Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

miércoles, 29 de julio de 2009

No Entry / Palestina e Hiroshima / Mil Grullas

Gracias a la entrada de ayer con Carmen París me fui a una novelita pendiente: No entry, de Katrien Seynaeve. Una historia para jóvenes que obtuvo la Mención de Honor del Premio de Literatura Juvenil de la UNESCO 2003. Es una historia de judios y palestinos y la espiral histórica de violencia. Es una historia en la que la paz es buscada por la ciudadanía, pero es una historia en la que se evidencia las dificultades que tienen las buenas gentes de una y otra parte que sólo buscan convivir en paz.


Y con esto retomo una bella historia que me envió un amigo, Luis Cuena, que había escrito una amiga, Mireya Martínez-Apezechea cuando el genocidio llegó a Gaza, el pasado invierno. Es una historia cierta que, para quien la entienda se peude ver en el Museo de la Paz de Hiroshima. Parece que hace tanto de los bombardeos en Gaza… Ya nadie habla de aquello.

Este es el relato de Mireya:

Una historia tradicional japonesa cuenta que, cuando alguien desea algo difícil de cumplirse, algo que no solamente se puede conseguir queriéndolo, debe hacer mil grullas de papel y pedirle a la última grulla su deseo, luego con un poco de suerte, es probable que se cumpla......

Esta leyenda llegó a oídos de Sadako Sasaki durante su estancia en el hospital, Sadako se sintió esperanzada y comenzó a doblar papeles cuadrados de distintos tamaños y colores, no era fácil, pero aprendió.

Doblez tras doblez iban saliendo de sus manos, pequeñas grullas de papel, día tras día y después de doblar muchas, se convirtió en una experta en papiroflexia.

El tiempo en un hospital es lento, denso y doloroso, no es un lugar adecuado para nadie, pero menos para una niña de doce años que le gusta jugar en la calle con sus amigos, que quiere ir al colegio…, pero Sadako tuvo que pasar sus últimos ocho meses de vida en uno de ellos, llegó a doblar seiscientas cuarenta y cuatro grullas, no llegó a terminar las mil, así que no tuvo la oportunidad de pedir ningún deseo.

Sadako murió el 25 de octubre de 1955, había vivido doce años, nueve meses y dieciocho días y había sido testigo con sólo dos años de la primera bomba atómica mundial. Sí, una bomba atómica, un arma de destrucción masiva, que asesinó en unos segundos a casi la mitad de la población, casi todos civiles y que destruyó el sesenta por ciento de la ciudad, su ciudad.
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Cuando murió, habían transcurrido diez años desde el lanzamiento de la bomba, los antiguos y nuevos habitantes seguían levantando la nueva Hiroshima, todos querían vivir, vivir en paz, pero aquella bomba seguía matando años después de haber sido lanzada.

Sadako era una víctima más del bombardeo del 6 de agosto de 1945, entonces no había sufrido ni un rasguño, pero durante los diez años siguientes fue desarrollando poco a poco una leucemia que acabó con su vida.

Ocho meses antes de morir, había participado en una carrera, le gustaba correr y no era la primera vez que lo hacía, pero en aquella ocasión perdió el conocimiento y cuando la llevaron al hospital, los médicos detectaron que el cáncer ya estaba presente en su cuerpo, luego el tiempo hizo su trabajo, mientras Sadako doblaba grullas de papel y soñaba con vivir.

Un tiempo después, se levantó un monumento en el Parque de la Paz de Hiroshima, el parque que se encuentra en el lugar donde cayó aquella bomba, un monumento a Sadako, un monumento a los niños que murieron en aquel bombardeo, un monumento a todos los niños que mueren en las guerras provocadas por los adultos…….. en la parte más alta del monumento, Sadako con una enorme grulla en las manos, parece que va a volar, alrededor del monumento miles de grullas de papel que dejan las personas que van a visitar el lugar.

El gesto de Sadako, ese pequeño trozo de papel doblado, se ha convertido en símbolo de la paz entre los habitantes de un país que, sabe mucho de ejercer y sufrir violencia, pero que desde hace años busca la paz.


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