Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

domingo, 29 de diciembre de 2013

Amor eterno, el poema para Audrey Hepburn


Decía en mi anterior entrada que Audrey Hepburn tenía un poema favorito, que es el que leyó en su funeral Gregory Peck. Un poema de Rabindranath Tagore, Unending love, Amor eterno. Comenzamos 2013 recordando la marcha de Audry un 20 de enero de 1993. Sirva este poema para ir despidiendo este año. Tan espantoso para tantas personas. Un año repleto de experiencias. Que 2014 sea el año del juego del amor, mucho mejor que jugar a las guerras.


Te amé de tantas maneras y de tantas formas,
de vida en vida, de época en época,
Siempre…

Mi corazón hechizado,
hizo una y otra vez un collar de canciones
que tomaste como un regalo
y usaste alrededor de tu cuello,
a tu modo y de tantas formas,
de vida en vida, de época en época,
Siempre…

Donde quiera que escucho
las viejas historias de amor,
su antiguo dolor y ese viejo cuento
de estar juntos o separados,
me detengo y una y otra vez
miro al pasado y al final de todo,
emerges TÚ,
revestida con la luz de una estrella polar,
traspasando la oscuridad del tiempo,
y te conviertes en una imágen
que recordaré por siempre.

Tú y yo flotamos aquí,
en la corriente de un corazón lleno de amor
de uno por el otro.
Jugamos al amor
al lado de millones de amantes,
hemos compartido la tímida dulzura
del primer encuentro,
las mismas lágrimas de angustia
en cada despedida.

El viejo amor,
el que se renueva una y otra vez,
Siempre…
Hoy, este amor está a tus pies,
encontró su morada en tí.
Ese amor,
el amor cotidiano de todos los hombres,
el amor del pasado, el amor de siempre,
el regocijo universal, la pena universal,
la Vida misma,
la memoria de todos los hombres,
las canciones de todos los poetas
del pasado y de siempre,
se funden en este Amor,
que es el Nuestro.

(Rabindranath Tagore)

También tenía Audrey, en plan más castizo, un refrán favorito. O eso dicen. Se trata de un refrán holandés: "“No te preocupes; pasará lo que tenga que pasar.” Pues eso.

Y aquí os dejo a Gregory Peck en la despedida de su íntima amiga. El sonido no es bueno, pero verlo tiene un punto fetichista:



sábado, 28 de diciembre de 2013

Cincuenta años de Charada


Coincidiendo con las navidades de hace cincuenta años, se estrenó Charada. Un 5 de diciembre en Estados Unidos y un 20 de diciembre en aquella España que también en ese año inauguraba el sistema de los dos rombos en la televisión. Para quien tuviera televisión, claro. Cincuenta años después los dos rombos son algo prehistórico (que no descarto retornen viendo como van las cosas); sin embargo, Charada sigue viva. Sigue siendo una película de suspense, intriga, humor, romántica…, una entretenida película de enredos.  De esas que al final nos deja una sonrisa dibujada en la cara.

A mediados de 1962, Betsy Drake, la tercera esposa de Cary Grant, después de doce años de matrimonio pide el divorcio a su marido. Muerta la supuesta pasión, les unirá una gran amistad que nunca se desvanecerá. A pesar de que Grant parece que era un tipo bastante insoportable en su vida privada, el matrimonio se disolvió apaciblemente. A Grant, aunque era gay, todavía le quedaban dos matrimonios más: “Cuando estoy casado quiero estar soltero y cuando estoy soltero quiero estar casado”, aseguraba con ironía. En un contexto emocional exultante de estabilidad, relajado y tranquilo inicia el rodaje de Charada, que fue su última película de rotundo éxito.

Aún recuerdo yo en mi infancia ver charadas en la sección de pasatiempos de los periódicos. La Academia de la Lengua nos recuerda qué es una charada: “Acertijo en que se trata de adivinar una palabra, haciendo una indicación sobre su significado y el de las palabras que resultan tomando una o varias sílabas de aquella.” La palabra viene del francés charade, por lo que la traducción del título al castellano, por una vez y sin que sirva de precedente, es bastante ajustada.

Charada es una peli de mentiras y mentiras. De trepidante intriga pero muy fácil de seguir si no te levantas a hacer pis o a abrir una Coca-Cola. Es decir, es recomendable sentarse a verla con todas las necesidades cubiertas.

El argumento está basado en un libro de Peter Stone, The unsuspecting wife. Ahora bien, el guión final también tiene bastante de enredo. Resulta que el autor lo llevó de estudio en estudio y nadie le hizo ni caso. El tipo no se rindió y novelizó el guión. La novela tuvo éxito y los estudios consideraron, ahora sí, que era una novela guionizable para hacer de ella una película. Así se escribe la historia.

Genial pregunta: "¿Cómo haces para afeitarte ahí?"
La peli es tanto una homenaje al maestro Hitchcock como una fina parodia de su genial  suspense. Quizá por eso también hay aparición de director (Donen) y guionista (Stone). Cuando Reggie (Audrey Hepburn) se dirige a la Embajada de Estados Unidos para encontrarse con Bartholomew (Walter Matthau), dos hombres entran en el ascensor cuando ella sale. El hombre que cuenta una historia sobre una partida de póker es Stone, curiosamente doblado (en inglés) por Donen. La voz del marine que vigila la Embajada al final de la película vuelve a ser Donen.

El inicio es contundente: Un hombre muere asesinado y arrojado de un tren. Después vendrán los psicodélicos créditos. Y después aparece Reggie, el personaje de Audrey Hepburn comiendo en una terracita de Los Alpes. Dicen que aparece comiendo muchas veces para quitar esa imagen de anoréxica que no era. Y comienzan los preámbulos del enredo conociendo a un elegante y maduro Peter Joshua, interpretado por Cary Grant. Bueno, en esta escena es Joshua aunque también será Adam Canfield, Alexander Dyle, y Brian Cruikshank… Éste tipo ayudará  a nuestra adorable protagonista a investigar las casusas de la misteriosa muerte de su marido y de 250.000 dólares. Evidentemente, al marido no será ella la única que le busque…, que hasta la CIA aparece en este peligroso enredo.

Las escenas se suceden trepidantes de acción y humor, incluido ese humor negro del que se hace gala en el velatorio del marido muerto. Un velatorio por el que van desfilando unos tipos tan extraños como peligrosos.

Entre mentiras, medias verdades y desconfianzas surge el amor, también envuelto en humor:

- Te quiero, Adam...
- Ya lo sé. Ya me lo dijiste.
- No. La última vez dije: “Te quiero, Alex”.

El rodaje de exteriores se hizo íntegramente en París (hay guiño a Un americano en París, al igual que lo hay hacia los hermanos Marx) y parece que hubo un gran ambiente en todo el equipo, incluidos Hepburn y Grant. Se dijo que la película fue un intento de unir a ambas estrellas en la pantalla. Pero ante la posibilidad de que Cary Grant no aceptara finalmente el papel, pues era muy reticente a hacerlo debido a la diferencia de edad entre ambos (25 años) y que ya había rechazado trabajar junto a Audrey en Vacaciones en Roma, se barajaron otros candidatos para el papel. Parece que tenían en la recámara nombres como Robert Redford, Paul Newman o Warren Beatty. A mí me suena raro pero Grant, aceptó poniendo como condición que el personaje de Hepburn debía ser el más fuerte de la relación. Vamos, al revés que la movida de Vacaciones en Roma.

De cualquier forma, la anécdota que se destaca por todas partes es que cuando Peter y Reggie llegan por primera vez a la habitación del hotel donde ella se hospeda, Reggie le pregunta que dónde están, y Peter le responde “En la calle en la que tú vives” (On the street where you live)", que es el título de una canción del musical My Fair Lady, en cuya versión cinematográfica Audrey Hepburn haría el papel de Eliza Doolittle el año siguiente.

Mi amada Audrey, evidentemente, está maravillosa. A veces inocentona, a veces muy lista, con perfil cómico, enamorada sin miramientos a la hora de decirlo, y elegante. Dicen que es su segundo mejor vestuario tras Vacaciones en Roma. Y…, ¡ves! Me enrollo. Mañana os pongo el poema preferido de Audrey. Un poema que leyó en su funeral su íntimo amigo y compañero Gregory Peck.




Dirección: Stanley Donen
Intérpretes: Cary Grant, Audrey Hepburn, Walter Matthau, James Coburn, George Kennedy.
Guión: Peter Stone
Música: Henry Mancini
Nacionalidad: Estados Unidos


martes, 24 de diciembre de 2013

Feliz solsticio, tió, Olentzero..., Feliz Sol


Celebramos la luz, el Sol, los días más largos
A estas horas falta poco para que las casas más afortunadas del mundo se llenen de regalos. En es este tiempo de solsticio de invierno, la Iglesia católica se apropió de una fecha tan laica como humana. Se apropió de la llegada de la luz. Los días empiezan a ser más largos desde ya y la humanidad siempre ha rendido pleitesía al Sol. Luego, desde no hace tanto, la Iglesia católica equiparó al niño Jesús, que vaya usted a saber cuándo nació pero no en diciembre, con la Luz y tal y tal.  También intercambiar regalos en estas fechas viene de la Antigüedad, coincidiendo con el solsticio y el cambio de año. En un tiempo era obligatorio regalar a dioses y monarcas e intercambiar con vecinos y amigos. El acto de regalar es algo que produce bienestar, igual que recibir regalos, y está repleto de simbolismo. Con el regalo se mostraba y agradecía  públicamente que el año había sido propicio y se demandaba a los dioses que la cosa en el futuro fuera igual, o mejor. Sin necesidad de enloquecer con el consumismo, el regalo une, tiene algo mágico…

Y luego vino San Nicolás, y Santa Claus y se convirtió en Papá Noél y por ahí andaba El Tió, y el Olentzero, y los Reyes Magos…y tantos mitos y ritos que envuelven estos días. Mitos, ritos y tradiciones que cada uno acopla según mejor le interesa.

Pepe Rey, que es el tipo que más sabe de ritos y mitos navideños explica, por ejemplo, el tió de Navidad es asociado a Catalunya, pero es una práctica ancestral que se venía realizando por toda la franja pirenaica española, y en zonas de Mallorca, Andalucía, Francia, Gran Bretaña, Alemania y algunos países eslavos.

El tió de Navidad es un trozo de tronco al que se atribuyen virtudes sorprendentes y milagrosas. Es quizá la tradición pagana más antigua de cuantas han sobrevivido en estas fechas, aunque la industrialización la ha desvirtuado. La familia se reunía en torno a la chimenea y encendía el tió (tizón o leño). La versión urbanita y moderna consiste en que un trozo de leño, que puede ser de cartón, termina cagando las chuches con las que ha sido “alimentado” durante el inicio de diciembre. Ahora es una fiesta infantil…

En Guipuzkoa también se ponía en el fuego del hogar el Olentzero-emborra o tronco del Olentzero. Pero el Olentzero, que hoy llega a las casas de Euskal-Herria, parece que surgió en Navarra. Se trata de un carbonero. Un tipo gordete, borrachín, comilón y tiznado de carbón.

El Olentzero es anterior a la cristianización de Navarra y las celebraciones del solsticio en el País Vasco. Por eso es un carbonero. Un buen tipo que quema “lo viejo” y deja paso al tiempo que comienza con un renovado Sol. Luego llegó la Iglesia y consideró que lo más oportuno era que el Olentzero anunciara la llegada de Jesús. En fin…

Buen solsticio de invierno. A encender hogueras. A quemar lo malo. A que el Sol nos de la vida. A dar y recibir regalos. Y como soy heterodoxo ahí va este Olentzero que va más allá de las fronteras de Euskal Herria:


sábado, 14 de diciembre de 2013

14-D: Pararon hasta los relojes


Con algunas arrugas, canas y también con algunas heridas cicatrizadas vivo este soleado 14 de diciembre de otoño madrileño que mira al invierno. Hace ya veinticinco años de aquella jornada histórica en la que pararon hasta los relojes. En esos días, con mis veintitrés años recién cumplidos trabajaba yo para el semanario Mundo Obrero. Una de las mayores fortunas laborales de mi vida: trabajar en Mundo Obrero el día de la gran Huelga General. Una inolvidable experiencia para un joven periodista rojo.

Aquella huelga general fue calentada por la juventud. El Gobierno de Felipe González tenía un plan: el Plan de Empleo Juvenil que precarizaba el trabajo de la juventud. Un plan que, como decía Paco Moreno, entonces secretario confederal de Juventud de CCOO, no sólo cuestionaba el futuro de los jóvenes, sino todas las relaciones laborales. Un plan, que como denunciaba Jesús Montero, secretario general de UJCE (la Juventud Comunista del PCE), no era un plan, sino “un decreto de guerra”.

Recuerdo escribir reportajes previos a la huelga rememorando a Miguel Hernández:
“Sangre que no se desborda,
juventud que no se atreve;
ni es sangre, ni es juventud,
ni relucen ni florecen.
Cuerpos que nacen vencidos,
vencidos y grises mueren:
vienen con la edad de un siglo,
y son viejos cuando vienen.
La juventud siempre empuja,
la juventud siempre vence (…)"

Fueron días de gran ilusión. No hacía tanto, el tiempo es algo relativo en nuestras memorias, habíamos padecido el gran chasco del referéndum de la OTAN. Caíamos y nos volvíamos a levantar. El 14-D fue un revulsivo. No estábamos narcotizados a pesar de que la heroína asesinaba por las calles a buena parte de la juventud.

Aquel 13 de diciembre por la noche había tanta energía en las calles como frío. Aquella jornada histórica comenzaba en la sede de la USMR de CCOO, en la calle Lope de Vega, "las once de la noche en la sede Comisiones Obreras de Madrid era un hervidero de gente con muchas ganas de que el paro fuera un rotundo éxito. Y así fue", narraba en mi crónica de Mundo Obrero. Las consecuencias de aquel éxito se plasmaron al año en los acuerdos de la PSP (Propuesta Sindical Prioritaria). Con aquel éxito ganaron los trabajadores y ganó la democracia.

Antes de que los piquetes recorrieran las ciudades de la región, Rodolfo Benito, entonces secretario general de CCOO de Madrid, proclamaba: "hay que actuar con responsabilidad pero con firmeza allí donde los empresarios presionen contra la huelga. El grito "¡¡Hueeeeelga!!", resonó al unísono por las calles de Madrid, por las calles de toda España.

La hora mágica fueron las 12 de la noche entre sonrisas y emotivas lágrimas de viejos luchadores. Los periodistas ya habían hecho huelga el 13, con lo que no hubo prensa el 14.

En Navacerrada los siete responsables del repetidor de Radio Televisión Española se la juegan frente a la dirección y cortan la emisión. El éxito de la jornada se percibía.

A las dos de la tarde, Marcelino Camacho, entonces presidente de CCOO se dirigía a las miles de personas que conformaban los piquetes: "¡si no nos domaron ayer, no nos domesticarán hoy!" Antonio Gutiérrez, entonces secretario general del sindicato afirmaba: "Hay una clase obrera capaz de dar lecciones de firmeza, lucha y también total responsabilidad. El Gobierno debería quitarse el sombrero ante una clase obrera que no se merece".

Y dos días después, el 16, las calles de Madrid, las calles de toda España se llenaron de trabajadores y trabajadoras. El Gobierno no podía mirar hacia otra parte. La calle era una olla apresión.

La espoleta de la huelga general fue una ocurrencia del Gobierno: el Plan de Empleo Juvenil. Un plan que precarizaba los contratos en momentos en que el paro alcanzaba cifras trágicas. Pero en aquel momento, la prepotencia del Gobierno y la ausencia de diálogo fueron también elementos que abocaron a la mayor movilización social de la historia de la democracia en nuestro país.

Grandes logros

Ocho millones de trabajadoras y trabajadores lanzaron un mensaje claro al Gobierno, que parecía no poder creerse lo que había ocurrido. Así las cosas, el diálogo se inició y al año estaba cerrado el acuerdo estatal de la PSP, unos acuerdos de mínimos desarrollados por las comunidades autónomas. Madrid estuvo en la vanguardia a la hora alcanzar los acuerdos con el Gobierno de Joaquín Leguina. El 22 de diciembre de 1989 tras una larga reunión entre Leguina, Rodolfo Benito y José Luis Daza, responsables de CCOO y de UGT de Madrid, respectivamente, todo quedó prácticamente cerrado con cinco grandes temas: política de empleo; derecho a la negociación colectiva de los empleados públicos; política y protección social; vivienda, medio ambiente y transporte; y participación institucional y sindical.

Recuerdo, en medio de las recién inauguradas navidades, a Ángela Bautista, mi querida redactora jefa, dándome la bronca porque sólo quedaban una líneas para cerrar la edición. Entonces no había móviles. Desde la calle Claudio Coello corrí a la presidencia del Gobierno en la Puerta del Sol. No sé cómo lo hice pero me colé en la sede de la presidencia. En las escaleras, él no se acordará, pude hablar con Paco Naranjo, entonces secretario de Comunicación de CCOO de Madrid. Me dijo que sí, la cosa iba a salir pero que no se podía decir todavía. Claro, lo mío era un semanario, no una agencia de noticias... Escribí lo que me filtró Naranjo, me encomendé a todos los santos y…, la cosa salió.

Aquel día, la influencia, la incidencia y el prestigio de los sindicatos se puso en su sitio. La democracia se consolidó.