Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

sábado, 9 de mayo de 2009

Cine, cine, cine: Al final, un espanto y dos disneys

Espero que la nueva ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, cineasta, ponga un poco de orden en el asunto de las subvenciones al cine español. Es casi de escándalo subvencionar películas como Al final del camino, teniendo en cuenta que además te dejas siete euros en la entrada.

El único sentido que puede tener es que las televisiones dentro de unos meses la emitan con el gancho de dos actores televisivos, de serie de televisión, que triunfaron en Aquí no hay quien viva. Dudo que estos actores tengan más registros, al menos hacen dudar sobre ello. Algo que tampoco tiene por que ser negativo. Lo que hay es lo que hay. Con películas de este tipo, desde luego no tendrá trabajo la ministra en perseguir la piratería, que no creo yo que la gente mate por hacer con una copia ilegal.

Si de promocionar el Camino de Santiago se trataba, desde luego la cosa no ha quedado muy fina. Muchos padres y madres negarán el permiso correspondiente a sus hijas e hijos si ven esta peli en la que todo es como un cutre putiferio. Fundamentalmente el Monte do Gozo, el final del camino. No veo yo que haga gran favor a los gallegos esta película, no.

La historia que nos quieren presentar es una comedia romántica. Pero ni te ríes, ni ves el romance, ni te crees nada, ni lo verosímil. Malena Alterio y Fernando Tejero interpretan a una periodista y a un fotógrafo. Dicho esto ya sabemos quien son los que al final son felices enamorados aunque durante la mitad de la película se odien. Quizá el director, Roberto Santiago, ha querido hacer una profunda parodia sobre algo que yo no he visto, se me ha escapado, o no he entendido, pero salí mosqueado pensando que, a punto de hacer la declaración de la renta se subvencionen estas cosas.

Dicho esto cambié de tercio y, con la excusa de que mi hija viera una de marcianos, de acción, y de persecuciones, devoré (creo que ya he dicho que no soy cinéfilo, sino cinéfago) La montaña encantada, protagonizada por un negro cachas, simpaticón. Una especie de Schawzeneger en su faceta pelis familiares, pero, de la era Obama, Dwayne Johnson es el actor, que ya ha protagonizado alguna otra cosa de este tipo para Disney.

Sabiendo lo que estábamos viendo, la cosa no estuvo tan mal como podía haber parecido. Dos adolescentes (chico y chica) extraterrestres cogen un taxi para recuperar su nave espacial y volver a su planeta. Lógicamente, los críos tienen poderes, porque utilizan el cerebro al 100 %, no como nosotros. El taxista, ex delincuente perseguido por la mafia es Johnson . A los niños les persiguen los servicios ultrasecretos del Gobierno. Luego aparece una científica y el amor. O sea, que está clarísimo quien son los malos y quien los buenos. Carreras, algún golpe, un platillo volante…, por lo menos no lo subvencionamos nosotros.

Y como no hay dos sin tres, las circunstancias me llevaron a ver ineludiblemente Hanna Montana, la película. La Montana es conocida, hasta la saturación, por la serie televisiva infantil, preadolescente. Esta chica, Miley Cyrus, bien podría interpretar una versión de Lolita, que a sus 16 años, se lo gasta en maquillaje y en minifaldas hasta la extenuación.

La pobre debe padecer un profundo trastorno bipolar, que a veces es Hanna, superfamosa de la muerte; y a veces, Miles, una chica normal, pero sobreactuadamente normal. ¡Hay que ver el poder de una peluca rubia! Debo reconocer que pensaba que la cosa iba a ser peor y, supongo que cosas de la era Obama otra vez, nos encontramos con un alcalde de la profunda América de un pueblito de Tenessee, negro.

La peli tiene su cosa, que critica todo lo que vende: un producto de marketing como la protagonista, los centros comerciales, la especulación. En fin un lío. Pero insisto, creí que la cosa iba a ser peor (tampoco llevaba subvención de nuestro ministerio de Cultura). De hecho, me voy a aprender esta coreografía para el verano:


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1 comentario :

  1. querido cinéfago: me anima mucho que un devorador como tú haya soportado, sin necesidad de asistencia sanitaria, la peli de Hannah. Esta tarde me toca verla con mis hijas. Voy buscando desde ayer cualquier disculpa -no has masticado 30 veces, o la suma que hiciste anteayer era incorrecta- para castigarles y evitar el cine, aunque tu comentario me ha relajado un pelín. Buen fin de semana

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