Esa parte fascista y graciosilla del estilo Jiménez Losantos identificó en su momento a Carrillo, el ex secretario general del PCE, como Santiago Mataespañoles, en contraposición a Santiago Matamoros, o sea el del caballo blanco de Santiago, el patrón de España. Pero no, el auténtico Santiago Mataespañoles existe, que yo lo he visto.
Tras yo no sé cuántos años, el alarde de chulería castiza me llevó este San Isidro a Misa de 12 en honor del patrón de los madrileños, pero en la catedral de Santiago, con un par, con botafumeiro y todo (que no es lo mismo que vota a Fumeiro, el candidato portugués de no sé que partido para las elecciones del 7-J).
Agradecido porque los presentes rogaron al señor por los que no tienen fe, y tras un padre nuestro en latín que sorprendentemente se lo sabía todo cristo, el botafumeiro comienza su danza sacra, que yo lo llenaría en vez de de incienso, de opio, como relajante regalo a peregrinos y peregrinas llegados de todas partes del mundo. Reconfortado espiritualmente me empapé de orballo y de patrón de España.
Mi visceralidad caballeresca y medieval se empapó de "Santiago y cierra, España". Grito muy de Alatriste y, por extensión de Pérez Reverte que, parece ser, fue estrenado en la batalla de las Navas de Tolosa (16 de julio de 1212) por los cristianos. A los cristianos se les ponía muy mal la cosa, cuando a alguno de los jefes (seguramente Sancho III de Navarra, que cuando un navarro dice que pasa, pasa), le dio por gritar hasta desgañitarse: ¡¡Santiago y cierra, España!! Pero con coma, no todo seguido como los manipuladores de la historia luego hicieron creer.
Lo de la coma es importante, porque introduce un vocativo. Además, el significado de "cerrar" (que sigue presente en la RAE, acepción 32 y bajando) era "embestir, atacar; con lo que a día de hoy venían a decir: "¡Por Santiago, al ataque, españoles!". Que en términos futbolísticos podría ser: "¡Por Santiago, a por ellos, oé, a por ellos oé!". Luego se quitó la coma a la frase y se la llenó de significados extraños. Tanto, que fue utilizada como lema de una publicación fascista allá por 1930.
Y esto me lleva al principio, a Santiago Mataespañoles, que no era Santiago Carrillo, sino el mismo patrón, pero reconvertido por un indígena peruano que luchaba por la independencia de su país. O sea lo de "saca cuervos que te sacarán los ojos" llevado a su máxima expresión. La cosa es que la leyenda convirtió a Santiago el Mayor, el nuestro, el patrón, en Santiago Matamoros porque ayudaba a las tropas cristianas frente a los musulmanes en las cruzadas. Luego, con la conquista del nuevo continente, las cosas del marketing le convirtieron en Santiago Mataindios, pensando, al principio en los habitantes de Méjico. Pero la cosa se extendió y los indígenas y sus descendientes, una vez cristianizados como Dios manda, tanto se apoderaron del santo, que lo reconvirtieron en Santiago Mataespañoles (en la foto), quien les ayudó a la descolonización.
Lo que tampoco tenía yo claro era que Santiago era nieto de Santa Ana (la abuela de la virgen María), y por tanto, primo de Jesús. Eso sí, todo ello según los Evangelios Apócrifos prohibidos por el poder eclesiástico (aunque muchas cosas las permiten, como que los reyes magos se llamaran Melchor, Gaspar y Baltasar).
Y es que, según estos Evangelios, Santa Ana, la abuela de la Virgen se casó tres veces, tres. ¡Un escándalo! Primero con Joaquín (no sé si impotente, esteril o las dos cosas, pero gracias a Dios…, logró que Ana se embarazara, y naciera nada menos que María, que de casta le viene al galgo lo de los embarazos milagrosos). Luego, Ana, se quedó viuda y se casó con Cleofás y tuvo a otra María (María Cleofás). Luego se volvió a quedar viuda y se casó con Solas (Salomé) y nació María Salomé. Ya tenemos a las tres marías.
Tras yo no sé cuántos años, el alarde de chulería castiza me llevó este San Isidro a Misa de 12 en honor del patrón de los madrileños, pero en la catedral de Santiago, con un par, con botafumeiro y todo (que no es lo mismo que vota a Fumeiro, el candidato portugués de no sé que partido para las elecciones del 7-J).
Agradecido porque los presentes rogaron al señor por los que no tienen fe, y tras un padre nuestro en latín que sorprendentemente se lo sabía todo cristo, el botafumeiro comienza su danza sacra, que yo lo llenaría en vez de de incienso, de opio, como relajante regalo a peregrinos y peregrinas llegados de todas partes del mundo. Reconfortado espiritualmente me empapé de orballo y de patrón de España.
Mi visceralidad caballeresca y medieval se empapó de "Santiago y cierra, España". Grito muy de Alatriste y, por extensión de Pérez Reverte que, parece ser, fue estrenado en la batalla de las Navas de Tolosa (16 de julio de 1212) por los cristianos. A los cristianos se les ponía muy mal la cosa, cuando a alguno de los jefes (seguramente Sancho III de Navarra, que cuando un navarro dice que pasa, pasa), le dio por gritar hasta desgañitarse: ¡¡Santiago y cierra, España!! Pero con coma, no todo seguido como los manipuladores de la historia luego hicieron creer.
Lo de la coma es importante, porque introduce un vocativo. Además, el significado de "cerrar" (que sigue presente en la RAE, acepción 32 y bajando) era "embestir, atacar; con lo que a día de hoy venían a decir: "¡Por Santiago, al ataque, españoles!". Que en términos futbolísticos podría ser: "¡Por Santiago, a por ellos, oé, a por ellos oé!". Luego se quitó la coma a la frase y se la llenó de significados extraños. Tanto, que fue utilizada como lema de una publicación fascista allá por 1930.
Y esto me lleva al principio, a Santiago Mataespañoles, que no era Santiago Carrillo, sino el mismo patrón, pero reconvertido por un indígena peruano que luchaba por la independencia de su país. O sea lo de "saca cuervos que te sacarán los ojos" llevado a su máxima expresión. La cosa es que la leyenda convirtió a Santiago el Mayor, el nuestro, el patrón, en Santiago Matamoros porque ayudaba a las tropas cristianas frente a los musulmanes en las cruzadas. Luego, con la conquista del nuevo continente, las cosas del marketing le convirtieron en Santiago Mataindios, pensando, al principio en los habitantes de Méjico. Pero la cosa se extendió y los indígenas y sus descendientes, una vez cristianizados como Dios manda, tanto se apoderaron del santo, que lo reconvirtieron en Santiago Mataespañoles (en la foto), quien les ayudó a la descolonización.
Lo que tampoco tenía yo claro era que Santiago era nieto de Santa Ana (la abuela de la virgen María), y por tanto, primo de Jesús. Eso sí, todo ello según los Evangelios Apócrifos prohibidos por el poder eclesiástico (aunque muchas cosas las permiten, como que los reyes magos se llamaran Melchor, Gaspar y Baltasar).
Y es que, según estos Evangelios, Santa Ana, la abuela de la Virgen se casó tres veces, tres. ¡Un escándalo! Primero con Joaquín (no sé si impotente, esteril o las dos cosas, pero gracias a Dios…, logró que Ana se embarazara, y naciera nada menos que María, que de casta le viene al galgo lo de los embarazos milagrosos). Luego, Ana, se quedó viuda y se casó con Cleofás y tuvo a otra María (María Cleofás). Luego se volvió a quedar viuda y se casó con Solas (Salomé) y nació María Salomé. Ya tenemos a las tres marías.
María Salomé se casó con Zebedeo y tuvieron a Santiago el Mayor, el nuestro. ¡Menudo culebrón! Y es que los Apócrifos son como la prensa rosa de la época. Te lo cuentan todo. De lo que no cabe duda es que Santa Ana debía ser una mujer de armas tomar. Por eso la Iglesia oficial se encargó de que perdiera fuelle su imagen. A pesar de ello, ha habido épocas en que ha sido bien famosa, no sólo ella, sino la Santa Parentela de María. Santa parentela, no Sagrada Familia.
Y tras estas pinceladas, repletas de cotilleos, volvemos a la realidad y es imposible no evocar hoy al poeta del amor y del pueblo. Al poeta defensor de la alegría que se nos ha ido, pero al que podemos volver siempre. Con este tema, Te quiero, interpretado por Nacha Guevara, Mario Benedetti aúna ese amor con la rebeldía.
Por cierto, que tiene guasa que Carrillo se llame Santiago.
Y tras estas pinceladas, repletas de cotilleos, volvemos a la realidad y es imposible no evocar hoy al poeta del amor y del pueblo. Al poeta defensor de la alegría que se nos ha ido, pero al que podemos volver siempre. Con este tema, Te quiero, interpretado por Nacha Guevara, Mario Benedetti aúna ese amor con la rebeldía.
Por cierto, que tiene guasa que Carrillo se llame Santiago.
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