Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

lunes, 23 de febrero de 2015

¿Quién fiscaliza a "El País"?

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Contra la rumorología, lo mejor: las cuentas claras.
Estos tiempos de pérdida permanente de credibilidad de El País lo están siendo también para reflexionar. Su lento cambio de línea editorial, sin advertir a los lectores, es más que evidente, y aquel “pensamiento único” denunciado no hace tanto es ya un hecho. Los artículos publicados la pasada semana sobre la vieja Federación de Banca de CCOO son un nuevo caso para estudiar en las facultades de Periodismo, si es que la profesión no se inmola definitivamente. Decía ayer el jefe de Investigación de El País a través de La defensora del lector que “nuestra misión como periodistas no solamente es informar, sino también fiscalizar a organizaciones tan importantes como los grandes sindicatos…”

Una cuestión importante, no la única, es ¿quién fiscaliza a los grandes medios de comunicación? Es más, para evitar rumorología y conspiranoias, lo mejor: Las cuentas claras.

Escribe el periodista Pascual Serrano en su libro Traficantes de información que “los medios que tanto alardean de destapar los asuntos oscuros de empresas y políticos se convierten en los mayores censores y ocultadores de las cuestiones económicas que les afectan a ellos. Resulta paradójico que quienes se suponen que tienen el objetivo de facilitar información a la ciudadanía adopten la postura contraria, la opacidad, a la hora de desvelar quiénes son sus propietarios”.

Cuando leo un periódico desconozco por qué publica unas informaciones y no otras que son sorprendente. Desconozco por qué, por ejemplo, Coca-Cola que en España está sufriendo un revés judicial tras otro e incumple permanentemente sentencias de la Audiencia Nacional no es objetivo de tres portadas en El País o algún editorial. Cierto que al principio del conflicto, Cinco Días, también del Grupo Prisa era prácticamente el órgano de expresión de la empresa y del recién nombrado vicepresidente mundial del refresco...

Pero ese es otro asunto, o quizá no. Los lectores independientes, que no buscan un argumentario en la prensa, tienen derecho a saber quién está detrás de los medios de comunicación, cuáles son sus entramados empresariales, de qué fondos de inversión dependen, a quién deben favores, quién los debe favores…

Enrique Bustamante, en Los amos de la información en España  habla de “la oscuridad, la desinformación y la falta de posibilidades de conocimiento que el público sufre cotidianamente sobre los propietarios y controladores de los medios de información”. Según señalaba, este oscurantismo obedecía a que nos encontrábamos ante “la búsqueda de un secreto sobre nombres y vinculaciones cuya ruptura repercutiría desfavorablemente en la propia credibilidad de la información ofrecida”.

Potente tema de investigación que, lógicamente, no interesa en los despachos de los empresarios de medios. Menos aún cuando los despidos sobrevuelan por las redacciones y…, todavía existen sindicatos dispuestos a pelear desde la última trinchera de la izquierda organizada, porque los periodistas, incluso los de investigación, son clase trabajadora. Otra cosa es hasta qué punto estén dispuestos a dejarse instrumentalizar (interesante concepto éste desarrollado por uno de los periodistas de investigación por antonomasia, Pepe Rodríguez, en Periodismo de investigación: técnicas y estrategias).





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