Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

martes, 25 de octubre de 2011

Bakea behar dugu / Necesitamos la paz / Agur ETA

He dejado macerar un poco estas líneas, que la noticia que saltó a las 19:00 horas del jueves ha sido histórica. He visto entradas en blogs sobre el asunto que me han gustado especialmente, como la de mi amiga Chus, con quien compartí profe de Historia (AQUí la ves). Esta entrada de Chus me confirmaba, de alguna manera, algo que yo ya pensaba, que el terrorismo de ETA se vivía como algo cotidiano en Madrid, cosa que no ocurría “en provincias”.

Desde la infancia he tenido relación con gentes de Euskal Herria, o de Euskadi, no se me enfade nadie, más allá de la tarjeta del Eroski (esto lo he copiado de la obra Burundanga, que vi el otro día y…, hay que verla).

He visto vascos vascos, vascos madrileños, vascos del mundo, vascos de Álava, de Vizcaya, de Guipúzcoa, vascos de Navarra y…, bueno, navarros de Navarra. Yo creo que la cosa es tan sencilla como que todos los que son vascos, son vascos; hablen euskera, castellano, inglés o gallego. De jovencito yo andaba por Madrid con un kaiku que me hacían a medida en alguna parte del País Vasco. Y es que el kaiku y la ikurriña eran símbolo de rebeldía. Luego modelé mi opinión sobre las banderas, que tan grotesca me parece la rojigualda que ondea en la madrileña plaza de Colón como alguna ikurriña tamaño pilsen que se ve en Euskadi, o Euskal Herria, no se me enfade nadie. Sí. Las banderas terminan siendo trapos que incitan a la violencia. Es decir, “en el mundo no hay mayor pecado que el de no seguir al abanderado”; sea la bandera que sea, no sólo la rojigualda.

Y ETA siempre ha estado rondando desde mi infancia. Recuerdo el atentado de la calle del Correo, nunca aclarado, por cierto; recuerdo aquellas coplillas tras el vuelo de Carrero: “era Carrero ministro del mar y su ilusión fue siempre volar, vino un comando de ETA militar y su ilusión se hizo realidad, ¡Voló, voló, Carrero voló!”

Luego recuerdo, en alguna manifa no exenta de tensión, aquello de “¡mi primo de Bilbao, os tiene acojonaos!” Y cuando la tensión aumentaba, aquello de “FRAP, ETA, más metralleta”. De aquellas cosas hace mucho tiempo y seguramente eran erróneas, pero es lo que había. Cosas tan erróneas como considerar víctimas de la represión franquista, más allá de Franco incluso, en el País Vasco, como algo exclusivo de País Vasco. Recuerdo a los abogados de Atocha, antes Julian Grimau, después a Yolanda González…, y tantos asesinados en Madrid. O la represión del TOP, la social, los calabozos de la DGS, hoy despacho de Esperanza Aguirre.

Pero aquella cosa tenebrosamente simpática y antifranquista que era ETA se convirtió en un monstruo, una máquina de matar militares, políticos de todo signo, jueces, sindicalistas, trabajadores, ciudadanía. No era extraño que a cualquier hora, un sonido ensordecedor te helara el corazón o que una nube de humo negra se elevara sobre el cielo de Madrid. Y el caos. Y casi nos acostumbramos. Fuera de Madrid o el País Vasco era difícil hacerse una idea de la que estaba cayendo.

Y en esos terribles ochenta de terrorismo, el destino me llevó a ser conductor del ejercito de tierra en esa cosa que se llamaba mili. En esos terribles ochenta me dieron un volante y una pistola de medio juguete porque tenía que llevar en coche a un señor que estaba amenazado por ETA. Y fueron asesinados en esos días compañeros de mili que, como yo, su delito era hacer la mili en Madrid. Por cierto, la cultura comunista más prosoviética del momento alentaba hacer la mili, entre otras cosas, para conocer el manejo de las armas por si había que hacer la revolución. Suena a coña, pero es así. Paradojas.

Cortinillas en el cristal trasero, retrovisores para ir mirando más hacia atrás que hacia delante, los pulgares por fuera del volante para no romperlos en caso de choque, distancia con el automóvil precedente para huir en maniobra, esperar cada día en un sitio, mirar los bajos del coche, la foto del comando Madrid en el salpicadero, y en más de una ocasión freno de mano y al suelo. En fin, pequeños detalles que mostraban que la cosa no era normal. Ahí fuera, en las calles de Madrid, la música de la movida seguía con vida, pero también se asesinaba. Para los unos y para los otros, “estábamos en guerra”.

Supe lo que es el miedo y vivir sin libertad. Las pesadillas me duraron tiempo. Los petardos me contracturaban hasta las pestañas. También supe lo que es el nefasto periodismo que alegremente daba información sin confirmar la identidad de los asesinados, de los heridos en atentados. Que en alguna ocasión me dieron por muerto. Vi la historia desde otra perspectiva.

Y cuando iba en mi coche de civil y se activaba una de las cientos de “operaciones jaula” la Guardía Civil me paraba para ver si era un etarra que huía, que llevaba armas. Muchas veces sin el más mínimo respeto. Cuando no eran los unos, eran los otros.

Luego, recuerdo en un Congreso de CCOO de Madrid dar la noticia del asesinato de Tomás y Valiente. Y recuerdo, estando en Diario 16, el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Recuerdo la impotencia ante la barbarie. Y recuerdo, trabajando para el PSOE, el atentado de la T-4 de Barajas, cuando ETA rompió la esperanza al tiempo que se suicidaba.

No son estas líneas para teorizar sobre de dónde viene ETA y hacia donde tiene que ir este proceso. Ni para hablar de presos. Ni de independencia. Ni entrega de armas. Estas líneas son de optimismo, esperando que los unos y los otros tengan la responsabilidad que el caso merece. Son líneas de alegría y esperanza. Que nos dejen disfrutar un rato, que esto no ha hecho más que empezar. Lo primero que hay que hacer es quitarse orejeras por todas las partes. La pelota está en el tejado de todas las partes. Sólo sirve la tolerancia. Sólo sirve no humillar, empatizar, comprender al otro, que no es tan diferente.

Nunca entenderé el nacionalismo, ni españolista, ni vasco, ni de Villa Arriba, ni de Villa Abajo. Mucho menos entiendo el nacionalismo de izquierdas, que la izquierda es internacionalista. ¡Uy! Si hubiéramos hecho caso al tío Carlos con aquello de “¡proletarios del mundo, uníos!”

Otro gallo nos hubiera cantado.

Hoy sí. Más que nunca, Zorionak Euskal Herria, o Euskadi, no se me enfade nadie.

Y…, ¿os imagináis?



viernes, 21 de octubre de 2011

Diana, profesora interina madrileña o como Espe quiere acabar con la enseñanza pública

Confiesa Diana que el último verano ha estado plagado de inquietud e incertidumbre. Está embarazada de seis meses, y en paro desde el 14 de septiembre, como otras tres mil personas dedicadas a la enseñanza secundaria en la comunidad de Madrid. Es Diana una profesora interina que da clase de inglés, empeñada en que esta asignatura no sea una maría. Con sus 32 años es una joven sobretitulada. Cuenta con dos carreras (Bibliotecomanía y Documentación y Filología inglesa), además del diploma de estudios avanzados en lingüística obtenidos en Canadá. Un camino de esfuerzo para una mujer orgullosa de su procedencia: “Mi abuela era limpiadora, mi padre es jardinero, trabaja desde los 14 años. Él no tuvo acceso a la educación, pero yo sí soy fruto de una enseñanza pública que se peleó y se logró”.

Antes realizó otros trabajos, pero a su vocación, “la enseñanza pública” (recalca lo de “pública”) lleva ejerciéndola durante los últimos cuatro años en sendos institutos de Leganés y Alcorcón. Eso sí, Diana se ha presentado tres veces a oposiciones, las tres veces ha aprobado, incluso ha obtenido un 8 de nota, pero no hay forma de obtener plaza. Entre línea y línea sonsacamos que es profa exigente, empeñada en que “el inglés no sea considerado una maría”.

En la enseñanza existen tres tipos de profesores: funcionarios de carrera; interinos con vacante como Diana, que trabajan con contratos renovables cada inicio de curso; y sustitutos, que también son interinos que hacen suplencias.

Y con esta clasificación, Diana deja meridianamente claro que “aunque sea a media jornada, lo importante es la continuidad, que es lo que queremos la mayoría”. Entendemos como “continuidad” un proyecto del centro educativo. Esto es, continuidad implica calidad en la enseñanza. Pero el hecho es que con “continuidad” sólo trabajan los funcionarios de carrera…

Explica Diana que cuando se empieza como enseñante, se es muy joven y con condiciones en precario, tan en precario, como no cobrar durante los veranos. Una precariedad que cada vez es mayor y cada vez afecta más a la calidad de la enseñanza. En este curso, por ejemplo, las personas en la situación de Diana no han participado en algo tan importante como la planificación del curso, de las clases, de la distribución de clases, grupos, horarios… Y en esta precariedad que aumenta imparable, Diana destaca la desaparición de las tutorías, una parte esencial de la enseñanza de calidad. Una parte que supone un trabajo ingente por parte del profesorado.

Lo malo es que el subconsciente traiciona a Diana y ya habla en pasado de la calidad de la enseñanza pública: “Lo bueno que tenía la pública es que tenías tiempo para atender al alumno y a la alumna. Era una enseñanza mucho más personalizada

Labor social

En este sentido, nuestra profesora asegura que la inmensa mayoría del profesorado es vocacional y que, como ella, apuestan por la enseñanza como labor social, con el objetivo de que quienes menos recursos tienen tengan la posibilidad de acceder a la enseñanza de calidad, que exista una real igualdad de oportunidades. Algo que la enseñanza pública preve, o… preveía.

Y Diana no es optimista. Ve un “futuro oscuro, igual que en la sanidad, con tendencia a privatizar, a quitar recursos públicos a favor de la privada. A este paso, la pública terminará siendo un ghetto al que acudirán los más desfavorecidos. Ese es el objetivo de Esperanza Aguirre”.

Nuestra profesora asegura que la derecha que gobierna la región lo está “sabiendo hacer”. Al igual que se hace en sanidad, cada curso van recortando a unos, un curso a primaria, otro a secundaria, otro a infantil…, la estrategia es muy antigua: “divide y vencerás”.

Evidentemente, la presidenta madrileña no es santo de la devoción de Diana, como ya ocurre con la comunidad educativa de la región: “Cuando Esperanza Aguirre afirma que los profesores son unos vagos, mezcla el desconocimientos con ese mito de que los funcionarios son unos vagos. Aguirre llama a las vísceras de las gentes, en complicados momentos de crisis. Su objetivo es enfrentar a la ciudadanía para que sea la propia sociedad la que demande una situación que finalmente será peor”.

Diferencias

Es evidente que los recortes en personal implican empeorar la calidad de la enseñanza. Y critica Diana que se emprendan proyectos, que son buenos, pero sin financiación. Y ella, que es profesora de inglés, se refiere al bilingüismo, una de las grandes bazas propagandísticas de Aguirre.

Asegura Diana que la gestión que se hace del bilingüismo genera diferencias con los alumnos que reciben clase de inglés normal. En la enseñanza “normal”, hay menos profesores, más alumnos y, por tanto, menos actividades. Los desdoblamientos implican que la enseñanza de inglés deje de ser personalizada y eficaz. Por eso, “el bilingüismo está muy bien, pero mientras no se recorte de otros sitios. Igual que ocurre con los institutos de inmersión tecnológica”.

Sabe Diana que el problema de la enseñanza no es de los trabajadores y las trabajadoras, sino de toda la sociedad, como ocurre con la sanidad. Y las movilizaciones están siendo muy positivas porque cuentan con complicidad de padres y alumnos, pero también porque “por primera vez no veo sentimiento partidista de la enseñanza pública. Hay gente de derechas e izquierdas peleando por la enseñanza pública”.

De hecho, las movilizaciones están siendo históricas. Desde 1988 no había un seguimiento en huelgas y manifestaciones del calibre que estamos viviendo. Y es que hay asuntos que claman al cielo. Por ejemplo, el caso del PAU de Alcorcón, donde no hay terrenos públicos y los que hay se han cedido a los religiosos para construir el Colegio Juan Pablo II, que segrega a niños y niñas.

¡¡¡AAAAAHHHHH!!! El sábado 22 gran marcha sobre Madrid por la enseñanza pública. Desde la Glorieta de Atocha hasta la Plaza de Jacinto Benavente.

Y es que en Madrid, profesores, madres, padres y alumnado están protagonizando manifestaciones históricas. No os perdáis este vídeo para comprender como Esperanza Aguirre está acabando también con la enseñanza pública.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Mammuth: Entre las injusticias laborales y el amor

Es esta película una road movie en moto y a la francesa; es una cinta de injusticias laborales y sociales, pero también de amor y ternura. Imprescindible para los incondicionales de Gérard Depardieu.

Mammuth es el sobrenombre del protagonista, adquirido por la marca de su vieja moto. Y como su sobrenombre indica es grande y lento, un tanto zopenco, en un mundo lleno de listillos.

En este mundo de burocracias, nuestro protagonista se jubila, pero necesita justificantes de su vida laboral, diez justificantes que le llevan a recorrer lugares del pasado. Lugares que incluso no existen y en el que va surgiendo una fauna de personajes que rozan el lumpen. Resulta que el viejo matarife jubilado es un privilegiado por la posibilidad de poder cobrar una jubilación, mientras que los que trabajan son auténticos esclavos. Trágicos y alienados esclavos como vemos en la más tragicómica de las escenas en la que tristes trabajadores solitarios cenan en la frialdad de un restaurante.

Pero en medio de esa violencia que es la vida. En medio de esa selva del sálvese quien pueda hay sitio para la ternura y la poesía, porque nuestro Mammuth, víctima del fracaso escolar en su adolescencia, es un poeta.

Gran importancia tienen las mujeres en la vida del personaje de Depardieu. Son tres las mujeres que forman parte de su vida: su esposa, quien tiene que luchar con la torpeza de Mammuth cada día pero que le ama; su primer amor, que aparece como un fantasma siempre que los días malos se instalan en el corazón del protagonista; y su sobrina, quien, llena de frescura e imaginación, abre la mente de nuestro protagonista.

Sin su mujer no sabe dar un paso; sin el fantasma de su amor no podría avanzar, no abriría los ojos; sin el descubrimiento de su sobrina no existirían las musas, no desbloquearía el cerebro. Pero también en esa fauna que va surgiendo, aparece la maldad de una mujer que se aprovecha de la inocencia del Mammuth. Sin violencia, eso sí.



Director: Benoit Delépine, Gustave de Kervern.

Guión: B. Delépine, G.de Kervern.

Intérpretes: Gérard Depardieu, Isabelle Adjani, Yolande Moreau, Miss Ming, Anna Mouglalis, Benoit Poelvoorde.

País: Francia.

martes, 18 de octubre de 2011

Blog del día

El otro día, un correo electrónico me indicaba que La vida desde el lago había sido elegido "blog del día". Respondí a un cuestionario que podéis ver aquí.

Gracias, pues.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Clara Campoamor, 80 años de sufragio universal

En pleno siglo XXI las mujeres de Arabia Saudita no han podido votar en las elecciones generales, no tienen derecho al voto. En nuestro país hace ahora 80 años que el sufragio femenino era conquistado tras duro batallar. La abanderada de aquella lucha fue una madrileña cuya figura no ha sido convenientemente reconocida: Clara Campoamor. Con 36 años era una de las pocas abogadas españolas y en 1931 era elegida diputada en las listas del Partido Radical al que se afilió por proclamarse: “republicano, laico, liberal y democrático”. Paradójicamente las mujeres podían ser elegidas pero no podía elegir. Campoamor se puso manos a la obra para cambiar esto. Y lo logró.

El padre de Clara, Manuel Campoamor, era contable en un periódico madrileño y la madre, Pilar Rodríguez, costurera. Cuando aquel 12 de febrero de 1888 nació Clara, nada hacía presagiar que la situación de las mujeres en España iba a sufrir enormes cambios en pocas décadas.

Campoamor, junto a Victoria Kent y Margarita Nelken, abanderaron la representación poítica femenina como nunca antes se había logrado y tuvieron que pasar muchos años tras el Golpe de Estado de Franco, para que ese poder resurgiera. Es cierto que para que estas mujeres fueran hitos decisivos, durante años, mujeres y hombres fueron preparando el camino.

El contexto histórico en el que vive Clara Campoamor, finales del XIX, está marcado por el poder y la influencia de la Iglesia católica, encargada de la educación de las mujeres. La Iglesia, hacía de éstas buenas mujeres cristianas en vez de ciudadanas. Las clases rurales y más desfavorecidas, difícilmente tenían acceso a ningún tipo de educación.

Liberar la educación del yugo eclesiástico fue el primer reto, y ahí estuvieron mujeres imprescindibles como Concepción Arenal, o después, Emilia Pardo Bazán o Soledad Acosta Samper. La Campoamor crecería en ese ambiente, en el barrio de Maravillas, más conocido como Malasaña, barrio castizo en el que convivían, los talleres del periódico republicano El País y La Libertad. El padre de Clara murió joven por lo que ella tuvo que colaborar con la economía familiar. Su vida laboral comenzó de modistilla y pasó por multitud de oficios.

Siempre con ansias de avanzar y estudiar opositó al cuerpo de Telégrafos y después al Ministerio de Instrucción pública donde obtuvo la primera plaza de profesora de mecanografía en 1914. Este empleo lo compatibilizó con el de secretaria de dirección del periódico conservador La Tribuna, de Cánovas. El trajín periodístico abrió sus curiosidades políticas por lo que se hizo socia del Ateneo y en cuanto pudo reanudó los estudios conviertiendose a los 36 años en una de las pocas mujeres abogadas.

Sus ideas sobre igualdad la acercan al PSOE, pero no se afilió al partido. Después, su frontal rechazo a la dictadura de Primo de Rivera la alejó de las filas socialistas. En esos tiempos mantuvo una gran actividad como conferenciante en la Asociación Femenina Universitaria y en la Academia de Jurisprudencia, donde siempre defendió la igualdad de derechos.

Uno de sus objetivos no alcanzados fue lograr la unidad de todos los republicanos y republicanas en un gran partido. Tras la rebelión republicana de García y Galán, Clara asumió la defensa de varios encausados, entre ellos, su hermano. Ya, proclamada la Segunda República, fue elegida diputada por Madrid, desde cuyo escaño luchó por la igualdad. Formó parte de la Comisión Constitucional junto a otros veinte diputados y logró prácticamente todo lo que se propuso, salvo lo relativo al voto, que tuvo que debatirse en el Parlamento.

Tras un extraordinario debate que la enfrentó a Victoria Kent, Clara Campoamor fue superior y la minoría de derechas, gran parte del PSOE y algunos republicanos posibilitaron el sufragio universal. Después en 1935 no fue admitida en Izquierda Republicana, momento en el que escribe un libro cuyo título lo dice todo: Mi pecado mortal. El voto femenino y yo.

Luego, el golpe de Estado de Franco y el exilio del que no pudo volver por estar procesada por pertenencia a una logia masónica. Desde 1952 se instaló y trabajó en Lausana (Suiza), donde murió en 1972. Años después, sus restos fueron trasladados al cementerio de Polloe, en San Sebastián, en el panteón de la familia Monsó Riu.


“Producto de los dos sexos”

El discurso de Claracampoamor en las Cortes es una lección de parlamentarismo, de retórica, de convicción, de buenas formas. Campoamor tuvo que enfrentarse a Victoria Kent, que era contraria al sufragio femenino porque temía que las mujeres votaran lo que les dijeran sus confesores.

A ella dedicó el inicio de su discurso, “lejos yo de censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, señorita Kent, comprendo, por el contrario, la tortura de su espíritu alhaberse visto hoy en trance de negar la capacidad inicial de la mujer”. Sus argumentos eran sólidos:“¡Las mujeres! ¿Cómo puede decirse que cuando las mujeres den señales de vida por la República se les concederá como premio el derecho a votar? ¿Es que no han luchado las mujeres por la República? ¿Es que al hablar con elogio de las mujeres obreras y de las mujeres universitarias no está cantando su capacidad?

Además, al hablar de las mujeres obreras y universitarias, ¿se va a ignorar a todas las que no pertenecen a una clase ni a la otra? ¿No sufren éstas las consecuencias de la legislación? ¿No pagan los impuestos para sostener al Estado en la misma forma que las otras y que los varones? ¿No refluye sobre ellas toda la consecuencia de la legislación que se elabora aquí para los dos sexos, pero solamente dirigida y matizada por uno? ¿Cómo puede decirse que la mujer no ha luchado y que necesita una época, largos años de República, para demostrar su capacidad? Y ¿por qué no los hombres? ¿Por qué el hombre, al advenimiento de la República, ha de tener sus derechos y han de ponerse en un lazareto los de la mujer?”Y recuerda al varón que somos producto de hombre y mujer:“Otra cosa, además, al varón que ha de votar. No olvidéis que no sois hijos de varón tan sólo, sino que se reúne en vosotros el producto de los dos sexos. En ausencia mía y leyendo el diario de sesiones, pude ver en él que un doctor hablaba aquí de que no había ecuación posible y, con espíritu heredado de Moebius y Aristóteles, declaraba la incapacidad de la mujer”.

Pinchando AQUÍ puedes acceder a la miniserie que emitió recientemente Televisión Española sobre Clara Campoamor.

Y aquí un homenaje al movimiento sufragista, que aún tiene trabajo:

martes, 4 de octubre de 2011

Pedro Patiño, asesinado por la Guardia Civil

Aquellos días, las calles de los barrios obreros de Madrid, las calles de la periferia madrileña, de aquellas ciudades dormitorio del sur, fronteras de polígonos industriales, echaban chispas en medio del tenebrismo del blanco y negro proclamado vilmente desde 1939. En aquellas jornadas, la tensión se podía cortar. El gris policía invadía como una fantasmagórica mancha de aceite las calles, los barrios, las obras.

En medio de aquel barco fantasma que era España, las gentes de las Comisiones Obreras y del Partido Comunista no se resignaban a fuer de que la tragedia personal invadiera su vida hasta matarla.

Aquel 13 de septiembre de 1971, entre Leganés y Getafe, un piquete animaba a la huelga en el sector de la construcción. Carteles y pasquines que decían: “Compañeros se acerca la hora de la lucha. Del 13 al 20 de septiembre huelga general de la construcción, ¡todos a una, compañeros, para sacarle nuevamente de la cárcel y conseguir nuestros derechos!” A quien había que sacar de la cárcel era al cura Paco, Francisco García Salve.

En el piquete, Pedro Patiño, afiliado a CCOO y al PCE hacía su trabajo militante. De repente una furgoneta de la Guardía Civil, el frío sonido de montar el arma, y un repugnante disparo que acaba con la vida de Pedro, el obrero, el albañil luchador.

La tragedia y una muerte que no fue en balde. La huelga se vino arriba y la solidaridad se extendió por toda España.

Una comisión de obreros, encabezada por Macario Barjas pudo abordar al ministro de Trabajo, Licinio de la Fuente exigiendo la negociación de las reivindicaciones y la investigación de Pedro Patiño.

Pero la injusticia histórica una vez más. La familia de Patiño tuvo que esperar hasta junio de 2009, bajo el paragüas de la ley de Memoria Histórica para que el Gobierno expidiera un reconocimiento, sólo personal, de que Pedro Patiño fue perseguido y encarcelado injustamente “sin las debidas garantías por el ilegítimo Juzgado Especial de Espionaje y Comunismo” y que murió “en defensa de su actividad política”.

Hoy, cuarenta años después de aquel vil asesinato cobran vida los versos que Andrés García Madrid dedicó a Pedro Patiño: “¡Nadie se llame a engaño, cuando lloro / cuando canto! (quedó marchito y ciego / cuando al fuego escupió tan verde coro). / ¡Hay que seguir trillando…, bajo el fuego!”

Y hoy, 4 de octubre. Esta tarde, a las 19:00 horas, en Getafe, en el Federico García Lorca se homenajeará a Pedro Patiño. 40 años después.

Eran aquellos días en los que todavía tenía que llover a cántaros. El tema de Pablo Guerrero fue escrito en 1972, aunque este concierto es de 1977, cuando empezaba a chispear un poco: