Eva nos enseña su ciberpegata contra el ERE en una foto de Fran Lorente. |
Eva Barañano
Ibarrola, como buena bilbaína, no solamente nace donde quiere, sino que es de
donde quiere, o sea, en este caso, de Madrid. Así que ella nació en Bilbao, en
el mismo centro, pero con cuatro años, por la profesión paterna, se vino a
Madrid a vivir.
Tiene tres hijos
de entre diez y trece años que le dan «mucha caña», asegura sonriendo. Cuando
terminó la enseñanza obligatoria comenzó los estudios universitarios de
matemáticas, «porque la nota no me dio para económicas», asegura tímidamente. Y
con veinte años, sin saber muy bien qué hacía, cosas de la edad, aprobó unas
oposiciones para ingresar en Caja Madrid, donde terminó haciendo la carrera.
A los veintiseis
años ya era subdirectora. Reconoce que en los años de expansión, «contaban
contigo si valías y mostrabas interés». A ella le viene gustando su trabajo, el
trato con el público, con los compañeros y compañeras… Y hasta ahora, que
compagina su labor como subdirectora en la sucursal de Bankia, con sus
obligaciones como delegada sindical de Comisiones Obreras.
Eva Barañano es
subdirectora en Bankia, una empresa con un ERE encima de la mesa que afecta a
6.000 personas. No comparte esa idea de que los trabajadores del sector
financiero (ahorro y banca), son unos privilegiados. E insiste, «no podemos
confundir a los bancarios, los trabajadores, con los banqueros».
Más bien,
explica, que «es un sector muy sindicalizado. Si en los últimos treinta años
hemos tenido unas buenas condiciones laborales, es porque se ha peleado mucho
dentro de la negociación colectiva, y con las Comisiones Obreras a la cabeza».
Es más, dentro
del sector financiero, aquellas empresas en las que los sindicatos amarillos o
corporativistas son mayoritarios, las condiciones de sus plantillas son mucho
peores.
Y recuerda que
Comisiones Obreras es «líder en el sector gracias a su estrategia de
negociación y movilización»; y proclama: «la negociación es fundamental para
las relaciones laborales y es lo que ahora Bankia se niega a realizar».
Los cambios son
muy veloces, y en estos últimos veinte años Eva ha sido testigo de esa
evolución. Defiende la banca por internet, de la que Caja Madrid ha sido
pionera; la banca electrónica; el uso de cajeros automáticos, «porque son
herramientas que facilitan el trabajo de la plantilla y la vida del cliente.
Aunque evidentemente las personas siempre estamos ahí. Somos las personas las
que gestionamos».
Evidentemente
algo hablamos sobre cómo ha llegado Bankia a la situación en que está y sobre
las preferentes. Eva lo tiene claro, «los controles no han funcionado. No han
funcionado ni el Banco de Esspaña, ni la CNMV (Comisión Nacional del Marcado de
Valores). Es más, fue el propio Banco de España quien promovió la venta de
preferentes, y los mismos que han promovido esto, han cambiado las reglas del
juego».
Pero hay más
responsabilidades a la hora de realizar las llamadas fusiones frías, fomentadas
por el Banco de España, y Eva se pregunta «¿Se han hecho los controles
rigurosos para unir las siete cajas que conforman Bankia?» Y en el capítulo de
las responsabilidades también incluye a los auditores externos de Deloite.
No puedo por
menos que hacer un poco de abogado del diablo y preguntar a Eva si los
empleados de Bankia desconocían lo que eran las preferentes cuando las ofrecían
a la clientela. Y Eva lo tiene muy claro: «Yo soy una empleada y hago mi
trabajo. Hemos comercializado lo que la empresa nos decía y los supervisores
han aprobado. Y teníamos confianza en la empresa y en los controles
establecidos. La plantilla no ha tomado ninguna decisión. Somos trabajadores y
ahora también somos víctimas, porque también nosotros y nuestras familias
compramos preferentes».
Habla Eva de la
triple presión que padecen: «de los clientes, la empresa y de las propias
familias». Aunque reconoce que la mayoría de los clientes son razonables e
incluso se preocupan por la difícil situación laboral de la plantilla.
Una plantilla que
al final es doblemente víctima, como cliente y como diana de un ERE de seis mil
personas: «Es excesivo, acabamos de salir de un ERE de cuatro mil personas y
ahora salen con otro de seis mil, que además no quieren negociar».
Se ha creado
sensación de un futuro incierto, pero «hay viabilidad» y Eva se indigna por la
actitud, que a día de hoy, mantiene la empresa: «no quieren negociar. Todos
nuestros esfuerzos son para lograr eso: Negociar».
Y explica que
habrá que reducir en lo necesario, en lo que obligue Bruselas, pero hay que
tener voluntad negociadora, «que un ERE implica negociar, y aquí una de las
partes incumple».
Eso sí, Eva está
animosa y confiada porque la plantilla es una piña, «la unidad sindical es
total, y si no hay negociación emprenderemos el calendario de movilizaciones».
Crisis y mujeres
Se siente Eva,
como mujer, muy apoyada en todos sus frentes: en la sucursal, en el sindicato y
en casa. Con tres críos no es fácil la tarea, pero sí ha sido posible conciliar
su vida familiar. Asegura que ella no se ha sentido en ningún momento
descriminada en el trabajo, aunque perviven algunos tics. Esto es, los puestos
de mayo responsabilidad suguen siendo para los hombres. Por ejemplo, hay más
subdirectoras mujeres; el número de directores y directoras está equilibrado,
pero de ahí para arriba, los puestos son de los hombres. Y son tics, reconoce
que también existen en el propio sindicato.
Asegura que,
curiosamente, en parejas que han promocionado juntos, si tienen hijos, es la
mujer la que abandona el trabajo para encargarse de la casa.
Y como en otros
sectores o en otras profesiones, asegura Eva que en el sector financiero y de
cajas, la crisis está llevando a que sean las mujeres las primeras en abandonar
las carreras profesionales: «Esta crisis va a suponer una marcha atrás para las
mujeres».