Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

domingo, 30 de enero de 2011

Maniobras o la perversión del poder

El otro día tuve la fortuna de acudir, con buenas amigas, a la primera representación en Madrid de Maniobras, una obra de Eduardo Galán dirigida por Mariano de Paco Serrano. Habrá que andar pendientes de dónde y cuándo se representa, que al no contar con actores y actrices televisivos no cuenta con apoyo comercial. Creo que en la capital se puede ir hasta el día 1 de febrero al teatro Alfil.

Manuel Gallardo, Juan Calot, Olalla Escribano y Alejandro Arestegui, dan vida a este drama basado en hechos reales. (Los mayores siguen proyectando la voz mejor que los más jóvenes). Un drama duro, con alguna concesión a la sonrisa que evita una opresión excesiva, sobre el abuso de poder.

Una joven pareja intenta, como tantas, abrirse camino en la vida. Ella, es militar; él es actor. Pero si quieren continuar, o mejor, iniciar sus vidas laborales deberán pasar por el aro del poderoso, por el abuso del poder, por su perversión, su violencia, su chantaje, basado todo ello en el sexo.

Y ante el abuso de poder será la mujer quien padezca desgarradoramente la violencia por no ceder al chantaje. Los ejemplos que nos presenta Maniobras se centran en el ejército y en el teatro, pero son trasladables a cualquier ámbito: una oficina, , cualquier centro de trabajo, o la política. Estoy convencido de que esas cosas se dan en el mundo de la política en mayor o menor grado. Estoy convencido de que el líder que aparece como enemigo de la violencia, como defensor de la igualdad, puede ser un acosador contra cualquiera que esté por debajo: desde la secretaria que le transcribe el discurso hasta la compañera que puede o no participar de una lista electoral.

Seguro que estas cosas pasan, quizá también habría que denunciarlas, aunque, como nos presenta Maniobras, la cosa no es tan sencilla, que la denuncia se vuelve contra la denunciante.

Seguid la pista de Maniobras.

Aquí os pongo una foto que nos hicieron antes de entrar, con el autor, sonriente con su bufanda:

jueves, 27 de enero de 2011

La Guerra del Golfo, la primera, y CCOO

En esta ocasión, coincidiendo con que en estos días nos encontrábamos hace 20 años inmersos en la Guerra del Golfo, y concretamente en la Operación Tormenta del desierto; o en la Madre de todas las batallas, que cada contendiente le dió un nombre, rescato de mi colección este cartel de las Comisiones Obreras. Píncha aquí, lo ves y, si quieres lees unas líneas alusivas.

miércoles, 26 de enero de 2011

Abogados de Atocha / Abogados saharauis / Expulsados de la historia

Recientemente os hablaba aquí de la presentación del libro Los trompetas del Apocalipsis, de José María Izquierdo, periodista del Grupo Prisa desde 1983 (antes estuvo en Diario 16, en Informaciones y en EFE). En esa presentación, Iñaki Gabilondo hacía ver a los presentes que los más peligrosos de esos cornetas del Apocalipsis intentan cambiar la historia de España, intentan escribir otra historia de España.
El 24 de enero se conmemoró el 34 aniversario de los asesinatos de los abogados de Atocha. El colectivo de abogados saharauis fue galardonado coincidiendo con el aniversario. El diario El País obvió por completo la efemérides y a los premiados. Público coló unas líneas en medio de una entrevista a Cayo Lara. El resto…, nada. Evidentemente son enormes los huecos que se dejan para que se manipule la historia. (Las fotos, evidentemente, son de Fran Lorente)

En el acto de entrega de los galardones, Javier López mostró su preocupación por el desconocimiento que tiene la juventud sobre la más reciente historia de nuestro país y en concreto sobre la izquierda. López se preguntaba cómo han conseguido echarnos de la Historia. En la desidia de los medios de comunicación progresistas está la respuesta. Si el segundero de la historia que es el periodismo falla, fallará la historia.

Si ese segundero pierde el compás pasará lo que está pasando y explicaba Gabilondo: "el 18 de julio fue un acto que rectificaba el golpe de 1934"; o que "España se rompe" y es intención del Gobierno; o que "todo lo que ocurre es obra de la masonería"; o las teorías conspirativas del 11-M, en la que estarían implicados la policía, el Gobierno…

Pues bien, la gélida mañana del 24 de enero fue el marco en el que, como cada año, las Comisiones Obreras de Madrid rindieron homenaje, recordaron, la memoria de los abogados asesinados vilmente por el fascismo. Son ya 34 los años en que el número 55 de la calle de Atocha se teñía de sangre, de la sangre de unos jóvenes abogados que han dejado una profunda huella en las generaciones venideras, en lo que podemos calificar "el espíritu de los abogados de Atocha".

Esa mañana, como cada 24 de enero, tras la visita a los cementerios de Carabanchel y San Isidro, un buen puñado de personas se reunió en la madrileña plaza de Antón Martín, junto al monumento El Abrazo, de Juan Genovés, casi en frente del portal donde se ubicaba el despacho de los abogados laboralistas.

El bueno de Paco Naranjo suele decir que ese Abrazo de Genovés presidiendo la plaza de Antón Martín es, y será siempre, motivo de orgullo por haber participado, aunque haya sido con un granito de arena, en que la memoria de los abogados de Atocha se mantenga.

Colectivo de Abogados Saharauis

Después se llevaba a cabo la ceremonia de entrega de los premios Abogados de Atocha en su séptima edición. El reconocimiento recaía en el Colectivo de Abogados Saharauis quienes, igual que hacían los abogados de Atocha, defienden causas sin cobrar y sufriendo una fuerte represión. De hecho, no se pudo hacer público el nombre de los premiados para no poner en riesgo su salida de Marruecos. Los premiados han sido: Mohamed Lahbib, Mohamed Fadel Leili, Mohamed Boukhaled y Mohamed Bazaid Lahmad.

Lahbib proclamó que "después de integrarnos en la vida, hemos constatado que el ser humano sigue sufriendo ya sea a través de detenciones arbitrarias o torturas", por ello se ha dedicado a la defensa de acusados "en un país que no respeta ni sus propias leyes".
El abogado saharaui destacó el apoyo de muchos abogados españoles que han sufrido en sus propias carnes la expulsión y la humillación y ha mencionado a algunas de estas personas: Inés Miranda, José Manuel de la Fuente y Cristina Navarro.

Asimismo Lahbib eplicó que este galardón les da ánimos a continuar en su lucha y ha asegurado que consideran este reconocimiento como "un reconocimiento a todos los defensores de los derechos humanos en el mundo y especialmente a los abogados y observadores que nos acompañan en los juicios en Marruecos".

Igual que cuando España vivía bajo la represión del franquismo, a estos abogados les habría venido muy bien un cierto apoyo de la prensa "progresista" de nuestro país. Pero ya está decidido expulsarles de la Historia como a los Abogados de Atocha, como a tantos. Como borregos aquí sólo se siguen los exabruptos del fascismo disfrazado de lagarterana. Los exabruptos de Esperanza Aguirre y su coro.

Qué asco. Qué pena de Madrid. Qué pena de España.

Estos son los abogados galardonados:

jueves, 20 de enero de 2011

Instantes con Pury Estalayo: infancia, pedagogía, Instantáneas…

Recientemente os hablaba de una novela corta, Instantáneas, de Pury Estalayo. Y sí, tuve la posibilidad de conversar con ella, de ella y de su libro. Cuando a Pury Estalayo se le pide un autorretrato se lo piensa y, con la dicción de una actriz con tablas, se compara a un “tripartito” formado por su vocación pedagógica y su relación con la infancia; otra parte, por su vocación artística que la ha llevado a ser actriz y profesora de interpretación; y el tercio que resta, pero no menos importante, por su faceta de escritora, fundamentalmente de teatro y relatos infantiles, pero que en el último lustro le ha llevado a la narrativa de adultos con su novela corta Instantáneas.
Yo no lo sabía pero conocía parte de la obra de Pury, ya que fue fundadora en 1983 de la compañía Teatro y Música Infantil Tyl Tyl, una de las compañías vanguardia de nuestro país, con teatro estable en Navalcarnero. Nunca olvidaré el espectáculo Ecos, para un público infantil, estaba repleto de elegancia , sonoridad lorquiana, musicalidad, espejos…

Por eso me es imposible no comentar con Pury sobre la infancia. Y ella lo tiene muy claro: "La infancia es el momento evolutivo del ser humano que más puede aportar en cualquier proceso de profundización y de cambio. Los niños y las niñas tienen una relación con la vida mucho más sincera y verdadera que la que vamos teniendo con el paso de los años. Lo que habría que ver es, no tanto cómo son los niños y las niñas, sino como están. Es una etapa maravillosa, vital, pero no les ofrecemos lo más adecuado".

Me explica Pury, que en su opinión faltan espacios de un ritual laico donde los más pequeños puedan simbolizar todo el canal de vivencias que tienen dentro. En el ámbito educativo se les está ofreciendo un montón de contenidos que van a la razón y en el medio social, un mercado, donde interesan los niños y las niñas como productos de un mercado.

Y es bastante crítica con el sistema educativo cerrado y basado en las notas: "Las notas miden el pensamiento lógico y matemático. Es como si estuviéramos introduciendo a la infancia en una medición cuántica, y no de calidad. De hecho, han desaparecido todas las áreas que tienen que ver con la expresión, la comunicación, la simbolización. Desde principios de los ochenta ha habido un enorme declive en este ámbito".

El brillo de los ojos de Pury aumenta cuando habla de la infancia, de cómo participó asesorando en los ochenta en estos asuntos y cómo en esos tiempos había una asignatura que tenía que ver con la dinámica, la expresión corporal, el teatro , la música. Llegó a estar en los programas, pero no se llegó a instaurar en las escuelas porque era necesario formar al profesorado y porque los movimientos de renovación pedagógica fueron tragadas por lo institucional.

Aunque una charla es una charla, y más allá de su amor por la pedagogía evito que Pury piense en Paco Umbral y su "yo he venido aquí a hablar de mi libro" así que voy a la faceta de novelista y su novela., desde mi punto de vista intimista. Narra la historia de una mujer, con mirada de mujer, pero unos ojos que tiene cegados para no ver la realidad. Creo que esa visión es generalizable a una generación de mujeres concreta, pero ella no lo tiene tan claro.

Me cuenta que lo que plantea Instantáneas y Rosa (la protagonista) tiene que ver con una negación del ámbito de lo humano. Este tipo de negaciones, de no querer ver algo muy cercano o familiar ocurrieron en una generación, pero siguen ocurriendo.

Quizá a mí me falta en la novela incidir en la crítica del contexto social en que se desarrolla la acción. Ese contexto se imagina pero no se desarrolla negro sobre blanco. Pero Pury lo considera algo realizado a propósito: "El hecho de que no aparezca es algo buscado. Que, como dices, el lector tenga que imaginarlo, para mí es muy importante. Es una novela de sólo ciento y pico páginas que cuenta con un montón de material no escrito, pero que está en cada frase que dice un personaje. Es que el hecho social aunque no lo narre explícitamente, no quiere decir que no esté clarísimo; no sólo en el ámbito laboral de los personajes; también, por ejemplo, en las descripciones de las viviendas. El hecho de que la literatura pueda representar en vez de ilustrar todo, me parece muy importante".

Sí me ha llamado la atención que el marido de la protagonista sea un hombre al que le falta una pierna como consecuencia de un accidente laboral, circunstancia ésta que suele estar invisibilizada en cualquier faceta artística.

Ella me explica que esta novela no es autobiográfica, pero cada personaje que aborda tiene un montón de imágenes que ella puede aportar como Pury Estalayo. Me cuenta Pury que proviene de una familia de Reinosa, donde su abuelo fue minero, y convivió con sus problemas de salud por su trabajo. Aclara:"Mi tío trabajó en La Naval, y en un accidente perdió un dedo; mi padre era metalúrgico… Me interesa que esa pincelada del accidente laboral deje claro el terrible problema humano causado. Esa parte, esas líneas podrían tener su novela aparte".

Pienso yo que los personajes masculinos no salen muy bien parados en Instantáneas… y la autora explica que son personajes que dan claves para los femeninos. Están desarrollando un disparador que va a hacer que los personajes femeninos actúen. En su opinión no son personajes negativos, si no que muestran lo que pueden hacer en un momento concreto y una circunstancia social y familiar concreta. "Yo no haría división entre hombre y mujeres, si no entre seres humanos. Todos son víctimas de una situación y, al tiempo, puede ser actores de esa situación", concreta Pury

Y luego seguimos charlando sobre mil cosas y su amor por el teatro y la importancia del silencio en el arte como en el teatro Noh, oriental:

martes, 18 de enero de 2011

La chispa de la huelga general del 14-D

Cartel con gente conocida que puedes ver pinchando aquí.

Excelente Icíar Bollaín con También la lluvia, cine militante

Lo bueno de ir al cine un viernes a las cuatro de la tarde es que si la peli es mala el sopor se va apoderando de uno lentamente. Era viernes. El primer viernes después del trajín navideño, después de la primera semana laboral completa para quienes tenemos la fortuna de contar con un empleo. Y decidí poner a prueba la película de la gran Icíar Bollaín.

La intensidad de la película crece a velocidad, que no hay que esperar muchos planos hasta mantenerla en un elevado punto y, lo más complicado, esa intensidad se mantiene hasta que aparecen los créditos.

No nos engañemos, igual que en tantos ámbitos de la vida, el hecho de ser mujer hace que, en este caso Icíar Bollaín, tenga que demostrar que su trabajo es excepcional. Y como mujer, trabaja las emociones con especial sensibilidad. Con También la lluvia el cine militante, político, social, o como los cinéfilos quieran llamar, se asoma a las salas para trastear en nuestras conciencias.

Es un cine militante porque hace que nos rebelemos contra la injusticia contextualizada en la Guerra del agua que aconteció en Bolivia, concretamente en Cochabamba en 2000, cuyo detonante fue la privatización de la gestión del agua (la misma teoría política que propone Esperanza Aguirre en nuestro Madrid con el Canal de Isabel II). Injusticia porque con esa privatización se quitaba la vida a los más desfavorecidos, a los indígenas… Y ahí surge el paralelismo con el descubrimiento y la conquista de las Indias.

Tambien la lluvia es una película dentro de una película repleta de matices. Un equipo se traslada a Cochabamba para grabar un filme basado en la conquista de América, y las barbaridades que allí se hicieron con los indígenas, cuando les sorprende la revuelta. A partir de ese instante cada miembro del equipo irá evolucionando, algunos sorprendentemente. Costa, el productor, interpretado por Luís Tosar, iniciará su viaje particular desde el egoísmo absoluto hasta empatizar con la causa de la justicia. Sebastián, el director, interpretado por Gael García, hará el viaje contrario. Ambos espoleados por la figura de Daniel, el indígena testarudo, luchador, líder nato.

Pero el resto del equipo también se descubre a sí mismo: Antón, trasunto de Colón, interpretado excelentemente por Karra Elejalde, un lobo solitario, como el descubridor; pero irónico, bebedor, que será icono de la coherencia. Frente a él, dos actores que interpretan a Fray Bartolomé de las Casas y a Antonio Montesinos, frailes defensores de los indígenas. Ambos, como los frailes que interpretan, son radicales defensores de los derechos hasta que ven las orejas al lobo. Son el prototipo de revolucionarios de café. Como tantos. Yo, por cierto, indignado, al salir del cine me fui a tomar un café y a despotricar contra los mercados. Y a imaginar la revolución.

Ahí va el trailer:

Dirección: Icíar Bollaín.

Guión: Paul Alberti.

Reparto: Luis Tosar, Gael García Bernal, Juan Carlos Aduviri, Karra Elejalde, Raúl Arévalo.

País: España, Méjico, Francia.

miércoles, 12 de enero de 2011

Los cornetas del Apocalipsis, Izquierdo y Gabilondo

El bueno de Naranjo me advirtió el lunes por la mañana: "pásate esta tarde por el Círculo de Bellas Artes a la presentación de un libro de José María Izquierdo, que te gustará". Me pasé, la sala estaba tan abarrotada que muchas personas se quedaron en la calle. El libro es Los cornetas del Apocalipsis y me quedé sin él porque se agotaron los ejemplares. El acto lo condujo Iñaki Gabilondo y nunca estar una hora de pie resultó tan ameno.

Gabilondo comparaba a José María Izquierdo con ese que fue nuestro ídolo televisivo: Lou Grant, aquel jefe de periodistas que tan bien conformaba equipos. Decía Gabilondo que nadie ha leído tanto como Izquierdo, que es un auténtico especialista.

Su libro, que evidentemente no he leído fue calificado por Iñaki como "una galería de arquetipos de la España cañí, aunque seguramente ellos no se hayan dado mucha cuenta". Una decena de personajes que "están verdaderamente desenfrenados" y que representan la "derecha más radical". Toda la presentación estuvo repleta de ironía y fino humor a pesar de, como aseguraba Gabilondo, "el asunto tiene mucha seriedad".

En el diálogo que ambos periodistas mantuvieron a modo de presentación, Izquierdo mostró su perplejidad porque las plumas que protagonizan su libro serían más dignos de "hojas volanderas" que de medios de comunicación y por la "impunidad" en la que trabajan. Esta impunidad resulta preocupante tanto por su efecto emulador (en los periodistas jóvenes y en la sociedad), como por su efecto perversidad, al modo del televisivo y grosero Gran Hermano.

Los cornetas del Apocalipsis suponen, a juicio de Iñaki Gabilondo, 130 páginas de material explosivo, pero un material explosivo de tres tipos: pirotécnico, de pura deflagración y de demolición. Este último es el más peligroso, que sus componentes intentan cambiar la historia de España, intentar escribir otra historia de España.

Ese intento incluiría, por ejemplo, repetir falsedades como que "el 18 de julio fue un acto que rectificaba el golpe de 1934"; o que "España se rompe" y es intención del Gobierno; o que "todo lo que ocurre es obra de la masonería"; o las teorías conspirativas del 11-M, en la que estarían implicados la policía, el Gobierno… En fin, la retahíla que ya nos conocemos.

El autor del libro considera que algunos de sus diez cornetas están especializados en temas sociales; políticos; el 11-M; Pío Moa y la historia, ahora reescribiendo la transición; Antonio Burgos, las señoras y los homosexuales; o Carlos Dávila dirigiendo La Gaceta y cu colectivo El centinela, remedo del franquista El Alcazar con el colectivo Almendros…, unos personajes que generan odio, que coinciden en que la realidad y los datos comprobables les da igual y que, según Gabilondo también coinciden en su dios político: Esperanza Aguirre.

Y, bueno, también diseccionaron otras coincidencias: Convierten "una" idea de España en "la" idea de España; tienen una gran superioridad intelectual y un gran desdén; están embriagados por el éxito; y siete y ocho de ellos provienen de la extrema izquierda, es decir, van del "absoluto al absoluto sin ninguna duda".

Los cornetas son:

Alfonso Ussía, César Vidal, Carlos Dávila, Pío Moa, Federico Jiménez Losantos, Hermann Tertsch, Juan Manuel de Prada, Fernando Sánchez Dragó, Antonio Burgos e Isabel San Sebastián.

Y aquí os dejo un mix apocalíptico:


lunes, 10 de enero de 2011

Las Instantáneas de Pury Estalayo

Quienes hayáis visto mi última entrada entenderéis que han sido estos, días de recoger bártulos, papeles y fotos. Esas instantáneas que recorren una vida. Y me ha venido a la cabeza una novela corta que recientemente leía, titulada, precisamente, Instantáneas, de Pury Estalayo. Que yo creo que habrá conversación con esta polifacética mujer.

Que sea novela corta implica en este caso que cada frase, cada párrafo, cada instantánea de las que se compone la obra sea una frase comprensible pero densa. Densa en el sentido de que detrás de cada frase puede haber una nueva historia. Es como reducir La Regenta a la esencia, complicado trabajo que deja mucho espacio a la imaginación del lector. Si el lector, o la lectora quiere imaginar…

Pury Estalayo nos narra la vida de la protagonista, Rosa, a través de sus ojos, ojos de mujer que tiene cerrados para ignorar la realidad. En la familia de Rosa todas las mujeres llevan nombre de flor, tradición que ella rompería con el nacimiento de su hija. Una ruptura no traumática, pero que está ahí.

Ejemplo de esa esencia que antes destacaba es un momento que a mí me ha llamado especialmente la atención. Es la aparición de un hombre, el marido de Laura, que ha sufrido un duro accidente laboral. Me ha llamado la atención la aparición de un siniestro laboral porque es algo que está desaparecido de cualquier faceta artística siendo una realidad abrumadora.

David, nombre de este personaje vive atormentado y recuerda al empresario: “Ni olvido sus lágrimas el día del accidente. Y sus falsas palabras: Todo empleado de esta empresa es hijo mío” (…) “tendría que haberlo matado”. Es una simple pincelada que podría dar pie a una larga historia…

En Instantáneas los secretos de familia, y las relaciones entre los miembros de esa familia, “maldita familia” en boca de la hermana de Rosa son el leit motiv. Bueno, la familia y un matrimonio amigo que no puede tener hijos. Y en esas instantáneas aparecen embarazos, muertes, divorcios, menopausias, primeros amores, primeros besos, miserias humanas… Y pocas risas, las de una madre que sólo surgían en momentos especiales y unas “risas contenidas”, “las únicas risas de las que recuerdo haberme sentido realmente protagonista”, que explica Rosa en una instantánea infantil.

La obra es corta, que sus 146 páginas se devoran mientras intentamos unir todas las piezas del puzzle, todas las fotografías que van surgiendo. No es desde luego una novela corta para el sol del verano. Es durita, intimista y para el intimismo del invierno. Lo cual está muy bien.

Ah, se puede comprar en la librería de mujeres de Madrid (San Cristobal, 17).

Aquí os dejo con otras instantáneas:

lunes, 3 de enero de 2011

En la muerte de Alfonso Roldán, o sea, mi padre


El 21 de diciembre del año 2000 empezó a morirse mi madre. Iba en Metro y un derrame cerebral se la llevó por delante el día de Nochebuena. Diez años después, o sea, el otro día, el 21 de diciembre de 2010 empezó a morirse mi padre.
Según me contaba el 17 de diciembre, le habría hecho ilusión irse también el día 24, pero la de la guadaña se adelantó en unas pocas horas y en el anochecer del 23 le cerré los ojos, que estaba ya cansado de andar entre los vivos. Había hecho testamento vital para evitarse tubos, sondas nasogástricas y prórrogas absurdas. Además, dejó claro que su cuerpo fuera utilizado para que los estudiantes de medicina investigaran. Es decir, murió y su cuerpo fue trasladado sin festejos mortuorios, tal como era su voluntad. En el cajón de su mesilla, en un sobre accesible, con mayúsculas esribió que no quería recordatorios y que cuando se mueriera avisáramos a la familia “por el que dirán”. Para no dejarnos sin fiesta escribió que con los ahorros, nos diéramos una comida (su descendencia y aledaños, a ver si ahora se va a apuntar todo el mundo) y si no llegaba, que pagáramos “a escote”. Sólo nos falta por cumplir esa parte, que tenemos que ajustar agendas, que siempre falta alguien.
Este lío ha sido el motivo principal de que no haya podido responder a felicitaciones de fiestas y de año nuevo como me hubiera gustado. Espero que esta entrada sirva de explicación. Y como no es un obituario “estrictu sensu”, aprovecho para disculparme por mi desaparición de estos días y para desearos un 2011 muy especial. En positivo.

(En la foto primera, arriba, mi padre en 1950. En la siguiente, me tiene en brazos en el verano de 1966. En la tercera, en el Parque Sur más o menos en el 69. Abajo, en color, hace cosa de un año, cuando ya se metía unas 15 pastillas diarias por prescripción médica, que no para ir a una macrofiesta.)

Un 2011 que está inmerso en plena crisis económica. Y es que, volviendo a mi padre, el destino (empujado por él mismo) ha querido que naciera en octubre de 1929 y se muriera en el fin de 2010, como en el juego de la oca: “de crisis a crisis y tiro porque me toca”.

Cuando los estudiantes de medicina se enfrenten al cadaver de mi padre se encontrarán con un cuerpo que fue de niño en la guerra y de adolescente en la posguerra. De niño de bando perdedor.

Los magníficos cuadros médicos de nuestra posguerra decidieron que le iban a inutilizar un pulmón (tiene nombre técnico pero no me acuerdo), con lo que, sin motivo según explicaron después, le jodieron buena parte de su vida. Con este antecedente, años más tarde, le diagnosticaron gases donde había una apendicitis que fue creciendo hasta reventar en peritonitis. Una peritonitis que le llevó a una muerte clínica, de la que volvió, y de lo que se regodeaba contando la historia de la luz al final del túnel. En aquellos tiempos la sangre no se donaba, sino que se vendía y no en buenas condiciones, lo que hizo que el hombre, que le habían metido litros de plasma ajeno, pillara una escarlatina a los cuarenta y tantos. A pesar de todo ello siempre se levantaba. Tanto es así que no ha permitido morirse en silla de ruedas, ni siquiera con bastón.


Era mi padre gran paseador de Madrid. Y siendo yo pequeño me llevaba de allá para acá. De esos días tengo algunas máximas: “Si te acuestas con una chica ten cuidado de no dejarla embarazada” (dicho esto sin más pistas me dejó un tanto descolocado); “cuando andes por las calles de Madrid mira para arriba verás que fachadas más bonitas” (yo lo tomé como algo profundo, con el sentido de mirar desde distintas perspectivas, pero creo que el me lo dijo en sentido literal); “el ajo es bueno para la salud” (pues eso): “el limón es bueno para la salud” (lo mismo); “afiliate a Comisiones Obreras si quieres, pero no te líes con los partidos políticos” (no comment). Un día vino del banco (era bancario) y me dio unos papeles para ingresar como botones. La máxima fue concreta: “o estudias o lo rellenas”. Estudié, más o menos, que lo de bancario no va mucho conmigo. Ni con él, pero no le quedó otra.

Era mi padre hijo de abogado y bibliotecaria. El abogado murió en 1934 y tiene larga historia aparte. La bibliotecaria, de Izquierda Republicana y UGT se quedó en la posguerra madrileña con cuatro hijos, sin casa, sin nada de nada. Es decir, como tantas familias de la época tenían un problema: sobrevivir. En estas circunstancias, para mi padre el paraíso estaba en la Unión Soviética. En el fondo le habría gustado ser uno de los niños de la guerra que embarcaron para Rusia. Pensaba que de haber sido así podría haber estudiado una carrera, que él se veía como un astrónomo que en sus ratos libres podría haber tocado el violín o el piano. Lo último que escuchó en su reproductor de CD lo puedes oír pinchando aquí.

Así que se hizo con una biblioteca relativamente amplia y heterodoxa. Desde 1947 recibía la revista El Correo de la UNESCO, previo paso por la censura. Luego se hizo asiduo de la Librería Rubiños (hoy la Casa del Libro de Goya), donde se vendían revistas y libros de la Unión Soviética. Cada mes llegaba a casa el Sputnik, trasunto sovietico del Readest Digest; Novedades de Moscú; Cine en la URSS y etcétera. Luego se desintegró la Unión Soviética y lo llevó mal. Eso sí, el pasado 17 de diciembre, mientras me contaba en un box de urgencias lo de morirse el 24, recordaba que la culpa de esta crisis era del “gran capital”, que los gobiernos no pintaban nada, y que algo había que hacer. Estaba convencido de que si hubiera habido Unión Soviética, en occidente no se habrían atrevido a tocar el estado de bienestar. En fin, teorías de un octogenario…

La última década la pasó en una residencia, con lo que su marcha ha sido bastante machadiana. En sus estantes convivían El milagro de la melatonina; De qué hablan los animales; Las abejas, farmaceúticas aladas; El ajo; una biografía de Ghandi, otra de Luter King, otra de Ramón y Cajal; cosas de templarios como el relato de Francisco Javier López, que yo creo que no relacionó con el secretario general de CCOO de Madrid y no tengo ni idea de cómo llegó a sus manos. En su interior una fotocopia, “guía del monasterio de Sant Joan de les abadesses”.


Podría contar las últimas horas de mi padre. Cómo en un momento buscaba mi mano de forma similar a como hacía yo con la suya cuando me iba a buscar al cole. O cuando íbamos por el parque y le impedía leer el periódico (El Pueblo, Informaciones, Ya, El País, dependiendo de la época. El ABC no entró nunca, no sé por qué). Podía contar cómo me decía que estaba cansado de la agonía, que quería acabar. Pero no voy a aburrir con más palabras. Bueno, voy a transcribir una cuartilla, o una parte, que he encontrado escrita por mi madre titulada
Reportaje de nosotros a mi querido esposo”:

Éramos niños de guerra,
arrastrábamos mochilas
llenas muy llenas
de misterios y fantasmas.
Pesada carga la nuestra
hambres, fríos, muertes de nuestros seres queridos.

Miedos
colas
bombardeos
granadas
muertes
incendios.
Éramos niños de guerra
similares en desgracias


Ha terminado la guerra,
la posguerra nos remacha.

(…)

La asignatura pendiente,
la ignorancia concentrada.
Pero estos niños de guerra,
sabemos sufrir de veras
pudiendo salir airosos
de todos los contenciosos.

(…)


--
En fin, uno de mis temas favoritos es A mi manera, que bien se le podría aplicar. en parte, a mi padre. Ahí va:


< />


P.D. Otra máxima de mi padre era "el mejor jabón, el de Lagarto". Vale. Era un tipo peculiar.