Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

lunes, 4 de junio de 2012

Pedro Montoliú y Madrid 1900

  
Madrileño de tercera generación, como el autor de La vida desde el Lago (toma chulería), Montoliú acaba de revisar, bueno, prácticamente cambiar de arriba abajo, un libro publicado hace diecisiete años, Madrid 1900. Madrid en el siglo XX y en el periodo de Carlos III, son las épocas preferidas de este gran conocedor de la ciudad. Cuando habla de ella, sus ojos brillan y la elocuencia se le dispara con orgullo madrileñista. Es cronista de la Villa y “firme defensor” de que cuenten con los cronistas para mejorar la ciudad, cosa que apenas se hace. Claro, el orgullo también se le escapa cuando habla de Madriddiario, el primer periódico digital dedicado exclusivamente a Madrid, “una rara avis” que demuestra que la información local interesa. (La foto de abajo es de Fran Lorente. Claro)


El periodo que abarca Madrid 1900 es convulso. Es un época de crisis en la que España estaba “sin pulso”, según escribía Francisco Silvela. ¿Ves paralelismos con la actualidad? Pedro Montoliú medita un poco y responde: “No creo que llegue hasta ese punto, aunque sí estamos en una época de transformaciones por otros motivos, por otra situación económica y sociolaboral, pero sí es cierto que hay similitudes y que se pasó de un tipo de sociedad a otro tipo diferente. Ahora disfrutamos de un estado de bienestar y tenemos incertidumbre sobre su futuro. A principios del siglo pasado no se sabía qué iba a venir. Entonces, el cambio fue a mejor gracias a las presiones sociales. Pero esa sensación de incertidumbre la tenían los madrileños de entonces y de ahora.

¿Y no hallas paralelismos políticos como el bipartidismo o que los ricos cada vez eran más ricos y los pobres cada vez más pobres? “El bipartidismo era un hecho y la alternancia se realizaba de una forma casi caballeresca” –asegura Montoliú, y continúa-: “En aquellos días había una gran carestía de la vida, mientras los ricos eran cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. En este asunto sí podemos hablar de cierto paralelismo entre los dos periodos. Los ricos eran cada vez más ricos porque vendían en Europa los excedentes, incluso de primera necesidad, porque era más rentable en el extranjero como consecuencia de la ausencia de suministros provocada por la Primera Guerra Mundial. Además, la pérdida de las colonias supuso una importante quiebra moral y de imagen internacional y sin embargo se repatrían dos mil quinientos millones de pesetas en oro. Resulta que los ferrocarriles militares en España se nutrieron hasta de las vías de tren que había en Cuba. Aquello se dejó como tierra quemada. Toda esa riqueza pasó a incrementar las cuentas de determinadas sociedades”.

Falta de conciencia

Cita también a Corpus Bargas cuando afirmaba que, en Madrid, mientras se perdían las colonias la gente volvía de los toros… “Eso es algo muy madrileño, o bueno, muy español. Cuando las situaciones vienen mal dadas, parece que no fueran con nosotros. Sólo cuando la situación nos ha caído de pleno, somos conscientes de la que está cayendo. Hay una gran falta de conciencia”.

Volvemos a lo que comentaba al principio, que los cambios se dieron gracias a las presiones sociales. Como en la actualidad…, ¿hace falta una chispa? Recuerda el cronista de la villa, que la situación entonces era mucho más conflictiva. Los ingresos de los trabajadores eran muy bajos, las condiciones eran penosas, había una gran explotación laboral…, hablamos de una época en la que se consigue una ley de descanso dominical, otra por la que se consigue una jornada laboral de doce horas, que luego fue de once, hasta llegar a las ocho. Es decir, se trabajaban más de doce horas, infancia incluida. En ese contexto surgen la UGT, la CNT, partidos que se van sumando como el PSOE, el PCE, el Partido Radical, la Unión Catalanista…, partidos que se ponen al servicio de la defensa de los trabajadores. Evidentemente no es una situación comparable con la actual. Ahora la sociedad está más acomodada, aunque, no crea que había una gran afiliación sindical, por ejemplo. La chispa surgirá en 1936. La única comparación posible  sobre la cita de Corpus Barga es que, efectivamente, parece que la gente, con todas las medidas que se están tomando actualmente, está mirando al tendido como si no fuera con ellos.

Parece que en tiempos convulsos, la cultura y las artes se agitan con nuevas tendencias. En 1900, Madrid empieza a ser un hervidero, hasta la Guerra Civil. Luego, hasta la movida, no se ha vuelto a vivir ese Madrid de vanguardias. Nuestro cronista de Madrid considera el inicio del siglo XX, como “la Edad de Plata”, una época en que coincidieron varias generaciones. “Con la guerra civil llegó el exilio y el miedo. Luego, con la democracia, Tierno Galván potenció la aparición de grupos jóvenes. Ese boom fue sobre la nada y ahora nos parece un Everest”. explica.

Por tu libro desfilan locales, teatros que hoy día tienen nombres comerciales… “Es muy triste para la historia de Madrid que se pierdan los símbolos identitarios de la ciudad. Personalmente, como historiador, me resulta muy duro escribir nombres comerciales cuando hablo de edificios de nuestra ciudad, porque además, el nombre comercial está sujeto a las reglas del mercado”, asegura Montoliú.

Era aquel Madrid de los cafés y las tertulias, en el que la ciudad cobraba vida a partir de las once de la noche. Unas relaciones que nada tienen que ver con hoy, fundamentalmente cibernéticas… En opinión de nuestro madrileñista, ”ha habido un cambio de costumbres que nos llevan al aislacionismo. Son costumbres que abogan por que nos quedemos en casa frente a un ordenador. Madrid siempre ha estado muy volcado en la calle, sin embargo, ha habido un evidente retroceso en los últimos veinte años. Es una tendencia evidente. Estamos perdiendo la calle como algo vivencial, como un lugar de confraternización y esto ha sido un error. Es entrañable como en los principios del siglo pasado había sillas de alquiler en el Paseo de Recoletos para que las personas se sentaran a charlar, que no sólo eran las tertulias de café. Ahora, los más mayores o están encerrados en centros o se tienen que subir a la línea Circular del autobús para poder hablar con otras personas porque no tienen con quien”.


También hablas en tu libro profusamente del periodismo de la época, con redactores que tenían sueldos muy bajos y que daban lugar a la corrupción… Y Montoliú: “Sí, sí. Y hablo de cómo los periódicos se ponían al servicio de los partidos y los periodistas al servicio de quien pagara. Me refiero a lo que Manuel Bueno denunciaba sobre el “chantaje” que terminaban haciendo los periódicos después de lograr convertirse en un “poder”. Los cambios de línea editorial de los periódicos en función de quién está detrás económicamente genera una esquizofrenia en los lectores, un desencanto que lleva a la crisis de la empresas periodísticas y de la credibilidad de los periodistas”.

De madrileño a madrileño…, ¿existe el sentimiento madrileño. Y responde, “más que el sentimiento madrileño, lo que existe es el sentir madrileño, lo que se venía en llamar madrileñismo, pero no como algo antiguo y casposo, no como chotis, parfusa y safo, sino como signo de identidad. Y ese sentir vive aunque esté oculto. Madrid necesita recuperar su identidad. Son miles y miles de personas las que históricamente, en oleadas, llegan a la ciudad y no se integran. Claro que Madrid es una ciudad abierta, que a nadie pregunta su origen, pero nos falta lograr la integración. Las personas que vienen de fuera dan por supuesto, cuando vienen a Madrid, que no tenemos nada propio que ofrecer. Y tenemos muchísimo. Los madrileños hemos sido muy respetuosos con los que han venido, pero no les hemos dicho: “oiga, respete nuestras tradiciones, nuestra forma de pensar y nuestra forma de vivir”. Hemos hecho dejación de madrileñismo y en muchos casos, los propios poderes no han potenciado esto”.

Madrid: Donde habita el olvido

Relata Montoliú en Madrid 1900 un grave hecho desconocido para la mayoría de los madrileños. Un accidente laboral ocurrido el 4 de abril de 1905 en el tercer depósito del Canal de Isabel II, en la calle Bravo Murillo esquina a Ríos Rosas, que costó la vida a 30 obreros y tuvo 54 heridos, además de una manifestación posterior que, por la represión policial, le costó la vida a otro trabajador.
Explica el autor que el hecho tuvo una enorme importancia, tanta que la prensa acusó a los contratistas por ahorrar en los materiales. Hasta Echegaray, que fue premio Nobel de Literatura, intervino en la defensa de Ribera, uno de los fundamentales ingenieros de la época en lo que fue el juicio del siglo. Posiblemente se trata de uno de los grandes accidentes que se han producido en España. Contiene todos los elementos para ser un “bombazo periodístico”: situación laboral penosa; utilización de un nuevo material, el hormigón; sindicatos que comienzan a denunciar; juicio a los responsables y estallido social porque los trabajadores de la construcción de Madrid sabían que las cosas no se hacían bien. Pero como ocurre con los grandes acontecimientos de nuestra ciudad este hecho se ha olvidado. Nada hay que recuerde aquel hecho tan grave. Nadie se acuerda de uno de los conflictos laborales más importantes del ámbito local ocurrido en nuestra ciudad.




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