Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

jueves, 7 de junio de 2012

Amor a distancia. De Tchaikovsky a Contra el viento del norte.

“Tú no eres para mí un amigo normal. Significas mucho, mucho más para mí. Eres para mí. Eres. Eres. Eres el que responde a mis preguntas no formuladas: sí, me siento sola, y por eso te escribo”.

“¡Mi querido y adorado amigo! Le escribo en un arrebato, en un éxtasis que me llena el alma y hasta me arruina la salud, pero del que no quisiera librarme por nada del mundo”.



La primera cita corresponde a la exitosa novela del italiano Daniel Glattauer, Contra el viento del Norte, cuya versión teatral acaba de estrenarse en Madrid. La novela está íntimamente relacionada con las nuevas formas de relacionarse, gracias, o por culpa de internet.

La segunda cita es un fragmento de una de las cerca de mil cuatrocientas cartas que la baronesa Nadiezhda von Meck y el compositor Piotr Illic Tchaikovsky intercambiaron durante quince años. El músico y la baronesa se escribían hasta tres y cuatro cartas diarias en una relación intensa, profundamente íntima, repleta de Amor verdadero. Nunca se conocieron. Nunca escucharon sus voces.

Ella le escribiría: . “Si supiera lo que siento escuchando su música y como le estoy grata por esas sensaciones. Hubiese querido conocerlo personalmente, pero siento tan intensamente su encanto que temo la posibilidad de un encuentro. Si un día tuviésemos que encontrarnos… no podría tomarle la mano sin decir una palabra. Por eso prefiero pensar en usted a distancia”.

En la novela de Glattauer nos encontramos con diálogos por correo electrónico de este tipo:

¿Y si no te gusta mi voz? ¿Si te impresiona? ¿Y si piensas: así ha estado hablando conmigo este tío todo el tiempo? (…)
Re:
¿Y al revés? ¿Y si mi voz no te gusta? ¿Y si se te encoje el ombligo? ¿Si luego no quieres seguir charlando conmigo?

Quizá, si Tchaikovsky y Nadiezhda hubieran vivido en la época contemporánea habrían sido los protagonistas de Contra el viento del norte, o simplemente, una pareja más, atrapada por una ciberrelación.

Vivir la ausencia

Tchaikovsky y Nadiezhda, en quince años de relación epistolar jamás oyeron sus voces. Fue una relación extraña e intensa. Ella estaba obnubilada por la música del compositor. Pero la cosa iba más allá. Él, a pesar de su no comprobada homosexualidad, la necesitaba. Ella, además, era su mecenas. Se necesitaban obsesivamente, vivían la ausencia. En una ocasión, durante un verano vivieron muy cerca el uno del otro. Y se cruzaron…, una mirada. Tchaikovsky dedicó obras importantes a Nadiezhda, entre ellas el Eugene Oneghin y la Cuarta Sinfonía.

La primera carta entre Nadiezhda y Piotr es del 18 diciembre 1876, cuando por intermedio de Kotek, violinista amigo de Tchaikovsky, ella le solicitó transcripciones para violín y piano. “En compañía de su música la vida es más fácil y más placentera”, le escribía. Nadiezdha acaba de enviudar.
En Contra el viento del norte, es la casualidad, o el destino, vaya usted a saber, quien une a los protagonistas a través del correo electrónico. El humor, la distancia, las palabras escritas será el material que irá uniendo esa relación. Y los debates, la confianza, la intimidad, la intensidad que surge entre dos seres que no se conocen de nada. No. No es internet el responsable de estas relaciones. La prueba la tenemos es Tchaykovsky y Nadiezhda.

Son cosas del ser humano. Me explicaba mi amigo Reoyo, y creo que sirve el ejemplo, que un amigo médico, él también se dedica a esos menesteres, le contaba en una ocasión cómo una paciente que padecía paranoia decía que escuchaba voces, “pero…, ¿voces de dónde?”, preguntaba el doctor. Y ella, “voces de la tele”. El médico, que ya tenía unos años explicaba, que con esos síntomas, unos años atrás habría oído “voces de la radio”. Eso las tecnologías son instrumentos que están a nuestro servicio, también en patologías y sentimientos, que quizá el amor es una patología.

El “camino inverso” en una relación es ahora más fácil gracias a los correos electrónicos, a las redes sociales, a los SMS, a los whatsapp, a internet, en definitiva. El protagonista de Contra el viento del norte, en esa montaña rusa de sentimientos asegura: “No pienso pasarme la vida con una mujer que solo está disponible para mí en la bandeja de entrada” (…) “De repente vuelvo  a tener ganas de conocer a una mujer de una manera de lo más conservadora: primero la veo, luego escucho su voz, luego la huelo, tal vez la beso. Y más tarde en algún momento posiblemente le escriba un correo electrónico”.

Tchaykovsky vivió quince años con una mujer en su buzón. El protagonista de Contra el viento del Norte (“con qué pocas palabras puede desatarse la pasión”)…, mejor no desvelar finales. O segundas partes, que la respuesta final está en Cada siete olas.


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