Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

domingo, 4 de agosto de 2013

Rosa Rodríguez, 71 años y sin jubilar

Rosa Rodríguez en una foto de FRAN LORENTE.
Rosa Rodríguez Castellanos es coordinadora de colectividades en el Colegio Público Miguel Delibes de Leganés. A sus 71 la legislación de este país le impide jubilarse. Vino a Madrid con 19 años de su Puerto Llano natal. Durante seis o siete años trabajó como costurera. Se casó, tuvo tres hijos y ahora también tiene una nieta. Fue en 1988 cuando comenzó a trabajar en el colegio con ese estereotipo tan nuestro de “ayudar a la economía familar”.
 Cuenta con tanta elegancia crítica como sentido del humor que en el año 2000 se divorció. Y que su exmarido murió diez años después. Al morir diez años después de la separación perdió el derecho a la pensión de viudedad. La anécdota es que su exmarido estuvo trabajando seis meses en Francia. Sólo seis meses, y recibe del país vecino una pensión mensual de 51 euros. España es diferente.

El Sector de Colectividades está formado por aquellos trabajos que realizan servicios en, como su nombre indica, colectividades: hospitales, residencias, colegios, grandes empresas… Aramark es una multinacional norteamericana que emplea a mil ochocientas personas en la Comunidad de Madrid. A ella pertenece Rosa Rodríguez después de que otras dos empresas fueran las encargadas del comedor en el Colegio Público Miguel Delibes de Leganés.

El trabajo de Rosa es eminentemente femenino, cumpliendo ese estereotipo de “mujer cuidadora”, es decir, cocineras y monitoras de comedor. Otra cosa son los jefes de cocina, que mayoritariamente son hombres. A estos empleos suelen acceder mujeres, madres de familia, que ya con cierta edad para reintegrarse al mundo laboral son contratadas a tiempo parcial como fijas discontinuas. La jornada de Rosa, extrapolable a cualquier colegio es de siete y media a nueve de la mañana de la mañana, para los desayunos; y de doce y media a dos y media, para las comidas.

Claro, esto de considerar que trabaja a ratos y sólo durante el curso escolar, que en verano se va al paro, ha hecho que aún no haya podido sumar el tiempo necesario de cotización para poder jubilarse. Con un agravante, desde que cumplió los 65 años, la burocracia del INEM se vuelve loca y no le conceden el dinero que le corresponde hasta septiembre. Es decir, sin vacaciones y sin ingresos. Ella, que es mujer optimista, dice que en la oficina del INEM ya la conocen, y cada año vuelve la misma pregunta: “¿Pero todavía no se ha jubilado usted?”

Y a pesar de su optimismo y su sonrisa permanente asegura que todo son trabas y que el gran problema del sector es que el 80 por ciento de las personas que trabajan en ello no llegan a la cotización. Es algo que le parece “muy injusto. Esto es un trabajo del que se vive. En colectividades se realiza un trabajo muy importante, de mucha responsabilidad y que no está valorado por la gran mayoría. En general, se contrata a una empresa y no se preocupan del personal. Las trabajadoras son simples números”. Es habitual que el personal de cocina y monitoras de comedor sean consideradas como de un estrato inferior. Lo dice con conocimiento de causa, que nuestra veterana monitora es delegada de CCOO desde 2001 y se conoce todos los colegios. Y a pesar de todos los problemas está muy satisfecha con el trabajo sindical realizado por el equipo de colectividades.

También reconoce Rosa que en su caso particular y la del cole en el que trabaja la situación es diferente, no es la más habitual. Ella está muy contenta con el equipo humano del Colegio Miguel Delibes. Cuenta emocionada como recientemente la homenajearon con una fiesta “organizada por la propia dirección del centro y los padres y madres de alumnos”.

Cuenta Rosa anécdotas y no para. Cuenta como ha visto crecer a centenares de niños y niñas que hoy son hombres y mujeres. Cuenta que las monitoras del comedor se convierten en segundas madres. Cuenta que las trabajadoras de colectividades son muy humanas, muy sensibles y que deberían ser más valoradas. Que tiene que gustarte mucho el trabajo y que no se puede tener mal carácter y, evidentemente, tienen que gustarte los más pequeños.


Limpiar la cocina

Las personas que cuidan en los comedores de los colegios suelen ser mujeres. En las cocinas de los comedores de los colegios también la mayoría son mujeres. Sin embargo, los jefes de las cocinas suelen ser hombres. Las mujeres en las cocinas suelen hacer de todo. Tanto es así, que cuando alguna mujer es jefa entre ellas se apañan y limpian la cocina. Cuando el jefe es hombre, lo habitual es enviar un equipo para limpiarlas.

Nos explica Rosa también que el jefe de la cocina tradicionalmente ha tenido un trabajo esencialmente administrativo con el objetivo de reducir al máximo los gastos. Vamos, que tienen más las manos entre números que entre cazuelas.

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