No estamos hablando de hace tanto tiempo. No nos referimos a la Edad Media. En ese mismo año, 1954, se estrenaban Gilda (con la envidiada y deseada Rita de largos guantes); o grandes producciones en color como Ha nacido una estrella y una Judy Garlan ya adulta. Pero en ese 1954, en España, se vendían niños en medio de la miseria. El hambre impedía que las familias pudieran mantener a sus hijos, como le ocurrió a Marcos, que con siete años, más o menos, fue vendido a un pastor. Al poco, éste desapareció y Marcos encontró a su verdadera familia no en personas, si no en los montes de Sierra Morena, entre los lobos. Su verdadera historia puedes conocerla pinchando aquí.
Durante casi doce años Marcos vivió en soledad, dejó atrás las palizas y los abandonos de su familia biológica, y se enamoró de la naturaleza. El monte le daba todo lo que necesitaba, que no le faltaba alimentación. Su mejor hogar fue una cueva; su mejor familia, los lobos; sus mejores amigos, los animales que pueblan los fantásticos parajes de Sierra Morena.
Allá por 1965, año en el que muchos nacimos por aquello del boom de la natalidad; año en el que el color ya se instalaba definitivamente con películas como Sonrisas y lágrimas o Doctor Zhivago, Marcos fue descubierto y obligado a volver a la civilización.
La película dirigida por Gerardo Olivares se basa en estos hechos. El propio protagonista de la historia real se interpreta a sí mismo en las escenas finales.
Evidentemente esta cinta nos puede recordar a El libro de la Selva, pero en Sierra Morena y con un Mowgli en andaluz. Con eficacia nos trasladan los primeros planos al contexto en el que se desarrollan los hechos: pobreza, miseria, la posguerra inacabable, los caciques, la violencia humana que todo lo rodea, los caciques, la incultura, la ausencia de educación…Y Marcos, como suele ocurrir con la infancia, es la principal víctima de esta situación.
La película rápidamente nos lleva a ese mundo de naturaleza, que nos recuerda a los documentales de Felix Rodríguez de la Fuente, no en vano el 90 por ciento de la cinta está grabado en exteriores y con equipos de naturalistas. Es, además, la primera vez que el lobo ibérico forma parte del reparto de una película.
Por lo demás, el filme nos presenta metáforas sobre lobos solitarios como el pastor interpretado por Sancho Gracia, como si de Paco Rabal se tratara; como El Balilla, último guerrillero contra el franquismo; o como el propio Marcos. Todos ellos son maltratados por las personas, por los seres humanos, y todos comprenden que la verdad está en la naturaleza. Los lobos no engañan. Queda claro que el hombre no es un lobo para el hombre, el hombre es un hombre para el hombre. Incluso para el lobo.
Guión y dirección: Gerardo Olivares.
Reparto: Juan José Ballesta, Manuel Ángel Camacho, Sancho Gracia, Carlos Bardem, Alex Brendemühl, Eduardo Gómez, Luisa Martín.
País: España
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