Ayer parecía que los del "cuanto peor mejor" se alegraban ante la posible deflación, así que debe ser algo nefasto para España aunque no para los autodenominados "patriotas". Es de suponer que, al final terminaremos agotados de artículos, reportajes…, incluso algún musical hará Nacho Cano, con cargo a los presupuestos de la Comunidad de Madrid, sobre la deflación. Entretanto, yo creo que determinados empresarios van a andar encantados con este nuevo síndrome de la deflación, no ya para congelar los sueldos, sino incluso para bajarlos.
Y lo que sigue en el fragor de los debates es el asunto del aborto y la campaña de los obispos y el lince. Con buen criterio algunos amigos me han telefoneado para compartir conmigo mi desasosiego por el cartel que publiqué en la entrada del pasado domingo. Otros me han hecho ver otras realidades con otras versiones como la que aquí publico.
Yo recomendaría a estas alturas de la exitosa campaña del lince, que la jerarquía no pierda el humor y que se relean iconos de la hemeroteca como en el que Magdalena Rouco, sobrina de Rouco, aparecía en la portada de Interviú (bueno, y en el interior de Interviú) animando a la alegría y destapando, no sólo su cuerpo, sino a su tito. Si es que…, con ese nombre de pecadora, no se podía esperar otra cosa.
Y en fin, no olvidemos que hace sólo setenta años, estos mismos de la campaña del lince acababan definitivamente con el sueño de la democracia en España. Acababan con unos avances que poco a poco vamos recuperando hoy, pero que cuesta muchísimo esfuerzo y muchísima energía.