Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

sábado, 31 de diciembre de 2011

2012 Feliz Apocalipsis

El año entrante tiene algo muy positivo. Equivale al año IV del inicio de la crisis que nos acogota, Por lo tanto, ya queda menos para salir de ella, que no hay mal que cien años dure. Son pues estas líneas de optimismo para compartirlo contigo, lector, lectora. Para desearte lo mejor en este 2012, a pesar de que para los supersticiosos apunta mal, empezando por ser bisiesto.

Como ya se han encargado de mostrarnos algunas superproducciones de escaso valor cinematográfico, profecías de todo tipo aseguran que será el final de la civilización, bien porque choque un asteroide contra el planeta o por cualquiera sabe qué otro terrorífico hecho. También nos aseguran que se cumplirá la teoría de la noosfera, que por más que releo en la wikipedia, no soy capaz de entender.

De cualquier forma, si en la comunidad de Madrid sobrevivimos a Esperanza Aguirre, no creo que haya asteroide que nos elimine del universo. Aguirre, que es como el caballo de Atila, tiene para todos. Mientras con una mano se carga la enseñanza y la sanidad pública de todos los madrileños, con la otra fulmina con su democrática guadaña a Francisco Granados.

Mientras Aguirre, amiga del traidor Álvarez Cascos, prepara sus panzer, comandados por Ignacio González, para el enfrentamiento interno con los suyos: Rajoy, Gallardón, Cospedal; presenta unos presupuestos inspirados en el apocalíptico 2012 de Nostradamus. Unos presupuestos que van a asfixiar más el empleo y los servicios públicos. ¿Seguirá Aguirre, ahora, raca raca la matraca con que Rajoy asfixia a Madrid como hacía ZP? ¿Seguirá saltándose a la torera leyes estatales y exigiendo dineros?

Interesante 2012 en Madrid, con daños colaterales en la capital tras el 20-N. El daño colateral parece va a ser Ana Botella, encargada de asfixiar literalmente a los madrileños con el irrespirable aire de Madrid. Por cierto la ONU ha declarado 2012 Año Internacional de la Energía sostenible y, bueno, también de las cooperativas.

Pero eran estas líneas para el optimismo y la esperanza que no Esperanza. Eso ¡Feliz Apocalipsis!



jueves, 29 de diciembre de 2011

El niño de la bicicleta / amor desinteresado

Es El niño de la bicicleta una cinta diferente. Es cine europeo de relaciones humanas que no cae en la cosa melodramática. En un mundo en el que el individualismo es el paradigma nos encontramos con un personaje que se vuelca desinteresadamente en otra persona. Surge el vinculo entre una mujer, una peluquera, y un niño con fuertes carencias afectivas, un niño nervioso, problemático con querencia a la violencia.

Se trata de Cyril, un preadolescente que tiene como objetivo encontrar al padre que le ha abandonado temporalmente en un hogar de acogida. Casualmente conoce a Samantha, la peluquera, quien accede a que se quede temporalmente con ella.

La película narra una historia dura y simple a un tiempo. Las amarguras con que la realidad nos va regalando la vida; la lucha entre el bien y el mal, y como la vida misma sin mayores trucos emocionales.



Director: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne.

Guión: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne.

Reparto: Cécile De France, Thomas Doret, Jérémie Renier, Fabrizio Rongione, Egon Di Mateo, Olivier Gourmet.

Nacionalidad: Bélgica, Francia, Italia.

martes, 27 de diciembre de 2011

Rajoy, lo habitual, lo normal y las preguntas

El otro día, unos amiguetes se pedían unas cervezas en el bar: “una sin alcohol y cuatro normales”. Claro, el anormal de sin alcohol saltó con que los anormales eran ellos por tomar alcohol, que él siempre pedía sin alcohol. Vamos, confundían lo habitual con lo normal.

En este mundo individualista que nos han metido hasta la médula, nos roban, cada vez más, inquietudes humanas. Desde que empezamos a descubrir el mundo nos preguntamos y preguntamos para descubrir la vida, para aprender a vivir, para encontrar la seguridad y perder los miedos. Claro, preguntamos buscando respuestas. Dudar implica preguntarnos y preguntar, y también nos están robando el derecho a dudar.

Y si alguien tiene el derecho y el deber de preguntar son los periodistas. Los periodistas son las personas delegadas por la sociedad para encontrar respuestas, para obtener información y distribuirla.

Todo empezó cambiando la forma de hacer periodismo. Las nuevas generaciones fueron adiestradas no para interpretar, sino para repetir las ideas que los poderosos lanzan. Ahora estamos dando un paso más. Mariano Rajoy empezó su flamante presidencia con una rueda de prensa para dar cuenta del nuevo Ejecutivo en la que se prohibieron las preguntas. Un busto parlante y profesionales copiando al dictado. Nadie pudo preguntar qué inspiración tuvo Rajoy para elegir a sus ministros; ni por qué tan pocas mujeres en el gabinete; ni si influyó que el ministro de Defensa trabajará en una empresa de armamentos que fabricaba bombas racimo; o si algo ha tenido que ver que Luis de Guindos trabajara en Lehman Brothers, cuya quiebra desencadenó la crisis financiera internacional; o las corruptelas urbanísticas que acogotaron al ministro de Industria. Hay tantas, tantas preguntas… Aunque solamente fuera, ¿qué planes tiene para sus gobernados?

El desprestigio de la política es evidente y está arrastrando a la profesión de periodista, meros loros de bustos parlantes. Como a los amiguetes de las cervezas estamos empezando a convertir lo habitual en lo normal. Mal asunto.


viernes, 23 de diciembre de 2011

The Artist. Una grata sorpresa en blanco y negro y sin palabras

La película de Michel Hazanavicius es una gran sorpresa. Es una agradable sorpresa en medio del mundo de las tres dimensiones. Es una película muda y en blanco y negro. Y casi casi logra que prefiramos el cine mudo. Que en el fondo es un homenaje a ese cine, a esas películas inmediatamente anteriores al sonoro, a esas películas que convivieron con el sonoro.

En un momento de crisis como el actual, 1929, hubo que afrontar cambios. El problema es que hubo quienes salieron arruinados y quienes salieron enriquecidos.

Pero The Artist es además de un homenaje al cine, una película de amor, de flechazo y amor paciente. En realidad, la cinta es como un bucle, que el sencillo tema del amor era el habitual en las películas mudas.

Y es que para llegar a los sentimientos, a las emociones no hacen falta palabras. La imagen, las miradas, los gestos comunican como nada. Eso sí acompañados por una magnífica música, que en algún solemne instante se detiene otorgando todo el protagonismo a la imagen.

La historia se inicia en 1927, George Valentin es una estrella del cine mudo al que todo le sonríe, hasta la llegada del cine sonoro, que lo lleva al final de su carrera y a caer en el olvido. Paralelamente, una joven secundaria, Peppy Miller, comienza a ser propulsada hacia el estrellato. Dos destinos que se unen como en una escena clarificadora: unos bajan la escalera, otros la suben…

Y ojo, la película, que es considerada una “comedia dramática”, no es una rareza para cinéfilos extravagantes. La calificación es para todos los públicos y puede resultar interesante que la vean los más jóvenes para que sepan cómo era el cine hace menos de cien años. Y claro, como es muda no hay problema por acudir a una sala en la que sólo se proyecte cine en versión original. Recordar que fue ganadora del Público en San Sebastián y en Sevilla y del premio al mejor actor en Cannes.



Director: Michel Hazanavicius.

Guión: Michel Hazanavicius.

Reparto: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, James Cromwell, John Goodman, Penelope Ann Miller, Missi Pyle, Malcolm McDowell, Ed Lauter.

Nacionalidad: Francia.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Nadie pudo con ellos de Nativel Preciado

Nadie pudo con ellos es la historia de aquellos años de transición a la democracia desde el punto de vista de los anónimos. Es un libro elocuente, de rápida lectura, pero de párrafos intensos…, porque Nativel Preciado tiene ese don de saber colocar en su sitio algo tan sencillo y complicado a un tiempo como un sujeto, un verbo y un predicado. Sin mayores florituras.

Julián Grimau.

Carlos González.

Mari Luz Nájera.

Abogados de Atocha.

Francisco Granados.

Joaquín Delgado.

Enrique Ruano.

(…)

La lista de asesinados en aquellos años de transición es larga. Las calles de Madrid fueron arroyos de sangre; los calabozos centros de tortura; la brigada político social campaba a sus anchas en complicidad con los ultras; el aparato policial y militar del franquismos seguía vivo.

Enfrente estaban tantas y tantas personas anónimas que Nativel Preciado visibiliza en su libro: sindicalistas, estudiantes, abogados, corresponsales extranjeros, curas obreros… La autora es acompañada en este viaje por Josefina, la viuda de Marcelino Camacho, que le pone voz en primera persona a aquellos duros años.

Nadie pudo con ellos debería convertirse en libro de texto en los institutos por su fácil lectura, porque da pinceladas en prácticamente todo lo que ocurrió. Pinceladas meticulosas que también pueden servir al investigador, al periodista, al novelista, al cineasta para desentrañar miles de historias que reposan bajo el silencio.

Nos vienen contando que los protagonistas de la Transición fueron fundamentalmente los herederos del franquismo reconvertidos, los tecnócratas, los grandes líderes. Seguramente sin ellos no habría sido la cosa como fue, pero lo que es seguro es que sin los miles de héroes anónimos la Transición no habría sido.

Al leer Nadie pudo con ellos, resonaban en mi cabeza las sirenas de los grises, de arriba a abajo por la calle Atocha, los tiros de los ultras infiltrados en las manifestaciones, los botes de humo, la pelotas de goma, las palizas a los melenudos… Recuerdo a mi madre haciendo acopio de latas de conserva “por si acaso, que yo he pasado una guerra y sé lo que es pasar hambre”. Recuerdo el terror y el dolor cuarenta portales más arriba de donde yo vivía, aquel trágico enero de 1977 con la matanza de Atocha. Y he sentido orgullo de profesión al ver la importante labor de los periodistas, de aquellos corresponsales extranjeros que se la jugaban por informar sobre lo que ocurría en España. Orgullo porque cada información era un puñetazo en el hígado de Fraga y el franquismo.

El libro de Nativel Preciado concluye con un magistral epílogo, un canto a la resistencia y a la dignidad; una loa a la clandestinidad: "La palabra clandestino fue durante mucho tiempo una cualidad sospechosa, que significaba "lo que se hace a espaldas de la ley". Se convirtió en un término positivo cuando los partisanos, guerrilleros y maquis se agruparon para combatir heroicamente contra el nazismo, el fascismo y el franquismo"... Un verso de Rilke pone punto y final: "¿Quién habla de victoria? Resistir es todo".

Nadie pudo con ellos es un libro imprescindible para no perder la más reciente memoria. Es un libro que hace justicia con aquellas personas que lo dieron todo por la libertad.

Mmmmm, yo creo que en breve os podré traer aquí a la maestra Preciado. Entretanto podéis pedir el libro a Papá Noel, a los Reyes Magos o a CCOO (pagando eso sí), llamando al 915365301. Ext 5301, ó a esta dirección: ogonzalez@usmr.ccoo.es

viernes, 9 de diciembre de 2011

De la Carola a Noruega..., en Bilbao


Bilbao tiene su Torre Eiffel particular, la Carola, la dama grúa que fuera la más fuerte de los astilleros de toda la península. La Carola nos recuerda lo que un día fue, pero se levanta con dignidad mirando al futuro. Desde su nacimiento, en 1957, es vecina de la ría. Hoy vive en Abando, pero mira y es mirada desde Noruega. No es difícil imaginar aquellos días de trajín y ruidos; de polvo y griterío; aquellos días en que, gracias a una bella mujer, la Carola se llama Carola.
Dicen que Carola se llamaba una hermosa vecina de Bilbao que cada día llevaba el almuerzo a su marido, un trabajador de los astilleros. Dicen que tan bella era que todo el mundo se quedaba prendado por ella y que al final, la más imponente de las grúas adoptó su nombre. Otra versión asegura que era la bella mujer la que trabajaba, en Hacienda por más señas, y que cada día atravesaba la ría en un gasolino, pues vivía en Deusto. O sea, nada de llevar la comida al marido; que cada día pasaba frente a la grúa y frente al ejército de trabajadores que se quedaban absortos por tanta belleza. Y tan absortos se quedaban que se paraba la producción del astillero y, claro, dieron su nombre a la grúa.
Ahora, los rojos hierros de la Carola descansan a la orilla de la ría, junto al Museo Marítimo. Su soledad aviva un cierto aire de melancolía a las tardes de la ría, a esas puestas de Sol compartidas por otras soledades o por amantes agazapados en los pilares del puente Euskalduna.
Desde la orilla izquierda casi se puede hablar de tú a tú con la Carola, hoy testigo de infinidad de secretos; otrora, en los ochenta, testigo de la violenta reconversión industrial. Y en esa orilla izquierda, dirección al mar, la Carola sirve de guía en el barrio de Noruega. Parece que este barrio, orgulloso de sí mismo, “con Noruega no se juega”, tomó el nombre de los bacaladeros noruegos que por su tamaño no podían acceder a los muelles de Bilbao.
Bueno, no sólo eran noruegos, que los barcos que atracaban en los muelles de este barrio eran de todas las nacionalidades inimaginables. Si nos paramos en el silencio de la noche, todavía podemos escuchar las juergas nocturnas en aquel lejano siglo XVII; las peleas a espada por una mujer del barrio; los trabucazos a las puertas de las tabernas; las afrentas nacionalistas entre ingleses, irlandeses, franceses. Y si afinamos los sentidos podemos ver los fantasmas de tantos marinos muertos en naufragios y accidentes.
Aún queda en el aire de Noruega el alma canalla de otra época; aún pervive alguna taberna de manteles de hule y algún bar donde reposar los sentidos, como la Karola. En la terraza veraniega, primaveral y otoñal de la Karola hay gente diversa con ganas de hablar. Muros impregnados de murmullos en la Karola con tantos secretos como la grúa.
La música en la Karola es heterodoxa y ochentera, no sé si siempre, y llena de brillo la mirada de los cuarentones largos. Una rubia se convierte, por obra y gracia de su acompañante, en “una bruja de oro, en un pequeño gánster…” Un whisky se puede alargar eternamente en la Karola. Echan el cierre y no importa, “la rubia de oro” y su pareja, se quedan ahí envueltos por el aire canalla de otras épocas, vigilados, solamente, por los lejanos hierros rojos de una grúa dama. La más imponente.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Jugar por necesidad...

(Esta entrada no habría sido posible sin la fotografía de Fran Lorente)

Centenares, miles de seres anónimos en perfecto orden, aguardando turno, con el alma repleta de sueños y la vida rebosante de fracasos, temores, miedos, dudas y deudas. Filas humanas mucho más grandes, compactas, con el olor de la paciente espera, filas humanas mucho más pobladas que las que vemos en cualquier cita electoral.

Sólo queda encomendarse a los hados, o al menos, soñar durante unos días que un golpe de suerte, que los números de la fortuna, tornarán los números rojos en felicidad.

Sonrisas de ilusión conviven con ojos llenos de amargura, incluso en el mismo rostro. No importa la raza, ni el sexo, ni la edad, que todos somos humanos con capacidad para la ensoñación, con capacidad para disfrutar con el humo de la imaginación. Una ensoñación que se compra en metálico, “ponle mármol que hay dinero”, que para los sueños no hay crédito que valga.

El día después, eso sí, lo importante volverá a ser la salud. Y es que, el refranero a veces tiene razón: “jugar por necesidad es perder por obligación”.

Eso sí. Suerte si compráis suerte en doña Manolita. Mucha suerte, que falta nos hace.




sábado, 3 de diciembre de 2011

Melancolía de Lars von Trier

Vale. Von Trier fue expulsado de Cannes por comentar que Hitler era un personaje comprensible e inteligible, aunque no abrazara su locura. Pidió disculpas. ¿Habrá algún día en que se expulse a alguien de algún sitio por alabar a Franco, no ya por decir algo similar? Dicho esto, Melancolía es una gran película, que no deja indiferente. Repleta de crítica a esa hipócrita y farisea alta burguesía, el drama da lugar a la tragedia, a una tragedia fantástica.

Hace cincuenta años se estrenaba una película que es todo un clásico, Desayuno con diamantes, basada en la novela de Truman Capote (Desayuno en Tiffany’s, también título original). En pocas películas encontrábamos a una mujer con depresión, anoréxica con días rojos, no ya negros (“los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe por qué”).

En las bodas de plata de Desayuno con diamantes y a un año del terrorífico 2012, Trier nos obsequia una cinta repleta de simbolismo en la que la depresión lo abarca todo. Una cita con cámara al hombro y con escenas magistrales acompañadas de magistral música.

Si en su película anterior, Anticristo, el leit motiv era la ansiedad, ahora nos encontramos de bruces con la depresión, ese estado que enmierda la vida hasta la destrucción, pero que hace personas muy especiales a quienes la padecen.

Melancolía está dividida en tres partes: un prólogo y dos partes. Todo ello se desarrolla mientras el planeta Melancolía, diez veces más grande que la Tierra se acerca peligrosamente a nuestro planeta.

En la primera parte, una boda abocada al desastre antes de finalizar, con un impresionante banquillo de personajes. Una boda imposible porque una cosa es ser y otra parecer.

En la segunda parte la depresión, el mundo que acaba, única salida a la depresión y un mundo más íntimo en el que cada personaje reacciona de una manera socialmente sorprendente ante el final. El seguro, no lo soporta; la equilibrada, se torna histérica; la desequilibrada, mantiene la tranquilidad y el mundo inocente de los sueños infantiles tiene fe. La infancia no está maleada.




Dirección y guión: Lars von Trier.

Reparto: Kirsten Dunst, Charlotte Gainsbourg, Kiefer Sutherland, Charlotte Rampling, John Hurt, Alexander Skargarsgard, Brady Corbet, Udo Kier.

País: Dinamarca.