Mientras el bueno de Germán Temprano presentaba su nueva novela, Fundido en negro, en compañía de buenas amigas y buenos amigos, yo no pude ceder a la tentación de ir al teatro junto a la más atractiva de las mujeres. Estoy seguro de que el bueno de Temprano hubiera hecho lo mismo dadas las circunstancias. Espero que hubiera hecho lo mismo.
La obra en cuestión fue La cena de los generales, de José Luis Alonso Santos, dirigida por Miguel Narros, con Sancho Gracia (qué decir del entrañable Sancho Gracia, que hoy cumple años) y la magistral interpretación de Juanjo Cucalón.
Esta obra me recordó algunas historias de Carlos González, mi amigo el cocinero comunista, que en posguerra tenía que enfrentarse a una cocina sin viandas y crear tortillas sin huevos. La acción se desarrolla nada más finalizar la guerra. El ejército golpista acaba de entrar en Madrid y a Franco (por qué no se habría hecho jardinero) se le antoja ir a cenar al Palace (la mejor cocina de la capital) con una decena de generales. El problema es que todos los cocineros del Palace están encarcelados por ser republicanos. La solución, sacarlos de la carcel unas horas para que hagan la cena de Franco.
Alonso de Santos aprovecha la tradicional disputa existente en los restaurantes entre el personal de sala y el de cocina para trasladar la guerra a este microespacio. Los cocineros y cocineras son de izquierdas y los camareros, de derechas, porque "se relacionan con los ricos y les dejan propinas".
La tragicomedia que es La cena de los generales deja un buen sabor de boca. Es recomendable. En mi opinión, algunas escenas se alargan en exceso poniendo en peligro el ritmo, aunque seguramente es la única forma de repartir el protagonismo de los diez cocineros -que durante las dos horas están en escena-; y los camareros y las camareras, cinco personajes más. En total, llegan a estar sobre el escenario 16 personajes, algo a lo que últimamente no estamos acostrumbrados y que es de agradecer al teatro público.
Más allá de Sancho Gracia, el maitre, un personaje entrañable; práctico que permite vislumbrar una querencia rojilla; emocionalmente inteligente, que es el que monta todo el tinglado y logra sus objetivos; me gusta Juanjo Cucalón, el teniente franquista. La presencia de Cucalón sobre las tablas servía para rellenar de alma cualquier posible resquicio. Y me gustó prácticamente el bautismo de Candela Arroyo, que ya hablan de ella como "la musa del teatro español", un descubrimiento de Narros, que esperemos no se eche a perder si empieza a escuchar cantos de sirena más audiovisuales que el teatro.
En la sala se ríe, se sonríe y se logran sepulcrales silencios. Una frase me hizo gracia en solitario. La dice la anarquista y chef suplente, interpretada por Ana Goya. Más o menos decía: "los comunistas y socialistas un día os estáis pegando y al siguiente os juntáis para una boda".
Es destacable el papel que a la mujer le da en la obra el autor, que hasta el teniente franquista termina cuadrado, "asusordenes", ante el personaje de Goya. Por cierto que la podemos ver a ella y a algunos miembros más del reparto en Youtube, en una serie de capítulos independientes pero con leit motiv, hecha con una cámara de móvil durante la gira antes de llegar a Madrid. La serie, que espero tenga un final, está "dirigida" por Adolfo de Grande, "Mustafá" en la obra. Os pongo los enlaces de esta cachondada:
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Que sí, salvo que se sea un obsesionado por el teatro experimental, la obra es recomendable. Lo del teatro experimental lo digo porque tiene una presentación, un nudo y un desenlace, eso sí, en doce escenas sin intermedio. Hay que entrar con el pis hecho.
La obra en cuestión fue La cena de los generales, de José Luis Alonso Santos, dirigida por Miguel Narros, con Sancho Gracia (qué decir del entrañable Sancho Gracia, que hoy cumple años) y la magistral interpretación de Juanjo Cucalón.
Esta obra me recordó algunas historias de Carlos González, mi amigo el cocinero comunista, que en posguerra tenía que enfrentarse a una cocina sin viandas y crear tortillas sin huevos. La acción se desarrolla nada más finalizar la guerra. El ejército golpista acaba de entrar en Madrid y a Franco (por qué no se habría hecho jardinero) se le antoja ir a cenar al Palace (la mejor cocina de la capital) con una decena de generales. El problema es que todos los cocineros del Palace están encarcelados por ser republicanos. La solución, sacarlos de la carcel unas horas para que hagan la cena de Franco.
Alonso de Santos aprovecha la tradicional disputa existente en los restaurantes entre el personal de sala y el de cocina para trasladar la guerra a este microespacio. Los cocineros y cocineras son de izquierdas y los camareros, de derechas, porque "se relacionan con los ricos y les dejan propinas".
La tragicomedia que es La cena de los generales deja un buen sabor de boca. Es recomendable. En mi opinión, algunas escenas se alargan en exceso poniendo en peligro el ritmo, aunque seguramente es la única forma de repartir el protagonismo de los diez cocineros -que durante las dos horas están en escena-; y los camareros y las camareras, cinco personajes más. En total, llegan a estar sobre el escenario 16 personajes, algo a lo que últimamente no estamos acostrumbrados y que es de agradecer al teatro público.
Más allá de Sancho Gracia, el maitre, un personaje entrañable; práctico que permite vislumbrar una querencia rojilla; emocionalmente inteligente, que es el que monta todo el tinglado y logra sus objetivos; me gusta Juanjo Cucalón, el teniente franquista. La presencia de Cucalón sobre las tablas servía para rellenar de alma cualquier posible resquicio. Y me gustó prácticamente el bautismo de Candela Arroyo, que ya hablan de ella como "la musa del teatro español", un descubrimiento de Narros, que esperemos no se eche a perder si empieza a escuchar cantos de sirena más audiovisuales que el teatro.
En la sala se ríe, se sonríe y se logran sepulcrales silencios. Una frase me hizo gracia en solitario. La dice la anarquista y chef suplente, interpretada por Ana Goya. Más o menos decía: "los comunistas y socialistas un día os estáis pegando y al siguiente os juntáis para una boda".
Es destacable el papel que a la mujer le da en la obra el autor, que hasta el teniente franquista termina cuadrado, "asusordenes", ante el personaje de Goya. Por cierto que la podemos ver a ella y a algunos miembros más del reparto en Youtube, en una serie de capítulos independientes pero con leit motiv, hecha con una cámara de móvil durante la gira antes de llegar a Madrid. La serie, que espero tenga un final, está "dirigida" por Adolfo de Grande, "Mustafá" en la obra. Os pongo los enlaces de esta cachondada:
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Que sí, salvo que se sea un obsesionado por el teatro experimental, la obra es recomendable. Lo del teatro experimental lo digo porque tiene una presentación, un nudo y un desenlace, eso sí, en doce escenas sin intermedio. Hay que entrar con el pis hecho.
Irene Martinez (madrid)
ResponderEliminarMe encanta esta obra, espléndida y muy cuidada. Gran actor Sancho Gracia y una auténtica gozada volver a verle en el teatro.