Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

miércoles, 17 de febrero de 2010

Los niños son tontos porque los chicos no lloran

Sara tiene 10 años. Sus notas son aceptables, tirando a más que aceptables. Va a un colegio laico y evidentemente mixto. Desde los cuatro meses convive con chavales de su edad y conforme va pasando el tiempo es testigo, alucinado testigo, de cómo los estereotipos sexuales van surgiendo, siguen surgiendo.

El cuerpo de Sara es muy flexible, pero además tiene una buena potencia y resistencia física. En el cole, las pruebas deportivas también son mixtas y hasta el otro día, el record de, pongamos los 100 metros, lo ostentaba un compañero, digamos Pablo. Un chico que es un gran deportista.
Ese otro día, en la carrera, Pablo salió disparado bajo los gritos de ánimo de sus compañeros, todos ellos conscientes de su incapacidad para superarle. La cuestión es que Sara, después, salió más disparada y casi voló, fulminando las marcas de Pablo.

Y Sara no entendía nada cuando todos los chicos empezaron a criticar a Pablo porque "una chica te ha quitado el record". Pablo se quedó derrotado por partida doble o triple: por perder y por las críticas y, quien sabe, si por haber sido superado por una chica. Ellos no entendían que Sara no había ganado a Pablo, sino a todos. "Los chicos son tontos: se meten con Pablo porque le he ganado, pero es que también les he ganado a ellos. Al menos Pablo es el segundo. Los chicos son tontos", repetía Sara, "y Pablo es más tonto por callarse".

Lo bueno es que Sara identificó aquella aventura como un alarde machista irracional de los niños, de lo que les deben seguir inculcando en sus casas, de lo que nos sigue inculcando esta sociedad en la que el macho es el dominante.

En esos cerebros infantiles no cuadra que una niña rubia y tirando a bajita corra más deprisa que un chico, o que los chicos.

Pablito, no hagas caso a este video, que si los chicos lloraran tendrían menos problemas:


2 comentarios :

  1. Ole por Sarita! Se mereció ganar y, si hay pequeñas mentes que arrastran las anclas de sus progenitores, pues que se... acostumbren. La escuela puede ser un lugar estupendo para aprender que los chicos, si no lloran, debieran hacerlo.

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  2. Pero me da la impresión, Iconos, que muchos padres y madres de nuestra quinta están haciendo muy poquito contra los estereotipos sexistas.

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