Vaya racha que lleva Espe. En Caja Madrid acaban de darle un nuevo revolcón. Me apostaría el bigote, si lo tuviera, a que se busca las mañas para intentar el golpe también ahí. Es que hasta Anson, en El Cultural, ataca a la presidenta, a cuenta del Teatro del Canal, "un teatro de corte soviético, en el que se despilfarran los impuestos casi confiscatorios que pagan los madrileños", dice Anson. Y luego echa las cuentas, en pesetas, eso sí. Dice que el costo real del "edificio faraónico" es de 50.000 millones de pesetas, y asegura que con ese dinero se podrían haber comprado el Albeniz, Reina Victoria, La Latina, Marquina, Príncipe. Calderón, Infanta Isabel, Alcázar, Arlequín, Maravillas, Lara, Amaya, Nuevo Alcalá, Fígaro, Nuevo Apolo y Alfil, y todavía sobrarían 9.000 millones de pesetas.
Anson no contabiliza el despilafarro enfermizo del día de la inauguración. Seguro que a José Luis Garci no le parecen grandes cifras después de la subvención de su película sobre el 2 de mayo: 14 millones de euros.
Y veo que Espe, en su línea, en vez amilanarse tira por la calle de en medio y, sin contar con la superioridad de Rajoy, el domingo se va a Móstoles a empezar la campaña de las elecciones europeas con Mayor Oreja. Arrasa con todo, hasta con su partido.
Ella va de dura, pero es simplemente una enferma de ambición. Para duros, Clint Eastwood, que con su Gran Torino parece que se nos despide como actor, a punto de cumplir los 80 años. Es una excelente película que, vista con el prejuicio de la despedida, tiene más sustancia. Eastwood se interpreta a sí mismo, a su personaje. A la leyenda de sus personajes, un mito masculino del western y del triller. Eastwood siempre ha dicho que sus maestros han sido Bogart, Cooper y James Cagney, fundamentalmente éste y la escena de Enemigo Público en que lanza un tarro a la cara de Mae Clark:
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En Gran Torino, Eastwood es el superduro de Harry el Sucio, es El sargento de hierro…, es un poutpurri de su leyenda. Curiosamente sólo mete un tiro y porque se le escapa. La película repite también un leit motiv de buena parte de sus filmes: la vida y la muerte, y la muerte se impone. Porque Eastwood, o Walt Kowalski, siempre terminan lo que empiezan. Gran Torino, un precioso coche de 1972 es una metáfora del Kowalski, o del propio Eastwood: viejo, reluciente y admirado por todos. El final hasta el final es magnífico, con el propio actor y director arrastrando su voz en una composición propia, mientras los créditos se suceden ante nuestros ojos.
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Anson no contabiliza el despilafarro enfermizo del día de la inauguración. Seguro que a José Luis Garci no le parecen grandes cifras después de la subvención de su película sobre el 2 de mayo: 14 millones de euros.
Y veo que Espe, en su línea, en vez amilanarse tira por la calle de en medio y, sin contar con la superioridad de Rajoy, el domingo se va a Móstoles a empezar la campaña de las elecciones europeas con Mayor Oreja. Arrasa con todo, hasta con su partido.
Ella va de dura, pero es simplemente una enferma de ambición. Para duros, Clint Eastwood, que con su Gran Torino parece que se nos despide como actor, a punto de cumplir los 80 años. Es una excelente película que, vista con el prejuicio de la despedida, tiene más sustancia. Eastwood se interpreta a sí mismo, a su personaje. A la leyenda de sus personajes, un mito masculino del western y del triller. Eastwood siempre ha dicho que sus maestros han sido Bogart, Cooper y James Cagney, fundamentalmente éste y la escena de Enemigo Público en que lanza un tarro a la cara de Mae Clark:
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En Gran Torino, Eastwood es el superduro de Harry el Sucio, es El sargento de hierro…, es un poutpurri de su leyenda. Curiosamente sólo mete un tiro y porque se le escapa. La película repite también un leit motiv de buena parte de sus filmes: la vida y la muerte, y la muerte se impone. Porque Eastwood, o Walt Kowalski, siempre terminan lo que empiezan. Gran Torino, un precioso coche de 1972 es una metáfora del Kowalski, o del propio Eastwood: viejo, reluciente y admirado por todos. El final hasta el final es magnífico, con el propio actor y director arrastrando su voz en una composición propia, mientras los créditos se suceden ante nuestros ojos.
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Me temo que estoy de acuerdo contigo..Eastwood es
ResponderEliminartodo eso que dices y más. La interpretación que
le das y lo que él pone en el personaje de su propia piel o de los muchos que ha sido en el cine
le dan efectivamente ese aire de despedida.
Hombre con talento y " tierno corazón " no sé si
a su pesar...el prestigio se lo ha ganado con creces.
Lo de Espe es otra cosa..:-)