Hoy era una tarde calurosa en Madrid. En el Bernabeu, cosa rara, no estaba prevista ninguna presentación de futbolista megagaláctico. Tampoco estaba prevista la transmisión de ningún funeral por radio, Internet, ni televisión. Las fiestas del Orgullo ya descansaban con los fachas meapilas criticando la basura generada y el ruido. Así las cosas, busqué un lugar oscuro, con aire acondicionado, y que me mostrara algo refrescante: Ice Age 3, era la solución.
Una de las mejores fotos que últimamente he visto en la prensa era la de esta mañana, en la página 59 de El País, en deportes. Una escalinata, una pasarela y dos grupos bien definidos de personas: a la derecha Cristiano Ronaldo, pulgar en alto, feliz de haberse conocido sobresale entre un segurata calvo; otro calvo con pinta de guardaespaldas, mientras una joven, de espaldas que le cubre el pecho. Más atrás, otra mujer cubre la retaguardia de Cristiano. En este grupo la tensión y la velocidad es evidente, excepto por el gesto de semidiós de Cristiano. Unos pasos más atrás, siguiendo la estela del semidiós, los calvos y las chicas, aparece un personaje indescriptible, con aspecto de muñeco diabólico. El típico que se cuela en las fotos con aspecto de nuevo rico, el típico de ¿y éste qué pinta aquí? Sigue la estela de la derecha, pero mira el otro lío que hay en la izquierda, con su marcha de hombre importante, trajeado al estilo Corte Inglés (siempre me han parecido paradójicas las corbatas en los campos de fútbol). Mira a la izquierda, pero tiene claro que su camino, al menos hoy, está con los situados en la derecha, con el poder absoluto, con el triunfo que representa Cristiano Ronaldo.
A la izquierda, interceptado por dos seguratas, un tipo con su antebrazo izquierdo tatuado levanta el pulgar para saludar al semidiós. Pantalón vaquero y polo azul oscuro con finas rayas blancas, pelín pasado de moda. Este furibundo seguidor algo grita a Cristiano a pesar del placaje a que es sometido. Seguramente es una oración, una loa, una alabanza. Al fondo, otro tipo con traje solicita calma con su mano izquierda. Y detrás, tropecientos fotógrafos son testigos de la escena.
La escena es perfectamente simétrica, si acaso rota por el muñeco diabólico. Si hubiera estado un pelín más en el centro… En fin. Cualquiera sabe si la escena no fue una representación para poder decir que Cristiano (más de 90 millones de euros con patas) necesita un escolta personal 24 horas al día (quizá necesite a alguien que le vigile, que la noche madrileña es peligrosa para la salud, y más si aparece Paris Hilton).
En la misma página, otra información: fotografía a cuatro columnas de Casillas en Malí, rodeado de niños lugareños, con los que echó un partidillo solidario. ¡Qué lío! Qué bien trabajan en el gabinete de comunicación del Madrí. Esperemos que algún día tengan que dedicarse a hablar de fútbol.
Así, con la calorina me metí a ver Ice Age 3, en 3D, que con las gafas nuevas que tengo, progresivas, y las del cine, yo vi aquello en seis o siete dimensiones. La obsesiva ardilla sigue persiguiendo una bellota, pero…, surge el amor. Una novia que le encandila y que usa todos los estereotipos de femme fatal, para engañar a nuestro héroe. Una y otra vez hasta convertirle en un auténtico calzonazos. Pero, al final, la bellota hace que luche por su liberación, aunque sea para esclavizarse nuevamente al vicio bellotero.
Esta entrega de Ice Age se desarrolla en un mundo subterráneo que mantiene con vida a los dinosaurios, protagonistas de las diversas aventuras de ese extravagante grupo de amigos, que terminan siendo una auténtica familia: dos zarigüellas, tres mamuts, un tigre sable y un perezoso, empeñado en ser padre. En realidad, como decía una mamá muy progre a su hija, es una familia diversa en la que todos son distintos pero en los que triunfa por encima de las diferencias, el amor. ¿Por qué no van a poder ser dos zarigüellas hermanas de un mamut, si ellas quieren?
Lo que no me pareció imprescindible en este caso, fueron las 3 dimensiones. Quizá por culpa de los cristales progresivos, que no digo yo que no.
Una de las mejores fotos que últimamente he visto en la prensa era la de esta mañana, en la página 59 de El País, en deportes. Una escalinata, una pasarela y dos grupos bien definidos de personas: a la derecha Cristiano Ronaldo, pulgar en alto, feliz de haberse conocido sobresale entre un segurata calvo; otro calvo con pinta de guardaespaldas, mientras una joven, de espaldas que le cubre el pecho. Más atrás, otra mujer cubre la retaguardia de Cristiano. En este grupo la tensión y la velocidad es evidente, excepto por el gesto de semidiós de Cristiano. Unos pasos más atrás, siguiendo la estela del semidiós, los calvos y las chicas, aparece un personaje indescriptible, con aspecto de muñeco diabólico. El típico que se cuela en las fotos con aspecto de nuevo rico, el típico de ¿y éste qué pinta aquí? Sigue la estela de la derecha, pero mira el otro lío que hay en la izquierda, con su marcha de hombre importante, trajeado al estilo Corte Inglés (siempre me han parecido paradójicas las corbatas en los campos de fútbol). Mira a la izquierda, pero tiene claro que su camino, al menos hoy, está con los situados en la derecha, con el poder absoluto, con el triunfo que representa Cristiano Ronaldo.
A la izquierda, interceptado por dos seguratas, un tipo con su antebrazo izquierdo tatuado levanta el pulgar para saludar al semidiós. Pantalón vaquero y polo azul oscuro con finas rayas blancas, pelín pasado de moda. Este furibundo seguidor algo grita a Cristiano a pesar del placaje a que es sometido. Seguramente es una oración, una loa, una alabanza. Al fondo, otro tipo con traje solicita calma con su mano izquierda. Y detrás, tropecientos fotógrafos son testigos de la escena.
La escena es perfectamente simétrica, si acaso rota por el muñeco diabólico. Si hubiera estado un pelín más en el centro… En fin. Cualquiera sabe si la escena no fue una representación para poder decir que Cristiano (más de 90 millones de euros con patas) necesita un escolta personal 24 horas al día (quizá necesite a alguien que le vigile, que la noche madrileña es peligrosa para la salud, y más si aparece Paris Hilton).
En la misma página, otra información: fotografía a cuatro columnas de Casillas en Malí, rodeado de niños lugareños, con los que echó un partidillo solidario. ¡Qué lío! Qué bien trabajan en el gabinete de comunicación del Madrí. Esperemos que algún día tengan que dedicarse a hablar de fútbol.
Así, con la calorina me metí a ver Ice Age 3, en 3D, que con las gafas nuevas que tengo, progresivas, y las del cine, yo vi aquello en seis o siete dimensiones. La obsesiva ardilla sigue persiguiendo una bellota, pero…, surge el amor. Una novia que le encandila y que usa todos los estereotipos de femme fatal, para engañar a nuestro héroe. Una y otra vez hasta convertirle en un auténtico calzonazos. Pero, al final, la bellota hace que luche por su liberación, aunque sea para esclavizarse nuevamente al vicio bellotero.
Esta entrega de Ice Age se desarrolla en un mundo subterráneo que mantiene con vida a los dinosaurios, protagonistas de las diversas aventuras de ese extravagante grupo de amigos, que terminan siendo una auténtica familia: dos zarigüellas, tres mamuts, un tigre sable y un perezoso, empeñado en ser padre. En realidad, como decía una mamá muy progre a su hija, es una familia diversa en la que todos son distintos pero en los que triunfa por encima de las diferencias, el amor. ¿Por qué no van a poder ser dos zarigüellas hermanas de un mamut, si ellas quieren?
Lo que no me pareció imprescindible en este caso, fueron las 3 dimensiones. Quizá por culpa de los cristales progresivos, que no digo yo que no.
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