazos.
Por si no lo sabes o sí lo sabías ese vídeo está grabado en La Soleá pero en la moderna. Yo me envenené del flamenco en la antigua que estaba junto enfrente y que regentaba mi amigo del alma Francis. A pesar de que frecuenté mucho menos ésta, el tocaor es Alfonso Orellana, uno de los que están junto a él el pintor y gran aficionao José Luis Romerales y el gitano aceitunado es el Chorrohumo. Muchas noches y otros tantos amaneceres compartí con ellos. Un saludo
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