Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

lunes, 14 de enero de 2013

Jesús Llopis, tramoyista y... MACSA

Jesús Llopis, reivindicativo, en una foto de Fran Lorente.
La primera obra de teatro que vio Jesús Llopis fue Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo, con siete años. Su padre, electricista en el teatro, le colocó una silla entre foco y foco, y es que este oficio era de los que se transmitía de padres a hijos. Era el padre de Jesús electricista en el teatro Marquina, en el Infanta Isabel y en el Eslava, y le metió al hijo la magia del teatro.


Jesús es tramoyista, técnico de iluminación en el municipal Teatro Fernán Gómez, que él sigue denominando Centro Cultural de la Villa. Explica que hasta los años noventa estos oficios eran muy familiares, que se requería un carné profesional con dos avales, que, lógicamente, venían a ser familiares muy cercanos. En 1992 entre las olimpiadas y la capitalidad cultural, hubo que abrir la mano porque se necesitaban muchos técnicos.

Nuestro tramoyista se crió en las tablas de los teatros, como técnico de iluminación desde los 24 años. Previamente estuvo realizando reformas eléctricas en los teatros de la capital. Reformas que se impusieron a raíz del incendio del Teatro Español. Madrileño, hijo de madrileño, hoy, a los 53 años sigue enamorado de su oficio, consciente de que “las nuevas tecnologías van menguando el número de trabajadores”, consciente de que “la máquina se come al artesano”.

Evidentemente ha vivido un montón de anécdotas ante imprevisibles artistas, pero el oficio hace que no se pierda el foco. Asegura que aunque ser técnico en una función que se representa día tras día puede parecer monótono, no lo es, porque los espectadores siempre son nuevos, nunca dos funciones son iguales, siempre hay que saber improvisar y…, “el espectáculo no para”.

MACSA

Es Jesús en la actualidad trabajador de Madrid Arte y Cultura S.A., una empresa cien por cien municipal creada en 2004 por Gallardón. Cuando nació la empresa se constituyó con el teatro Fernán Gómez y el Español. Además se añadieron las fiestas populares (San Isidro, Carnaval, campaña navideña...) En un momento dado, el alcalde monta el Price como circo estable, y también se hace cargo de él MACSA. Y después, Las naves del matadero (una nave industrial adaptada, explica irónico Llopis) también se sumaron a la empresa; y después el Espacio Cultural Centro Centro; y ahora también el Centro Conde Duque.

Por todo ello, lo que ha resultado tan increíble como inexplicable es que el Ayuntamiento de Madrid haya intentado llevar a cabo su primer ERE municipal con MACSA, una empresa que hasta 2009 daba beneficios. Se ha intentado despedir a 75 trabajadores, considerados simples números en una cuenta de resultados, pero no han podido. Mientras hablo con Llopis, está a punto de cerrarse un acuerdo por el que no habrá despidos.

Jesús, delegado de CCOO en el comité de empresa, deja entrever cierta satisfacción. La plantilla de MACSA ha parado su ERE, pero también ha evitado que se abra una espita en el Ayuntamiento. Sí se puede.

La tramoya

Jesús explica con ojos brillantes de amante del teatro el trabajo que está detrás de la escena. Explica que la “magia del teatro” es la tramoya, es la transformación de la escena. Son equipos en muchas ocasiones mayores que el de actores y actrices. Cada detalle está bajo control sin que el espectador descubra truco alguno. Tramoyistas son las personas de la sección de maquinaria que mueven los suelos; es la iluminación, todo un arte para crear ambientes; es la utilería, o sea, el atrezzo, el “poner todo bonito”, colocar cada elemento del decorado con continuidad, casi como un “script” en el cine; es la sastrería, la peluquería, el maquillaje… Y cuenta Jesús oficios de detrás del escenario, no ya de tramoyistas, como el de apuntador, que van desapareciendo gracias a los pinganillos. Y todo ello bajo el mando del regidor, o regidora, la persona que dirige la función. La auténtica maga de cada espectáculo. Porque…, en teatro es todo mentira.

La bronca

Los espectadores del Fernán Gómez y el director del centro protagonizaron durante la huelga de MACSA una bronca digna de los tiempos de las corralas, una bronca casi valleinclanesca con intervención policial incluida.

Durante la huelga se obligó a los técnicos a dejar encendidos los circuitos con sus consiguientes riesgos. La productora, que no la empresa, por su parte, contrató a un técnico para cubrir el puesto de uno de los huelguistas. Nadie informó que la función no se iba a realizar con normalidad, por ejemplo, sin iluminación a causa de la huelga hasta instantes antes, asegurando que se iba a devolver la entrada a quien lo deseara.

Y fueron muchos espectadores quienes decidieron esto. Repentinamente los responsables cambiaron de opinión y se armó el lío bajo los ojos estupefactos de los huelguistas. No había hojas de reclamación, las luces de seguridad no estaban encendidas…, policía nacional, policía municipal tomando nota del escándalo provocado por una dirección irresponsable, y una denuncia por suplantación de puesto de trabajo. Cuestión de talante.

Y aquí os dejo con La Lupe, que al fin y al cabo, la vida es puro teatro...


 

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