Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

lunes, 15 de julio de 2019

Acoso moral, Antonio Baylos, suicidios, pastillas y una ministra

Me ha vuelto a ocurrir… El Gran Baylos ha vuelto a ser mi musa tras leer una entrada en su blog con un titular extremadamente sugerente: “Vuelve el calor y hasta las noticias queman. (Suicidios y excedentes de empresa)”. En realidad, lo que me resulta sugerente es lo que va entre paréntesis, a modo de aclaración, y la posterior primera línea de su entradilla, en rojo sangre, rojo, rojo: “Que la amable audiencia del blog no tome demasiado en serio estas reflexiones…” Una provocación en toda regla o un poner el carro delante de los bueyes, según el ánimo de quien lea (obsérvese que el uso del pronombre “quien” es my inclusivo, nos evita andar con sustantivos con género “lectores y lectoras”). 
A día de hoy sólo el suicidio o un buen coctel es la solución ante el acoso.

En cualquier caso, copio y pego a Baylos, que además ilustra su texto con una fotografía bastante llamativa…: “Que la amable audiencia del blog no tome demasiado en serio estas reflexiones”.

De los seis párrafos de los que consta su escrito, cinco están dedicados a un tema terrible pero que esperemos algún día se encuentre en la agenda de los debates sociolaborales: el acoso moral que tan bien explica la FSC de CCOO en una de sus magníficas guías. Tan bien lo explica que si un empresario quisiera ser acosador debería leerla detenidamente para aplicar su maquiavélico plan.

La percha de Baylos es el juicio “visto para sentencia” en Francia sobre la ola de suicidios y depresiones entre la plantilla de France Telecom. Como explica nuestro querido oráculo sindical, los directivos han sido juzgados por el “suicidio de 19 empleados, 12 intentos de suicidio y 8 cuadros de depresión severa…”  

Y aclara, “se trata de la privatización de una importante empresa pública francesa cuyos empleados tenían un cierto blindaje legal que impedía a los nuevos ejecutivos de la empresa despedirles sin excesivo coste. De esta manera, la estrategia de los cargos directivos fue la de presionar a estos trabajadores para que abandonaran la empresa voluntariamente como una baja incentivada. Una estrategia que impulsaba los excedentes de mano de obra con todos los medios a su alcance, inclusive a través del acoso moral sobre éstos, fundamentalmente capas medias y altas de técnicos de la empresa…” Añado que podéis  ver un documental sobre el asunto en youtube.

Estamos en 2019 y la historia comenzó en 2007, lo que evidencia la lentitud de la Justicia. El doctor Baylos hace un magnífico y breve repaso con doctrina sobre el acoso moral en Francia, en España ( el artículo 173  de nuestro Código Penal establece que cometen el delito quienes ”en el ámbito de cualquier relación laboral o funcionarial y prevaliéndose de su relación de superioridad, realicen contra otro de forma reiterada actos hostiles o humillantes que, sin llegar a constituir trato degradante, supongan grave acoso contra la víctima”) e incluso el reciente Convenio 190 de la OIT.

Después de más de treinta años poniendo oídos y palabras a la clase trabajadora, aunque no me encuentro capacitado para exponer doctrina sí que la experiencia personal sirve para opinar con la libertad de expresión que me otorga La vida desde el lago. Precisamente, esa misma libertad de expresión es vilipendiada por quienes “…en cualquier relación laboral o funcionarial y prevaliéndose de su relación de superioridad, realicen contra otro de forma reiterada actos hostiles o humillantes…” 

Entre esos actos y amparándose en la libertad de expresión estos directivos sin escrúpulos  pueden denigrar públicamente el trabajo de una persona porque sí, “porque yo soy la organización”. A pie de tajo en una pequeña empresa o en empresas especialmente sofisticadas es imposible enfrentarse al acoso moral (véase el ERE del PP).

El pasado mes de marzo, El País explicaba por qué naufragan las condenas por acoso laboral, con un dato alarmante: el 15 por ciento de los trabajadores sufren “mobbing”, aunque apenas hay condenas por este delito.

“OFF THE RECORD”, MÉDICOS, PSIQUIATRAS Y ABOGADOS

Son muchos los off the record que tenemos los periodistas, al menos los que superamos los cuarenta; vale, los cincuenta aunque no los aparentemos. He seguido algunos casos como si fueran propios. Cuando los primeros síntomas de la ansiedad y la depresión asoman, lo habitual es ir al médico de cabecera, que a poco profesional que sea va a diagnosticar el acoso, empieza a recetar pastillas, te da de baja laboral y solicita hora con Salud Mental.

El médico recomienda no meterse en líos eternos y curarse, algo que es posible si se tiene un mínimo de fuerza de voluntad, inteligencia y estomago en condiciones para aguantar el tirón de las pastillas, que te dejarán grogui, te afectará sexualmente, te engordarán. etcétera. Los abogados también recomiendan no meterse en líos que no van a acabar nunca…, por no hablar de dinero.

El problema de acudir a Salud Mental, al menos en este Madrid de recortes en lo público, es que el tiempo pasa muy lento y “salvo que vayas con la baba colgando” no hay hueco, tal como expliqué en una carta a la directora de El País. En Salud Mental, por fín, te harán un coctel tranquilizante y antidepresivo más a medida que el de atención primaria a sabiendas de que quienes están locos son los que acosan, “pero mejor dejarlo así”. Al fin y al cabo, salen ganando las empresas farmacéuticas y sus trabajadores del sector químico, que somos toda una potencia mundial en consumo de antidepresivos.

En resumen, que a día de hoy, ante una situación dura, lo mejor es aguantar el tirón para no lanzarse por una ventana, cortarse las venas y tal y medicarse bajo supervisión médica con un montón de cosas que terminan “pam” y en “im”, con suerte al año se van rebajando las dosis y tal.

Con todo cariño y respeto hacia la OIT y nuestro Código Penal, quizá seríamos nosotros, los trabajadores organizados en sindicatos quienes deberíamos ir más allá de las magníficas guías. Quizá hacen falta economistas, abogados, asesores, por supuesto periodistas, pero también psicólogos o psiquiatras que atiendan y ayuden a presionar a las empresas. O quizá acabo de decir una locura.

¡Ah! El último párrafo del la entrada del Gran Baylos, quizá sea el principal, quizá sea la tesis sobre la se asientan los cinco párrafos anteriores. En él critica, yo creo que un poquito forzado, a la ministra de Economía por unas declaraciones de ésta sobre la Reforma Laboral. Una ministra “del gobierno Socialista español (sic)”, acentúa nuestro oráculo, que dice que dijo que revertir la reforma laboral “no solventa nuestros problemas”.


No seré yo quien defienda la reforma laboral, ni a la ministra de Economía en funciones, pero en realidad, Calviño declaró que "revertir la reforma laboral no va a mejorar las condiciones de los chicos que trabajan en Deliveroo o Glovo”. (Sobre economistas y partidos recomiendo este articulo del economista Moisés Martín, Mac.) De momento, sí creo que revertir la reforma laboral no va a impedir que la solución para miles de trabajadores ante el acoso sea el suicidio o un buen coctel de pastillas aderezado con buenos servicios jurídicos y apoyo psicológico.



martes, 2 de julio de 2019

CCOO, Baylos, los medios de comunicación (2) y la hoja de ruta Luismari

“Como decíamos ayer”, que diría Fray Luis de León, “sigamos con la terapia”, que diría Woody Allen. Según me venían palabras y palabras sobre el tema de las Comisiones Obreras y los medios de comunicación, gracias al muy recomendable blog de Antonio Baylos, más creo que habría que considerar poner en blanco sobre negro de dónde venimos para saber a dónde vamos, y así de paso, como quien no quiere la cosa, vamos creando una estrategia. Ni siquiera hablo de repensar, que puede resultar agotador.
La presentación del libro de Unai Sordo está dando de sí
Serían imprescindibles, pues, los conocimientos y experiencias de gentes como Luis María González, Luismari, periodista y trabajador “como Dios manda” en la Confederación Sindical de CCOO hasta que se ha jubilado. Precisamente por periodista, (un oficio menor con predisposición a comerse marrones ajenos), Luismari no tiene la consideración de “oráculo” como el propio Baylos o Lillo, pero es un tipo respetado, al menos por mí, y quien mejor se conoce la evolución comunicativa de las Comisiones Obreras. Evolución que en mi opinión ha ido involucionando, despacio pero sin pausa, desde antes de la llegada de la reforma laboral, por volver a contrariar un poquito el discurso de Unai Sordo en la presentación de su libro con interrogantes retóricos. Con cariño. Eso sí, y quien creo que tiene material intelectual y humano para ser un líder sólido. Quizá en ese mirarnos un poco habría que ver si se puede pensar diferente a un secretario general o a un oráculo sindical y exponerlo, intentando argumentar, con todo respeto y sin que salten las alarmas.
Es muy cierto y evidente el ataque y la campaña antisindical emprendida desde los poderes a la que se refería Sordo, aunque más duro era vivir contra el franquismo y siempre había voluntad para sacar pasquines, para hacer agitación y propaganda. Y sin cobrar. Incluso había complicidad con muchos periodistas. ¡Ojo!, no “periodistas amiguetes” que es otro concepto bastante rechazable. La credibilidad de los sindicatos de clase y la de los propios medios de comunicación fueron descendiendo a los infiernos tras gran la relevancia de ambos en la Transición y la llegada a su cenit con la huelga general del 14 de diciembre de 1988.
Antonio Guitérrez, en ese tiempo joven carismático, puño de hierro en guante de seda, buen comunicador, que había sido precisamente secretario de Información, se acababa de alzar a la Secretaría General tras el Congreso más relevante después de la legalización de CCOO. Gutiérrez, que daba el aspecto del yerno perfecto, tuvo que dar costurazos entre sindicalistas prosovieticos, eurocomunistas, comunistas “normales”, quienes fueron de USO, determinados territorios a los que siempre hay que contentar, determinadas federaciones a las que siempre hay que contentar, etcétera. Un jaleo con una afiliación muy grande, que crecía y que, fundamentalmente, no pertenecía a ningún partido político.
Desde tiempo atrás, Luismari ya era el referente  del gabinete de comunicación, con Concha Zorraquin, así como Manolo y Goyi Cebrián con su Gaceta Sindical, magnífico instrumento de papel. Como secretario de Comunicación llegó Ángel Campos a sustituir al propio Gutiérrez. Campos es uno de los tipos más listos que conozco, capaz de armar una revolución en la época del teléfono fijo. Sin problemas  para delegar, consciente de sus conocimientos, su experiencia, pero también de sus carencias, lo que le hace especialmente inteligente. Campos dejó ya el sindicalismo y, supongo que por debilidades humanas, empezó a ser víctima de ataques en un contexto personal, además, muy complejo. Yo sigo siendo amigo suyo sin necesidad de hablar de sindicalismo.

La hoja de ruta de Luismari

Habría que ver qué empezó a ocurrir a partir de mediados de finales de los 90 con la comunicación en CCOO. Quizá, además de llorar porque no salimos todo lo que nos gustaría en los medios de comunicación, habría que recordar lo que siempre nos venía contando Luismari: la comunicación de CCOO debe ser primero con delegados y delegadas, segundo con la afiliación y tercero con el resto de la sociedad.
Si nos paramos a pensar, quizá esta hoja de ruta se ha ido abandonando poco a poco por las nuevas realidades tecnológicas y también sociolaborales. Tecnológicamente creo que no se vio a tiempo la que se avecinaba, aunque algunos intentamos explicarlo, pero no fuimos capaces de abordar una transición para de repente querer pasar del motor diésel al patinete eléctrico sin que ni siquiera conviviera el primero con la gasolina ecológica, los coche híbridos, las bicis a pedales de toda la vida, las eléctricas, etcétera. 
Como soy muy de Lo que el viento se llevó volveré a la manida cita: “A Dios pongo por testigo, y a algunos compañeros, que lo intenté”, pero no por que fuera yo más listo que nadie, ni profeta. Es que esto de ser periodista desde que se usaba la máquina de escribir de cinta, pasar a la eléctrica, a la electrónica, al Mac, al Windows…, del tipómetro y los dibujos a mano al QuarckPress y al Indesigne. Esta permanente autoformación y amigos, alumnos que pasaron a maestros y que sí eran, son, más profetas, como José Mari Díaz o Raúl Maraña, junto a lecturas obligadas, unidas a experiencias previas hacían ver lo que en nuestro sindicato no se veía. 
Es bueno estar rodeado de personas que saben más que uno, si no no se avanza. Cuando yo llegué, o mejor, volví a trabajar a CCOO, en concreto de Madrid, me pareció retroceder un lustro con respecto al PSOE de Madrid, donde andaba con un buen contrato indefinido, pero cansado y sin nadie de quien aprender tras la marcha de Miguel Ángel Sacaluga. Incluso me pareció retroceder  con respecto a la época en que trabajé en el tristemente malogrado Diario 16 de Juan Tomás de Salas y su breve secuela, El gato encerrado.

Profesionalización

Pero no perdamos el rumbo. También Luismari ha venido defendiendo la profesionalización de los gabinetes de comunicación de CCOO, pero se ha hecho el trabajo inverso. Cada vez hay menos periodistas en los gabinetes del sindicato, al igual que fuera de los gabinetes. Creo que parte de la mediocridad general también llegó a nuestras siglas, acrecentada por la Gran Recesión y los miedos, unidos a absurdas ambiciones personales. También creo que Unai Sordo tiene capacidad para darle un arreón al sindicato, incluida su comunicación. Sí, comunicación, que hay lugares de las Comisiones Obreras en las que coexisten secretarías de Información y Comunicación. Y la diferencia se explicaba ya en la EGB.
Se ha perdido la cultura, dentro y fuera del sindicato de lo que es un medio de comunicación. Hoy mismo Pablo Echenique se quejaba de “un editorial anónimo en El País”. Caray, que este hombre es muy listo y estudiado como para no saber que los editoriales no se firman. 
En todo este escenario de jaleos, hay que destacar que las secciones de “Laboral” desaparecían para renombrarse, simplemente “Economía”, o algo más aterrador, “Economía y finanzas”. Ahora, El País ha vuelto a cierta normalidad con un cintillo llamado “Economía y trabajo”.
Pero miremos otra vez por el retrovisor para mirar hacia adelante. Durante el franquismo, los accidentes laborales iban en la sección de “Sucesos”. El trabajo insistente (muy insistente) de personas como Ángel Cárcoba, en Salud Laboral o Gerardo de Gracia en la Federación de Construcción, Madera y Afines hicieron que la siniestralidad laboral empezara a tenerse en cuenta en “Laboral”, en vez de en “Sucesos”. Hoy día, cuando tienen repercusión es en local, en sociedad… Esa batalla comunicativa habría que reemprenderla con los medios. Porque esa lacra es un problema laboral.

Periodistas que no se afilian y una pregunta no retórica

Nos dice Baylos: 
“Se trata de un modo de concebir el trabajo intelectual como una actividad no contaminada por la subordinación a una empresa, dominada en cuanto que las condiciones de empleo son dirigidas y determinadas por la empresa. Expresa la aspiración legítima a un trabajo independiente, libre y autónomamente orientado por el sujeto a través del desarrollo de su trabajo informativo y de opinión, pero nadie puede escapar a los condicionamientos económicos y de sujeción que impone trabajar para otro bajo su dirección. Y en ese hecho de disciplina y control externo reside la necesidad de la organización colectiva del trabajo a través del sindicato”.
Los periodistas no deben opinar, deben informar e interpretar. Fundamentalmente esto último, algo que la crisis del periodismo también se ha ido cargando. Otra cosa es dejar claro que determinado periodista está escribiendo una columna de opinión, que derecho tiene. Claro. Si le dejan.
En este país, el asunto de periodistas afiliados a un sindicato es complejo, y más aún a un partido político, que aunque parezca mentira en EEUU la cosa no es igual que aquí. Hay menos hipocresía
En la Facultad te explicaban que cuando trabajas en un medio debes seguir la línea editorial que éste marca. En EEUU el asunto no es así. Puedes encontrarte editoriales tratando un tema de forma radicalmente contraria a una información, una crónica, un reportaje. Los periodistas de la redacción no tienen ninguna relación con los de opinión. Y eso está bien. 
Aquí quien redacta está sometido a la linea editorial y a la posterior edición. El editor, (el redactor jefe o el director) puede cambiar un título, que es lo fundamental, junto a la entradilla. De hecho, a veces vemos titulares que contradicen el cuerpo de la información, lo que implica un soberano cabreo del redactor o redactora, que puede empezar a decir que él no firma eso y que llevados al extremo puede llevar a la “cláusula de conciencia”, que es algo que nadie hace y que seguro que el propio Baylos o Lillo nos pueden explicar mejor. En resumen, que el periodista puede pedir la cuenta como si se tratara de un despido improcedente si se considera que ha cambiado la linea editorial del medio.
Sinceramente estar afiliado a un sindicato de clase siendo “plumilla” tiene un buen pase ante problemas eminentemente laborales. En mi experiencia ha sido muy positivo cuando se cerró Mundo Obrero semanal, donde yo era el jefe de Economía-Laboral y delegado de personal, con lo que la empresa, el PCE, terminó de mí, de las horas sindicales y de Felisa, la asesora, de CCOO hasta el gorro. También, con la venta de la cabecera de Diario 16, los abogados de CCOO, con Nacho  Montejo a la cabeza, nos salvaron la vida, que yo duré minutos en ser despedido, como seguramente recuerden buenos amigos, cómplices entonces del comité de empresa de Ericsson que estaban en permanente estado de bronca con su empresa, pero con Diario16 siempre a la escucha.
Cuando he tenido problemas judiciales contra el honor, de injurias, calumnias, fundamentalmente con políticos de la derecha, realmente la actual FSC ni el sector Medios de Comunicación resuelven problemas. Y ahora hago yo una pregunta, no retórica: ¿Si estás afiliado a CCOO y escribes una crónica en la que sale mal parado el sindicato y el sindicato decide querellarse penalmente contra ti…, a quién recurres?

En resumen

En este texto que me ha quedado algo extenso y ya lo siento, creo que se apuntan algunos asuntos que pueden ayudar a salir del atolladero: hacer un diagnóstico de la evolución en la comunicación de CCOO; considerar si la ruta Luismari sigue teniendo vigencia, con qué instrumentos materiales contamos que sean realmente útiles y no modas pasajeras; con qué medios humanos contamos, esto es, periodistas con criterio profesional y no simples acataordenes (los abogados, pueden perder sentencias pero tienen sus criterios y líneas de defensa; los economistas usan sus fuentes, datos, cifras y pueden errar en una evolución económica…) ; hasta qué punto estamos abordando una transición también tecnológica en la que delegados y especialmente afiliación no está pendiente de twitter, ni de Instagram, ni de facebook y sigue reclamando pasquines o volantines en papel (mejor que flyers) con textos legibles; complicidad con medios de comunicación especialmente preocupados por lo sociolaboral y que muestran sensibilidad a asuntos sociolaborales…
El sector de Medios de Comunicación debería darle una vuelta a qué hacer (por Dios que no se me tache ahora de leninista) con los problemas de quienes son periodistas, más allá de condiciones salariales.
Hubo un tiempo en que CCOO era capaz de marcar la agenda. Eso es complicado, pero al menos podemos intentar encontrar espacios en los medios de comunicación más allá de la noticia, algo que en CCOO de Madrid ya se está intentado llevar a cabo desde hace tiempo, desde la Secretaría General, pero no sólo
Yo, como primera medida, prohibiría selfies de los responsables sindicales, que es lo menos serio que existe. Siempre podemos alardear de simpatía con palabras y discursos.

Nos hacen falta referentes, no influencers.



lunes, 1 de julio de 2019

CCOO, Baylos y los medios de comunicación (I)

Soy un gran seguidor de las opiniones del catedrático del Trabajo, Antonio Baylos, a cuyo blog (antes llamados cuadernos de bitácora) llego a través de Facebook. Lo cierto es que nunca sé si me pone cara o no. Coincidir, hemos coincidido en multitud de ocasiones, bien por vía profesional o por coincidencia familiar en algún debate con gente del CSIC. Cuando dirigí Madrid Sindical le encargué a una buena amiga, Chus Salido, que le entrevistara, gratis, claro. Chus Salido es periodista (lógicamente, porque soy de que las entrevistas las realicen periodistas) y licenciada en Ciencias Políticas, además de gallega ya de Madrid y muchas cosas más. Yo, para al menos uno, cual estalinista hacía del Madrid Sindical el Pravda, cosas de viejos trotskistas sectarios sin mayor relevancia.


Titular del artículo de Antonio Baylos en su blog, ilustrado con una foto que es de Fran Lorente.

La prudencia, y considerarle un icono del pensamiento sociolaboral, me han frenado en muchas ocasiones a la hora de comentar sus opiniones. Porque en las Comisiones Obreras hay grandes oráculos en el mundo de la Universidad, como el propio Baylos; el derecho, con Enrique Lillo a la cabeza, o la economía; pero no así en el mundo de la comunicación y el periodismo. 

En esto del periodismo nos sale el español, o la española que llevamos dentro y ocurre como en el fútbol, que todo el mundo es un experto en la materia. Unos, por inspiración divina; otros porque conocen a un periodista que…; otros porque han hecho un curso o llámalo máster y a pesar de ello siguen  confundiendo el infinitivo con el imperativo, etcétera. No se me entienda, por los dioses, como un corporativista y anti intrusismo radical. Que haber, hay hasta grandes médicos sin haber pasado por la Facultad de Medicina.  

Quienes más daño hacen en la comunicación de las instituciones sociales, políticas, empresariales…, son quienes una vez nombrados responsables  o dircom (directores de comunicación), o llámalo “x”, o capataz, consideran que ya tienen todos los galones para plantear estrategias basadas, por ejemplo, en máximas como: “a partir de ahora vamos a mentir” ( a Dios y unos cuantos compañeros pongo por testigo de que esto es cierto y que una vez vivimos en un gabinete de Comunicación). En esta línea, recomiendo la serie Chernobyl donde queda claro que un zapatero manda más que un físico nuclear porque es el vicesecretario del Partido. Una amistad me envió esta escena que he subido a Youtube. Dentro de lo malo…, existe una estrategia, sin ética, sin moral, pero estrategia al fin.

Veo que Baylos anduvo, como yo, en la presentación del libro de Unai Sordo ¿Un futuro sin sindicatos?, prologado por el economista y amigo Bruno Estrada, además de adjunto al propio Sordo. Según el autor, el título fue idea de la editorial para que tuviera más garra, para que fuera más atractivo. No sé si el título hará que crezca el número de lectores pero es antiperiodístico como el solo. Más o menos, en la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM, al llegar te decían “hola, no pongas nunca un interrogante en un titular”. 

Pero…, la moda, internet y su parte más mediocre han llevado a los interrogantes y a que los propios lectores se harten de ese anzuelo, tal como relataba recientemente Carlos Yárnoz, defensor del lector de El País. Lo podéis leer aquí. (En este enlace, digo, que aunque no esté de moda advertir, así está más claro).

Esta pequeña crítica provocadora, porque cada uno hace con los títulos de sus libros lo que le da la gana, me sirve para engarzar con la entrada, artículo o post del blog de Baylos titulado “Noticias y sindicato. El sindicato en las noticias (a propósito de un coloquio)”. La espoleta para este interesante y recomendable texto fue la pregunta que lanzó en el acto (mejor que “evento”) la veterana periodista Inma Sánchez. En mi opinión realizó la mejor pregunta de entre los periodistas de los grandes medios digitales allí presentes (Joaquín Estefanía, que aún huele a papel, excusó su ausencia).

La periodista vino a preguntar a Unai Sordo por el poco espacio que acaparan los sindicatos en los medios de comunicación y Sordo vino a decir lo que nos relata Antonio Baylos en su blog.

Aun estando de acuerdo en lo que puede ser el fondo de la exposición de Baylos tengo la impresión de que utiliza algunos conceptos a la ligera, también desde el titular, y que no hace referencia a una parte muy relevante, cual es el propio funcionamiento de la comunicación en las Comisiones Obreras, en mi modesta opinión, carente de cualquier estrategia comunicativa en todas las patas comunicativas posibles.

Baylos en el M.S. entrevistado por Chus Salido, en 2012.
Cuando hablo de utilizar “conceptos a la ligera”, me refiero, por ejemplo, al uso del término “noticia”. Creo que es mucho más correcto el planteamiento que hizo Inma Sánchez, pues “noticia”, tal como nos hacían aprender en Primero de Redacción Periodística con el inacabable Manual de Redacción Periodística de José Luis Martínez Albertos, es simplemente un género periodístico, como pueden serlo la crónica, el reportaje, la entrevista…, con todos sus subgéneros.

La noticia es la madre del cordero, eso sí, es la narración de un hecho para lo que técnicamente nos enseñaban aquello de las “cinco W” (Qué (What) ha sucedido; Quiénes (Who) son sus protagonistas; Dónde (Where) ha sucedido; Cuándo (When) ha sucedido; y por qué ha sucedido (Why)).  Respondiendo a esto ya tienes una noticia que para que quepa en un medio de comunicación también tiene que tener una características: veracidad, claridad, brevedad, actualidad, interés humano… O sea, lo de toda la vida de Dios, noticia es que un niño muerda a un perro y no lo contrario.

Además de los géneros existen los estilos, básicamente: informativo, interpretativo y opinativo. Entiendo que lo que Baylos y quienes son responsables sindicales quieren es que salgan las siglas y las cosas que se hacen en CCOO, porque si no parece que no existimos. Es decir, debemos ir mucho más allá que a la simple noticia. La simple noticia es una huelga violenta, reconozcámoslo. Y si es con sangre, mejor. Eso se “vende” solo. 

También es interesante distinguir entre “periodismo de fuente” o gabinetes de comunicación, porque los gabinetes de comunicación están (o deberían estar conformados por periodistas) y “periodismo de medio”, antes: prensa, radio y televisión y hoy también las nuevas TIC (tecnologías de información y comunicación). Es decir, y simplificando, redes sociales. Las famosas mentiras permanentes que circulan por internet está haciendo que por fin las empresas serias contraten periodistas para redactar tanto los contenidos, como los textos y las historias (story) en las redes sociales. 

Ya empieza a no colar ese periodismo ciudadano, inmediato, pero sin contrastar, hiperbólico, repleto de faltas de ortografía y selfies patéticos. Esa es labor de periodistas, delegados entre la sociedad y los poderes para informar e interpretar. Opinar es otro cantar, siempre que se haga con argumentos sólidos y datos contrastados y contrastables.


Caray, esto me está quedando larguísimo, así que aunque no esté de moda lo voy a dividir y mañana sigo. Espero que nadie se moleste, que otra característica de estos tiempos es arrear garrotazos al tiempo que tenemos la piel muy fina. Pero en esta línea continuaré, que también me viene bien escribir esto a modo de terapia que diría Woody Allen.

Y la continuación la puede ver pinchando AQUÍ